Capítulo 22:

-¿Qué has dicho?

-Lo que oíste –Y estúpidamente, el escudo de Francois comenzó a fallar –Mis poderes están siendo absorbidos también.

La risa de Simphony hizo que apretara la mandíbula con rabia.

-¡A la puta mierda! –Exclamó -¿Qué demonios es este lugar?

-Mi casa… -Ella se acercó con lentitud hacia ellos y se detuvo a solo unos pasos del escudo –Todo lo que aquí sucede, es lo que yo quiero que pase –Luego volvió la vista a donde se encontraba Wendy, detrás de Nacho –Créeme, que en cuanto acabe con ellos, estarás muerta.

-¡Sobre mi cadáver! –Juan Pedro rodó los ojos. ¿Es que acaso Mariana no podía quedarse callada cuando más lo debería?

La sonrisa se extendió a través del rostro del demonio.

-Eso será más que fácil… -Chasqueó los dedos y el escudo se desintegro por completo.

Con una maldición, Francois uso todo lo que le quedaba de poder para materializar armas con las que defenderse. Juan Pedro se aproximó y atacó a Simphony, quien lo esquivo con una facilidad realmente preocupante.

Mariana permaneció atrás al ver como Nacho, Peter y Wendy devolvían los ataques que eran proporcionados por las distintas criaturas paranormales. Francois se acercó con rapidez a ella y le tendió una espada.

-Espero que sepas usarla.

Lali arqueó una ceja.

-¿Esto es lo que usan para pelear? ¿Por qué no una magnum o una bazuca? –Preguntó tomándola entre las manos, justo para ver como Francois esquivaba el golpe de un convertido y en un limpio movimiento que dejaría boquiabierto a cualquiera, le corto la cabeza.

La bruja chasqueó los dedos y el cuerpo se incendio. Luego fue a por otro.

Mariana tenía la boca abierta.

-¡Lali! –La voz de Ignacio la alertó.

Cuando se dio vuelta vio a una extraña criatura con cuernos y alas de murciélago. Sus ojos eran de un tono rojo brillante y amenazador. Debía de ser un demonio -¿Eran realmente iguales a los que pintaban en los cuadros y a los que describían en los libros? Guau…-… Mariana batió la espada y en un intento realmente patético de defenderse, lo atravesó por el costado.

La criatura cayó al suelo con pesadez, antes de convertirse en polvo.

Otra vez con la boca abierta.

-Realmente… me siento igual que Lancelot.

-¿Cómo se supone que saldremos de aquí? –Preguntó Nacho.

-Hay un portal en la habitación superior… -Respondió Wendy de manera superficial, mientras atravesaba a uno de los demonios con su espada -…Puedo guiarlos a el.

Retrocedan de espacio. Mariana se estremeció al oír la voz de Francois en su cabeza. Atrás de nosotros hay un portal que abrí al llegar, este nos llevara a la habitación que Wendy dice.

Mariana pasó saliva mientras retrocedía con lentitud. Sostuvo el arma firmemente y rogó en su interior que todo saliera bien.

Juan Pedro a su lado, sostuvo su mano y le dio un ligero apretón.

-Todo irá bien… Lo prometo.

Eso, hasta que uno de los vampiros comunes se abalanzó contra ella…Mariana cerró los ojos con fuerza esperando el golpe del impacto, pero lo único que sintió fue la sangre bañar su rostro…

Al abrir los ojos, lo único que vio, fue el cuerpo de Juan Pedro caer contra el suelo. Él la había protegido de la herida mortal.

-¡¡No!! –El eco de su voz resonó en sus oídos.

Se arrodilló en el suelo, con las lágrimas desfilando sobre sus mejillas una a una… Él estaba de cara al suelo y ella hizo lo que pudo para darle vuelta y dejar su cabeza reposando en sus piernas.

-¿Peter? –Preguntó esperanzada. La herida había traspasado su pecho, justo al lado de su corazón. Tenía los ojos cerrados -¡Se supone que los inmortales no mueren! –Exclamó en un sollozo ahogado al no oír ninguna respuesta -¡Jodido idiota! ¡Despierta ahora! ¡Juan Pedro!

