Capítulo 10:

-¿Sabes qué? En realidad me he dado cuenta de que no le doy mucha importancia a ese tipo de cosas… -Mariana asentía mientras intentaba canalizar todos sus pensamientos en lo que fuera que Ignacio estaba diciéndole –Entonces se lo hice saber, pero ella me dejo muy en claro que no desea tener ninguna relación con un nerd.

   -Nacho… Tú no eres un nerd –Dijo en un suspiro mientras chupaba desde el pitillo un trago de refresco. A pesar de andar de luto, su amigo no parecía entender que no estaba de humor para oír sus anécdotas románticas… ¡Señor, ni siquiera podía con la que vivía en esos instantes!

   -Oh, Lali. Sabes que te quiero… pero ambos sabemos que estás equivocada.

   -Hola, Nacho –Dijo una chica en un tono meloso mientras le sonreía. Y así sucedió un par de veces más, lo cual le provocó que arqueara una ceja en forma interrogativa. Trago algo más de refresco.

   -Oh vamos… Sabes que son amistosas porque soy él cerebro del instituto.

   -Sí, si… -Y también el capitán buenazo del equipo de fútbol americano. Mariana lo observó levantarse.

   Tenía el cabello de un tono cobrizo que acostumbraba a despeinarse con el viento pero aun así le daba un aire completamente sexy. Los músculos perfectos se notaban perfectamente a través de la jersey negro.

   La altura de Nacho, era digna de un modelo de ropa. Las piernas largas y bien formadas; pómulos perfectos y una increíble nariz agradablemente perfilada. Su piel era tersa y blanca; Mariana estaba segura que más de una de las chicas del instituto se morirían por tocar. Pero lo impresionante de Ignacio, eran el par de ojos de color avellana… No, más bien un verde que acostumbraba a cambiar de color dependiendo de la luz…

   Lo conoció hace años y en solo unos segundos se volvió su mejor amigo. Parecía incluso que estuviera predestinado a que pasara.

   En ese momento, Candela se acercó con algo de comida en las manos y una sonrisa amistosa y amable. Suspirando aliviada, Mariana la saludo con la mano.

   -¡Hey, chicos! ¿Qué hacen?

   -Le contaba a Lali, lo de Tiffany.

   -Oh sí, Eso –dijo Candela aburrida, tomando jugo desde su pajita -¿no podrías dejarla tranquila un rato? Anda y cuéntale a otra persona, Nacho.

  Nacho hizo una mueca de disgusto y la fulminó con la mirada. Luego observó a Mariana y le acarició la cabeza levemente; a ella se le encogió el corazón con este gesto. Ella adoraba a Nacho más de lo debido, por algo era su mejor amigo.

-Adiu, mí amada Lali. Luego te llamo por teléfono –Y dicho esto desapareció de la vista de ambas.

Candela se volvió a verla con las cejas levemente arqueadas.

   -¿Le has dado tú número en casa del señor Lanzani?

   -Ajá… -Dio un sorbo a su refresco y observó la cafetería abarrotada de gente. Suspirando, se rasco la mejilla.
  
   -He… Disculpen –Un acento de voz sureño llegó a sus oídos. Cuando Mariana se dio vuelta se encontró con una chica bajita, con un jersey sumamente holgado y una falda que cubría sus tobillos. En sus manos reposaban un par de libros; sus cabellos negros estaban recogidos en una cola de caballo y en su nariz pizpireta unos lentes de pasta que cubrían un par de glaciales ojos oscuros.

   -¿Si? –Preguntó Candela dejando su bandeja con la comida casi entera a un lado.

   -Bueno… Soy nueva y me he perdido. Así que me preguntaba si me podrían indicar la ubicación de mi próxima clase.

   Mariana y Candela se miraron. Ambas sabían lo difícil que era cambiar de escuela y más a principios del segundo semestre; cuando había que dejar las antiguas amistades y decidirse a hacer unas nuevas… Con miedo a que tengas que perderlas nuevamente.

   -¿Qué clase? –Mariana dejo caer el vaso en la basura justo detrás de la chica nueva.

   -Em… -Sacó un papel de uno de los bolsillos de su jersey color grisáceo –Algebra.

Candela sonrió.

   -A nosotras también nos toca esa clase; ¿Por qué no te quedas aquí hasta que acabe el receso? –Le tendió la mano intentando que la otra chica se sintiera cómoda de alguna manera –Soy Candela Vetrano.

   -Y yo Mariana Esposito.

   -Annette Rain –Dijo tendiéndole la mano a una y luego a la otra. Para cuando el timbre que indicaba el fin del receso, sonó…  La estaba completamente segura que había logrado entablar otra nueva amistad.




   Para las cinco de la tarde; Juan Pedro todavía no había encontrado oportunidad de ducharse o cambiarse. Ninguno de los chicos se habían movido o se habían desviado –alguno que otro momento, sí que lo hacían- del tema principal.

   Victorio se veía terrible y era completamente obvio que no había usado ningún día para dormir, ni tampoco había ingerido nada de sangre.

   Se levantó de la silla y les dedico una pequeña sonrisa.

   -Creo que deberíamos darnos un tiempo…

   Connor arqueó una ceja.

   -¿Estás cortando conmigo, nene? –Dijo intentando parecer estupefacto y dolido -¿Luego de todo lo que te he dado?

Juan Pedro sonrió.

