Capítulo 64:

El frío cortante atravesó el pesado abrigo de Thiago. Finalmente fueron capaces de encontrar una ligera huella en la nieve, a casi una milla fuera de la ciudad. Él y Juan alumbraron el terreno con las linternas, moviéndose tan rápido como podían a través de la ventisca.

Caían copos y húmedos, cubriendo las huellas casi tan rápido como las descubrían.
—Hay una choza justo delante —le gritó Thiago a Maria, quién venía en la retaguardia.
Avanzaron la distancia restante, por la fuerte ventisca, hasta llegar a la vieja choza que estaba a pocos pasos. Cogió el rifle y se lo echó sobre el hombro, preparándose para disparar.
Juan caminaba detrás de él, apuntando la puerta con el rifle.
—Ilumina la puerta, entraré —ordenó Thiago.
Contó hasta tres y embistió la vieja puerta de madera. Se rompió y Thiago tropezó hacia dentro. Juan se apresuró detrás de él, iluminando, mientras tenía el arma preparada.
—¡Allí, en el rincón! —exclamó Thiago.
Maria entró detrás de ellos, con la pistola en la mano.
—¿Encontraron algo? —preguntó ella jadeante.
Thiago no contestó. Su atención estaba enfocada en el pequeño niño acurrucado en el rincón de la choza. Arrodillándose en frente del niño,Thiago alcanzó y tocó la fría piel del niño.
Para su alivio, el niño se meció y abrió sus ojos.
—Gracias a Dios —murmuró Thiago.
Inmediatamente,Maria empezó a dar órdenes por el radio, mientras daba su posición. Pidió EMS y pidió al operador que informe los padres que el niño había sido encontrado.
—Sean —dijo Thiago suavemente—. Hemos llegado a llevarte a casa.
—El hombre malo dijo que no podía volver a casa —tartamudeó Sean—. No hasta…
—¿No hasta qué? —exigió Maria.
Con la ceja fruncida en confusión y los labios temblando por el frío, Sean contestó:
—Dijo que tenía que cumplir mi objetivo. ¿Que significa?
Thiago miró a los otros y encogió los hombros. ¿Qué idiota raptaba a un niño y lo dejaba para morir de frío?
Se agachó y cogió a Sean, acunándole en los brazos.
—Te llevaremos a casa, Sean. Tu madre estuvo muy preocupada.
—No dejes que el hombre malo le haga daño —murmuró Sean contra la camisa de Thiago.
—No te preocupes, hijo. No podrá herir a tu madre.
Sean levantó la cabeza.
—No a mamá. La mujer. El hombre malo dijo que iba a ocuparse de una mujer.
Helados escalofríos de miedo empezaron a recorrer el cuerpo de Thiago. Miró a los otros, y el terror empezó a llenarle.
—Cógelo —ordenó a Juan.
Después de que Juan tomó al niño en los brazos, Thiago buscó su teléfono. Marcó el número de la casa y esperó mientras sonaba. Dejó sonar veinte veces antes de renunciar. Juró por lo bajo.
—Es medianoche —dijo Maria—. Probablemente están durmiendo.
—Ya, y mi señal es mala —dijo Thiago, intentando disipar la horrible premonición que sentía—. Volveré a intentarlo cuando lleguemos a la ciudad.
—¿Preparados para irse? —preguntó Maria mientras aseguraba la cuerda del trineo.
Juan dejó a Sean en el trineo y lo arropó con el edredón. Después, él y Thiago cogieron la cuerda y empezaron a empujar el trineo por la nieve. Había como una hora hasta la ciudad, y Thiago estaba muy preocupado.
Cuarenta cinco minutos más tarde, sin aliento y avanzando lentamente por la nieve,Thiago y Juan se pararon un momento para descansar.
—Ya no queda mucho —dijo Maria.
Thiago asintió, sin aliento para contestar. Su móvil sonó, acabando con el silencio de la noche.Thiago dejó la cuerda y buscó frenéticamente el teléfono y contestó:
—Thiago.
—Thiago... —la voz de Mariana, débil y trémula, se escuchó por la línea.
—¿Mariana? —se sentía aliviado.
—Thiago, gracias a Dios —la voz parecía un poco más fuerte—. No tengo mucho tiempo. —Podía oír lágrimas en su voz, y se sintió aterrado—. Mató a Peter —sollozó ella.
La sangre de Thiago se heló.
—Mariana,Mariana, ¿cariño, dónde estás? ¿Estás bien? —gritó.
—No sé donde estoy —contestó, la voz estaba desesperada—. Él me llevó. Por favor ven a buscarme —la voz se rompió.
—¡Maldita bruja, dame esto!
Thiago apretó el teléfono, paralizado, mientras oía la escena del otro lado del teléfono.Mariana llorando. Thiago oyó una bofetada. Y el teléfono se colgó
—¡Dulce Jesus!
Juan lo agarró por el hombro.
—¿Qué demonios está pasando?
—Mariana —Thiago dijo sofocado—. Dijo que Peter está muerto. Y que alguien la tiene.
Juan dejó la linterna que llevaba.
—Tenemos que ir a la cabaña. Peter. Dios mío. — Thiago no podía formar otro pensamiento coherente.
—Pueden marcharse —dijo Maria—. Puedo llevar a Sean de aquí. Irán más rápido sin el trineo. Llamaré por radio pidiendo refuerzos, cogeré un coche tan rápido como puedo. Mis ayudantes están cerca.
Thiago no esperó a oír algo más. Él y Juan empezaron a correr por la nieve.Peter. Muerto. Las palabras se repetían una y otra vez, llenando su mente como una enfermiza letanía.

Continuara.....

Hicimos un trato con Mary asique aca les dejo otro cap :)

¿Que creen que pasara?

Me encantaria que todas firmaran y no solo unas pocas =/