Capítulo 8:

Me quede sin caps editados, asique a editar!

Mariana se movió algo incomoda en la cama. Llevaba más de una hora hablando de todo tipo de cosas con Juan Pedro. Desde el tipo de cosas que le gustaba hacer hasta sus momentos más graciosos al lado de sus padres. Extrañamente, tocando ese tema con él, no le causaba dolor ni ganas de llorar.

-Supongo… Que ya va siendo hora que me valla –Mariana se dispuso a levantarse de la cama, pero la mano de Juan Pedro sobre su brazo derecho se lo impidió.

-Puedes quedarte aquí –Dijo –De todas formas, no tenía sueño e iba a hacer unas cosas en mi portátil. Además tienes que quedarte donde pueda vigilarte por si te da algún otro ataque de asma.

Mariana asintió. Era algo muy razonable y él dijo que iba a trabajar en su computadora; seguro algunos de esos trabajos que hacen los empresarios. Ella no pretendía retenerlo –Por más que sus pensamientos fueran lo contrario y deseara hablar con él hasta el amanecer- así que se acurruco entre las almohadas y dejo que Juan Pedro subiera el cobertor hasta los hombros.

-¿Juan Pedro?

Él estuvo a punto de darse vuelta, pero se detuvo y la observó.

-¿Si, La?

Dudo durante un instante. Pero apenas lo vio a punto de irse –a pesar de que el ordenador estaba solo al otro lado de la habitación- Una sensación de pérdida y vació la invadió.

-¿Puedes quedarte conmigo… hasta que me duerma?

Juan Pedro le sonrió. Se sentó en la silla al lado de la cama y cogió su mano acariciándola con el dedo pulgar. Una paz interior y unas ganas de llorar debido a la nostalgia que esa pequeña caricia le proporcionaba, la invadieron. Cerró los ojos y un par de lágrimas rodaron hasta tocar su barbilla. Sintió uno de los grandes dedos de él, secarlas levemente.

Apretó su mano con fuerza a la de él.

-¿Juan Pedro? –Preguntó de nuevo. Él hizo un sonido que supuso era para que prosiguiera –Gracias.

Y sosteniendo la mano de él… Se quedo profundamente dormida.




Beso los nudillos de Mariana y coloco la mano a un costado de su cuerpo. Se levantó de la silla intentando no hacer nada de ruido y la observó un momento. Parecida a la bella durmiente, descansaba con profundidad sobre la acolchada cama; Sus rizos castaños esparcidos por todas partes que incluso caían por fuera de la cama; su respiración calmada que elevaba una y otra vez su pecho.

Suspiró. La deseaba con todas sus fuerzas; tanto que creyó que no aguantaría los suficiente sin saltarle encima y devorarla por completo. Se encamino lentamente al otro lado de la habitación y encendió el portátil.

No tenía muchas ganas de trabajar así que pensó un rato. Respiro hondo y enfrasco su mente, preparándola para dominar la habilidad de leer pensamientos. En el piso de abajo había una de las chicas del servicio que había subido para cuidar de Mariana, pensando en que podía comer. El mayordomo estaba levantado en ese momento rebuscando si había algún licor en la alacena.

A Juan Pedro no le importaban ese tipo de cosas. Más bien les pedía al servicio que se comportaran como si fueran de la familia. Los que trabajaban en esa casa eran apenas unas quince personas, de suma confianza y los únicos que sabían su secreto. Se encargaban de colaborar con su empleador y simplemente eran todos lo más cerca que tenía a una familia.

Nicolás estaba en el cuarto que le había asignado, pensando en que decirle a su secretaria para que evitara las reuniones con los padres que querían casarlo con alguna de sus hijas. Pero… Otro pensamiento llegó a su cabeza.

Saltó de la silla y prácticamente corrió hasta la puerta corrediza. La abrió de golpe justo cuando una sombra negra aterrizaba su salto justo al frente de él. Un chico con un par de ojos verdes fríos como el hielo y el cabello rubio, cuyas hebras se veían plateadas a la luz de la luna; Él cuerpo era robusto y tenía una altura promedio. Los bíceps se marcaban al suéter que llevaba y las piernas largas se notaban musculosas a través del jean. Otra sombra llegó y aterrizo.

Otro hombre; con ojos negros y penetrantes y cabellos negros equivalentes a la oscuridad de las noches de luna nueva, que se esparcían sobre su frente e iban más largos de lo debido. Iba vestido con una simple guardacamisas de tono blanco, dejando al descubierto su cuello y su clavícula, además de la piel de sus brazos entrenados con pesas de un tono dorado bastante agradable. Era más alto que el otro, pero no más de unos cinco a ocho centímetros.

-Ethan –Dijo observando al de cabellos rubios. Luego se giró a observar al hombre de ojos negros –Connor.

Ethan Rumsfeld le devolvía la mirada y una sonrisa se coló por sus labios, pero aun así no llegó a sus ojos. En cambió Connor Brown sonreía ampliamente humorístico como siempre hacía en cada momento.

-¡Cuánto tiempo, Juan Pedro! –Exclamó Connor dándole una manotada en la espalda que por poco lo hace caer. No pudo evitar sonreír, sin duda alguna no había cambiado nada.