A su lado oyó el grito de guerra que soltó Ignacio, antes de abalanzarse sobre el vampiro que había atravesado a Peter con su espada, y degollarlo.

Francois se arrodilló a su lado.

-… Hay una manera de matar a los inmortales, Mariana.

-¡No es posible, son inmortales! –Lloró. No quería oír nada mas, solo quería que Juan Pedro despertara y le sonriera como acostumbraba a hacer.

-Las armas humanas no los matan… las que son forjadas por los dioses, si lo hacen.

Al frente de ellas podía oír el sonido de Wendy y Nacho luchando. Abrazó el cuerpo de Peter con toda la fuerza que le permitían sus brazos y llorando se volvió hacia Francois.

-Sácanos de aquí –Rogó –Por favor.

Francois asintió. Se levantó y ayudó a Mariana con el cuerpo de Juan Pedro… Wendy y Nacho las siguieron mientras atravesaban el portal.

Llegaron a una habitación realmente amplia, con mesas vestidas con elegancia y un trono al final de la estancia. Lali sollozó cuando, la bruja la ayudó a bajar el cuerpo de su compañero al suelo.

¿Qué haría si el moría?

No había necesidad de preguntárselo. Tocó con sus dedos el lugar de su pulso en las muñecas y descubrió que cada vez se debilitaba más.

-Sé lo que se siente perder a un compañero –Levantó la vista y descubrió que Wendy se había arrodillado a su lado. Ella observaba la herida en el pecho de Juan Pedro con cierta conmoción -… Duele muchísimo, sobre todo cuando eres consciente de que lo amas. Lo más irónico de todo –Dijo volviendo a mirarle la cara, revelando sus ojos de un tono verde oscuro –Es que la misma persona atentó contra la vida de mi compañero… Pero no te preocupes, no lo dejare morir.

Antes de que pudiera preguntar que iba a hacer... Wendy extendió las manos sobre la herida y cerró los ojos. Una luz blanca envolvió la piel sangrante de Juan Pedro, y al segundo siguiente estaba todo sano… Solamente su camisa estaba llena de sangre y con un agujero por donde se supone había entrado y salido la espada.

-Solo pocos podemos usar nuestros poderes dentro del santuario de Simphony… Por suerte, soy una de ellas –Las lagrimas azotaron los ojos de Mariana, nuevamente, cuando los parpados de Juan Pedro comenzaron a temblar –Algunos vampiros, elegimos cambiar nuestra experiencia por dones que puedan ayudar a otros… Lo único es que no podemos curarnos nosotros mismos.

Juan Pedro abrió los ojos. Un momento estaba todo oscuro y sentía que la vida se escapaba de sus manos con una rapidez realmente grande y al siguiente todo estaba perfecto y el dolor había desaparecido. Intentó sentarse con lentitud, solo para recibir los brazos de Mariana a su cuello y sus sollozos sobre su hombro.

-¡Estas bien! ¡Oh, Peter!... Pensé… Pensé… Oh…

Deslizó sus brazos por sus caderas y la atrajo a su cuerpo. El sonido de la puerta siendo amortiguada por los golpes del otro lado de la habitación que lograron que la bruja se acercara a donde ellos estaban.

-He de decir que me alegro que estés bien, pero si no nos movemos entonces todos terminaremos mucho peor.

Él se levantó y ayudo a su compañera a hacer lo mismo. Entonces reparó en la vampiresa que sonreía hacia ellos.

-El portal está entre el trono y la puerta, los sacara de aquí y entonces podrán usar sus poderes libremente… -Explicó mientras se levantaba. Nacho se acercó a ella arqueando una ceja.

-¿No vienes?

Wendy negó con la cabeza, una sonrisa triste surcó sus labios.

-No puedo irme… Mi alma está atrapada en el medallón que se encuentra en el cuello de Simphony.

-Si te quedas, morirás –Dijo Francois observándola fijamente.

-Lo sé –Suspiró –Simphony no perdonara esta traición que le he hecho, por eso acabara con mi vida… Pero a cambio puedo retenerlos mientras ustedes se marchan.

La bruja le sonrió.

-Eres una buena chica, Wendy. Me recuerdas a mi única amiga… -Se acercó con lentitud y entonces le tendió algo. La vampiresa lo aceptó dudosa –Por esa simple razón no pienso dejarte en este sitio.

