Capítulo 35:

—¿Aproximadamente? —preguntó.
—¿Cincuenta? ¿Sesenta millones?
—¡Jesús! —murmuró Juan.
—¿Qué sabes realmente sobre la situación financiera de Pablo? —preguntó Thiago, bajito.
Abrió la boca, pero la respuesta no salió. Sintió un zumbido en la cabeza, y se sintió increíblemente estúpida. Sus mejillas ardían y se le formó un nudo en la garganta.
Sin una palabra, se levantó y abandonó la cocina.
—¡Mariana!
Oyó a Juan llamarla, pero no se paró. Quería aguantar su humillación a solas.
Se paró en la puerta el tiempo suficiente para coger el abrigo, abrió la puerta y se paró en frente del porche. El aire frío la asaltó, y se puso rápidamente el abrigo.
Caminó hasta la reja y se apoyó, mirando fijamente hacia la luna naciente sobre la nieve. Cerró los ojos y respiró profundamente. Necesitaba el frío para refrescar su rostro caliente.
Estúpida, estúpida, estúpida. Nunca había considerado que Pablo tenía un motivo oculto para escogerla. Apareció cuando murieron sus padres y actuó como su protector y confidente. La presionó para casarse con él cuando cumplió los veintiún años. Ahora sabía por qué. Pero ella no se quiso casar inmediatamente. La única vez en la que el sentido común se mostró en todo este fiasco.
Apoyó sus codos en la reja de balcón y enterró su rostro en las manos. Él solo quería su dinero.
No le dolía saber que él no la había amado, o que se casó con ella por otras razones. Sabía que él no era capaz de amar cuando le pegó, cuando mató a sangre fría a otra persona. Pero lo que más la hería, era su total ingenuidad.
Claro que quería su dinero. Ahora, todo cobraba sentido. La preocupación por protegerla, las numerosas preguntas sobre cómo estaba administrando su dinero. Todo bajo la apariencia de asegurarse de que ella estaba segura. Gracias a Dios que no se quedó el tiempo suficiente como para pasar todo a su nombre, como habían planeado.
—¡Jesús! ¿Cómo puedo ser tan estúpida? —susurró. Estaba lista para darle todo. Él probablemente habría encontrado un modo de deshacerse de ella dentro de seis meses.
Oyó la puerta abrirse tras de sí, y cerró los ojos.
— Mariana.
Thiago caminó hasta su lado. Abrió un ojo para ver sus manos en la reja al lado de las de ella.
—Soy una tonta de remate —murmuró.
Suspiró y la abrazó suavemente.
—No eres una tonta, cariño. Diría que eres una mujer maravillosa.
Agitó su cabeza negándolo.
—Soy patética. ¡Patética!
Lo agarró por las solapas del abrigo y enterró el rostro en su pecho. Entonces se rió. Sonó chillón hasta para ella.
Los brazos fuertes de Thiago la abrazaron y sujetaron contra él.
Una lágrima resbaló por su mejilla, rápidamente absorbida por la camisa de Thiago.
—Quería pertenecer a alguien —susurró ella—. Quería importarle a alguien, no mi dinero o quienes fueron mis padres. He sido tan solitaria.
Thiago le acarició la espalda.
—Perteneces a alguien, cariño. Y nos da igual todo tu dinero.
Por alguna razón, su declaración abrió la compuerta de las lágrimas que había estado reprimiendo.
No se había dado cuenta lo verdaderamente sola que había estado o que desesperada estuvo para que alguien la amara. Desesperada. Lo rezumaba todo en una palabra. Y ahora estaba con los hermanos. Quizá no fueran del mismo calibre que Pablo, pero no sentía por ellos lo mismo que sentía por Pablo. Era mucho más. Y esto la asustaba.
La querían para siempre. Ella les quería para siempre. Pero. Siempre existía un pero. Si tan solo no hubiera tomado tantas malas decisiones. Entonces podría ser capaz de confiar en su decisión de quedarse con Thiago, Juan y Peter.
Thiago continuó abrazándola, acariciando su pelo. El sonido de un móvil crispó sus nervios. Thiago maldijo suavemente, y lo sintió hurgar en el bolsillo. Se alejó para darle un acceso más fácil, y él saco el telefono y respondió.
—Thiago —dijo él.
Después de una larga pausa, se volvió. Mariana temblaba ligeramente. Quería volver al calor de sus brazos.
—Muy bien, no tardaré —dijo mientras se daba la vuelta.
Colgó el teléfono y lo volvió a guardar en los vaqueros.
—Tengo que ir a la ciudad. Maria necesita mi ayuda.
Una punzada aguda se retorció en el pecho de Mariana. Quedó sorprendida por su ferocidad.
—Regresa a la casa, donde estarás caliente —dijo. La cogió por el brazo y se llevó hacia la puerta.
En la sala, Peter y Juan levantaron los ojos.
—Necesito ir a la ciudad. Maria tiene un problema, y sus ayudantes no contestan el teléfono.
—¿Quieres que vayamos contigo? —preguntó Juan.
Peter bufó disgustado.
—No. Por lo menos, no lo creo. Parece ser que alguien se perdió. Si necesito rastreadores, los llamo. Prefiero que se queden aquí y cuiden a Mariana.


Continuara.....

Lo se Pablo es un hdp! =/
Respecto a lo que puse ayer y los comentarios tienen razón, no es justo para las que siempre firman que no suba pero es que no puedo evitar eso arranques, me molesta que haya tantas visitas y solo unas pocas firmen y no es solo en un cap, sino en todos....
Igual Gracias a las que siempre firman :) son lo +!
Besos
Juli♥
@amorxca
PD: ¿Quieren maratón? ¿cuando? ¿viernes, sabado, domingo? comenten o voten que ahora pongo la encuesta :) 
Intenten de llegar a las 25 firmas y a si puedo cuando vuelvo mas tarde subo....