-¿Cómo están ustedes? Pensaba que estaban en Escocia… -Ambos se miraron y luego asintieron débilmente.

Esos dos dirigían R&B Una cadena de hoteles esparcida alrededor del mundo. Se habían ido hace más de cinco años a Escocia, para poder emprender todo mejor. Ethan seguía igual, con sus ojos fríos y sus sonrisas que nunca llegaban a ellos. Distante y con aire de indiferencia… Fruto de alguna herida del pasado. Connor era el que tenía la alegría suficiente para los dos, capaz de compartirla hasta con la persona más difícil.

Juan Pedro entendía perfectamente porque siempre andaban juntos como hermanos; era imposible efectuar algo sin que él otro lo supiera… Debido a que eran contrapartes; por lo menos así lo pensaba. No estaba seguro de que Ethan fuera capaz de sobrevivir sin la ayuda de Connor.

-¿Todavía son un par de homosexuales? –Connor frunció el ceño. Él sabía que no era cierto, pero disfrutaba de verlos enojarse. Ethan incluso reaccionaba ante esa palabra, bastante mal.

-Claro –oyó decir a Ethan –Un par de vampiros homosexuales; como tú y Vico.

Soltó una carcajada.

-Me temo que no; ya encontré a mi compañera… -Con una sonrisa, los observó a ambos -…Y Vico, también.

-¿Qué? –Connor se sobresaltó -¿Victorio D`Alessandro? ¿ESE Victorio D`Alessandro? –Juan Pedro asintió -¡Mierda! Esto si que es bueno… Vamos a tener que mantenernos en una celda, en alguna isla desierta del Caribe con una buena provisión de sangre; para evitar que “Ella” aparezca.

Juan Pedro se encogió de hombres.

-Me temo que es imposible. De un modo u otro, aparecerá frente a tus narices y tú no podrás hacer más nada que besarle los pies.

Mientras que Ethan parecía divertido; Connor estaba a punto de salir corriendo horrorizado. Eran sinceramente polos opuestos, se preguntaba cómo era que se soportaban el uno al otro.

-Bueno… Ese no es el porqué de que han venido ¿No es así? –Se cruzó de brazos y se recostó de la baranda. La expresión de Connor se tornó repentinamente seria.

-Sigues igual de perceptivo, Lanzani.

-No es muy normal que tú y tú, vengan a verme a mitad de la noche. Sin contar que se suponía que estaban en Escocia –Observó como Connor se deslizó por la puerta corrediza hasta quedar sentado en el suelo, encogiendo sus largas piernas –Lamento que no los haya invitado a entrar. Pero… Mi compañera está durmiendo en mí habitación y no planeo despertarla.

-Tonterías, no tiene mucha importancia que charlemos aquí.

Juan Pedro suspiró y desvío la vista al otro lado del balcón, percatándose del par de sillas recargadas contra la pared. Fue a por ellas y sin dificultad, las levantó. Esa era otra de las ventajas de ser un vampiro… Tenían una fuerza increíble y habilidades físicas asombrosas; como por ejemplo, gran velocidad y el salto que habían pegado Ethan y Connor para llegar hasta el balcón.

-Bueno… Comiencen…

-Primero que nada, nos hemos enterado de la muerte de Charles Esposito. Victorio nos dijo y luego nos comunicamos con Nicolás quien nos confirmo lo sucedido –Comenzó Connor -¿Por qué no nos dijiste nada?

Se encogió de hombros.

-No creí que debería de molestarlos y preocuparlos por eso.

-Aun así, no tienes ni idea de cuánto lo sentimos –Habló Ethan –Charles uno de los pocos humanos en los que podíamos confiar, sin tener que preocuparnos por una traición.

Juan Pedro asintió. No quería recordarlo… Él no era humano, pero aún así, al pensar en la injusta muerte de Sarah y Charles, le dolía el espacio vació de su pecho en donde, cuando era humano, se hallaba su corazón.

-…Juan Pedro… ¿Qué fue lo que ocurrió? –preguntó Connor.

-No lo sé.

-Tienes que decirnos –Ethan se levantó de la silla y lo observó fijamente –Ellos no murieron por qué sí. Todos nosotros sabemos que los asesinaron… ¿Qué sucedió?

-¡No lo sé! –Juan Pedro depositó su cabeza entre sus manos con una enorme frustración –El día anterior habíamos hablado, sobre qué era tiempo que Mariana y yo nos conociéramos. Y al otro día ya ambos estaban muertos.

-¿Quién los encontró?

-Mariana –Respiró hondo –Fue Mariana… No hemos hablado de ello, porque ella no está del todo lista para eso.

-Ella debe de saber algo –Oyó decir a Connor –Vio que fue lo que ocurrió… Debe de tener una pista, algo que pueda servirnos.

Juan Pedro volvió a observarlos. Ethan desvió sus fríos ojos hacía la luna.

-Tengo una leve sospecha… De que fue lo que ocurrió.

Continuara....

+ 36 Y otro! 

Juli♥

@amorxca

Face: Amor X Casi Angeles http://www.facebook.com/amorx.casiangeles.3 suscribete :) -Tengo mi propia novela-

Grupo en face de la nove: http://www.facebook.com/groups/388802154516620/449314975132004/?notif_t=group_comment