Juan Pedro  notó enseguida, cuando Wendy bajo la vista para mirar el objeto que Francois le había dado, como las lagrimas se acumulaban en los ojos de la vampiresa. El objeto que reposaba entre sus manos, era un medallón circular en tonos azules que cambiaba de intensos a claros, reflejando el movimiento de su alma.

-¿Cómo…?

-Cuando le quite la llave –Dijo encogiéndose de hombros… -Ahora vámonos de aquí.

Uno a uno, atravesaron el portal. Pero Juan Pedro apretó la mano de Mariana con una fuerza realmente excesiva.

-¿La?

-Dime…

-Feliz cumpleaños… -Guau…

-Gracias –Murmuró, aunque no era un día especialmente feliz y alegre.

-¿Y La?

-¿Si?

-Te amo.

Ella sonrió, antes de entrar juntos por la puerta que los llevaría a casa.

Era la primera vez que Juan Pedro le decía que la amaba, sin usar alguna indirecta para expresarlo.

Aparecieron en un callejón con un fétido aroma que no quería analizar. La bruja milenaria observó a todos y cada uno de los presentes con atención.

-Veamos. Tú, el cambiante –Dijo en tono fastidiado. Nacho frunció el ceño por el tono empleado por ella –Ve y deja al vampiro y a Mariana en su casa. Wendy, ven conmigo si quieres.

La vampiresa pareció extrañamente sorprendida.

-¿A dónde?

-A encontrarte un lugar para que te quedes.

Momentos después, lo último que vio Mariana fue la sonrisa triste en la cara de la bruja, antes de que desapareciera junto con Wendy.

***

Nina no sabía cómo comenzar con la limpieza de la cabaña. Es más, la última vez que lo había intentado usando los pequeños trucos de bruja que había aprendido a través de su maestra, la pequeña cabaña había terminado terriblemente desastrosa.

Suspiró.

-¿Por qué demonios Francois tarda tanto?

Nunca, en todos los años –más bien siglos- que habían vivido juntas, Francois expresaba un “Vengo en un rato” como algo de más de dos días. Dios santo que comenzaba a preocuparla.

Como una llamada, un brillo de tono purpura se presentó en la habitación, justo antes de que la menuda figura de Francois se materializara.

La respiración de su maestra de hechicería estaba completamente irregular. Ella sostenía su costado y su rostro estaba pálido.

-¡Frankie! ¿Qué sucede? –Soltó la escoba que había estado sosteniendo para barrer la casa y se apresuró a llegar a ella.

Nina la ayudó a llegar al sillón, comprobando que su temperatura estaba alta.

Francois no había pensado que eso tardaría tanto. Después de lograr sacarlos de ese maldito lugar, tuvo que buscar en donde dejar a Wendy.

Soltó un gemido adolorido, en cuanto su aprendiz le rozó la herida de su costado con la mano.

-¡Oh, cielos! ¡Lo siento!

<<A la mierda… Puede que sea inmortal, pero eso no impide que duela como los mil demonios>>

-Estoy bien… Trae algo de las hierbas medicinales que están en la alacena –Nina se movió con extrema rapidez y unos segundos después, Francois se estaba aplicando las hierbas en el lugar dañado.

-Es una herida de daga… -Nina aguantaba la respiración -¿Cómo te la has hecho? ¿En dónde estabas metida?

Francois adoraba a su aprendiz. Era la única verdadera amiga que había conocido en tantos siglos; con sus largos, lisos y rubios cabellos y sus ojos de un tono avellana… Nina era hermosa, inocente y angelical. Por eso, Francois se guardaba la mayor parte de las cosas en lugar de decírselas.

Y esta vez, no sería la excepción.

-Fue un accidente. No te preocupes, Nin.

-¡Desde luego que me preocupo! ¿Qué clases de accidentes involucran una daga? No, no me digas… “Oh sí, lo que sucede es que iba corriendo y sin querer me caí. ¿A que no adivinas, Nin? ¡Me enterré la daga en el costado! ¿Verdad que es gracioso?” –Francois puso los ojos.

¡Francois!. Ella tembló ante el furioso y colérico sonido de la voz masculina invadir su mente mientras pronunciaba su nombre. Se mordió el labio inferior, captando la atención de niña.

-¿Qué sucede?

¡Francois! Sé que puedes oírme, perra… ¡Ven aquí enseguida!

Antes de que Nina le preguntara algo más, se materializó en el templo de Odín en Asgard. El dios, se paseaba de un lado a otro con el enojo destilando por su piel. Ella supo enseguida que no se avecinaba nada bueno.

-¿Has llamado?

Al oír su voz, Odín paró de caminar y le gruñó.

-¡Simphony llegó a mí! ¡Me dijo que te atreviste a lastimarla!

Francois se mantuvo serena y fría antes de contestar. Cualquiera, tomando en cuenta los gritos de un dios todo poderoso que estaba cabreado hasta la muerte contigo, se sentiría admirado por tal valentía.

-Ella intentó matar a una humana inocente. Y yo la protegí, como debía de ser.

-¡No has negado haberla atacado! ¡¡Cuantas veces te he dicho que te mantengas alejada de los asuntos que no te concierne!!

-Hice lo que debía de hacer…

-¡Te has atrevido a desobedecerme! –Se acercó a ella y le planto una bofetada tan fuerte que logro hacerla retroceder. Francois apretó los puños a ambos lados de sus caderas, por poco y por instinto le devuelve el golpe, y eso sería lo peor que pudiera hacer… Solo aumentaría el dolor que se le avecinaba. Él deslizó sus manos hasta envolver su cuello y comenzó a estrangularla –Prepárate… Porque te espera un buen escarmiento, que te ensenará a comportarte.

Ella cerró los ojos con fuerza, al sentir otra presencia en la habitación. Y como le eran apresadas sus manos con un par de esposas, evitando así que lograra moverse. Cuando volvió a abrir los ojos, él ya había dejado de estrangularla y a su lado estaba Simphony, abrazada a su brazo derecho y con una diabólica sonrisa adornando su rostro.

-Cierren las puertas. No quiero que nadie nos interrumpa –Habló Odín a los sirvientes que la habían apresado… Los dos hombres la observaron con compasión antes de salir por la puerta y cerrarla tras ellos.

Un momento después, estaba arrodillada en el suelo, con la espalda completamente descubierta y recibiendo latigazos por parte de Simphony, quien reía de vez en cuando al oírla gemir de dolor. Francois nunca gritaba, no importaba cuan fuerte y doloroso sea el castigo, nunca planeaba darle esa satisfacción a Odín.

Cuando su espalda ya estaba en carne viva. Odín echo a Simphony de la habitación. Se arrodilló a su lado y tocando su mandíbula hizo que lo mirara directamente, a aquellos ojos tan parecidos a los suyos. Le acarició la mejilla.

-Mi pobre Francois. ¿Sabes por qué pasa esto?

-Porque quiero proteger a los inocentes…

Odín sonrió fríamente.

-No. Porque eres lo suficientemente estúpida como para haberme desobedecido… -Movió los cabellos que caían por su frente y luego enterró sus manos en el cuero cabelludo haciéndole daño -…Se una buena niña, y papá promete no hacerte daño la próxima vez, querida hija -Dicho esto, se levantó del suelo y le dio una mirada de asco –Eres igual a tu madre. Y eso comienza a repugnarme… No importa cuánto te quiero, seguirás siendo la misma zorra que fue esa jodida bruja.

Y salió de la habitación. Gracias al cielo, por que las lagrimas no tardaron en correr por sus mejillas.

Continuara....

Pobrecita :( Ella los re ayuda y termina sufriendo! Y encima los otros ni se enteran! 

Bueno, hemos llegado al final de esta historia :) Ah no, falta el epílogo! :/ ¿Lo subo ahora o mañana? 

Eso depende de dos cosas: 1- De si la tormenta no me hace apagar la compu

                                          2- no se si hacerlas sufrir un poquito y dejarlo para mañana o subirlo ahora y ya esta. No me decido.A demás les quiero decir varias cosas no se, O lo dejo programado por si mañana se me complica. I don´t know! :S

Cualquier cosa si no aparezco descansen, buenas noches, las quiero y disfruten del último día del año :D

Besos y abrazos psicológicos

Juli ♥

@amorxca