   -Hablo enserio, Connor –Se volvió para ver a los demás –De verdad que les agradezco que estén aquí intentando resolver lo que sucedió con Charles. Pero necesitan tomarse un respiro –Observó a Vico y a Gerad –Estoy seguro de que ustedes no se han alimentado. Y Vico, no has tomado tiempo para dormir ¿Cierto? Ya podremos seguir investigando.

   Como era de esperarse; Gerad y Connor salieron de la habitación sin necesidad que se los dijeran dos veces, de seguro a alimentarse. Victorio se quedo sentado mirando a la nada y Ethan con la cara recargada en una mano y observando a algún punto exacto.

   -¿Vico? –Preguntó Ethan. Victorio suspiró.

   -No les he dicho nada porque no han preguntado; pero sabía que la curiosidad los carcomía a ambos –Vico torció el cuello, a pesar de sus intentos por mantenerse despierto, el cansancio y el hambre desfiguraban su rostro. Observo a Juan Pedro y a Ethan –En lo único en lo que logro concentrar mi mente es en no moverme de aquí, porque estoy seguro de que sin duda alguna iré en busca de mi compañera y tomare su sangre hasta dejarla seca.

   Juan Pedro se recostó del escritorio.

   -Nunca. He dicho nunca, tienes que estar muriéndote de hambre; luego de que encuentras a tú compañera es muy importante que te mantengas alimentado si no deseas matarla –Lo sabía; Juan Pedro lo había experimentado más de una vez desde que conoció a Mariana, pero siempre se alimentaba antes de que su hambre rayara la locura y fuera a por ella –Eres más viejo que yo, Vico. Pero al parecer no quieres saber nada respecto a lo que involucre a tú compañera… Tienes que aceptarlo. No te queda más.

   Ethan sonrió irónicamente.

   -Es como una enfermedad –Los observó a ambos y luego desvío la vista hacía la ventana cubierta por la cortina, donde se notaban las líneas anaranjadas que revelaban, que muy pronto el sol se ocultaría por completo –Te vuelves un zombie sin siquiera quererlo. Pero aun así, es muy importante la presencia de ella. La necesitamos, queramos o no… Es el hambre ligada al deseo y a la necesidad de poseerlas.  La mayoría de las veces no se puede pensar en nada más que en los latidos resonando en su yugular y que con un solo rocé de nuestros colmillos, probaremos la deliciosa esencia de su vida… Y que así, lograremos unirlas a nosotros.

   -Eres bastante sabio, para solo tener menos de cien años de vida.

   Ethan sonrió.

   -Se te olvida que tengo el poder de leer las sensaciones de todos ustedes. Puedo oírlo todo y ser consciente de lo que sucede a mi alrededor –Ethan se levantó del sillón –Es buena idea que te alimentaras, Vico. Y luego deberías dormir un poco.

   Victorio se levantó del asiento.

   -No se puede evitar las crueldades del destino. Es así de simple; por más que deseara con todas mis fuerzas evitar la conexión de una compañera… Es como si el destino se riera en mi cara, dándome a entender que soy una criatura maldita y que no tengo ni voz ni voto en lo que me depara el futuro –Observó de nuevo a la nada con un rostro triste y melancólico –He experimentado lo que es perder a alguien. Y no deseo volver a sentir la misma sensación de nuevo. Así muera en el intento.

   -No puedes evitarlo –Juan Pedro abrió la puerta de la oficina –Nosotros no deseamos nada más que estar al lado de nuestras compañeras después de encontrarlas; la necesidad es abrumadora…

   -Tú soportases estar años sin ella, Juan Pedro –Dijo Vico, sonriendo cansinamente.

   -Porque mi subconsciente sabía que algún día, Mariana Esposito, sería mía… Y sé lo que estás pensando. Así te vayas al otro lado del mundo, no soportaras mucho tiempo –Juan Pedro lo fulminó con la mirada -¿Candela Vetrano?  Solo espero que no la jodas, Vico.

   Mariana se estiró adolorida, no sentía los huesos de la espalda pero aún así, deseaba pasear todo lo que pudiera por los amplios jardines pertenecientes a Juan Pedro.

   Había llegado algo tarde a la casa, pero no se preocupo por darle noticias a Nicolas de que había llegado. No quería molestar a nadie y además quería experimentar unos minutos de soledad disfrutando de su sola compañía y la de las rosas blancas, prácticamente plateadas iluminadas por la luz de la luna.

   El sonido del pasto bajo sus pies la consumía, mientras avanzaba al interior del laberinto.

   Pero el sonido de ramas crujir, la alerto.

   Observó el lugar atentamente en busca de signos de alguna otra presencia… Pero la luna había sido cubierta por las sombras, dando paso a una indescriptible oscuridad. Aturdida, Mariana comenzó a caminar lentamente guiándose por las paredes del laberinto, cubiertas por enredaderas y rosales.

   A su alrededor, se oía como si estuvieran rompiéndole los huesos a alguien; pero era más bien aterrador y sanguinario… Asqueroso y que hizo estremecer toda su columna vertebral. La piel descubierta de sus brazos se volvió de gallina.

   Trago saliva. ¿Por qué seguía caminando hacia el lugar donde los sonidos se oían más fuertes? Como si alguien mascara con fuerza… Pero aun así se sentía atraída y con una morbosa curiosidad.

   Paro de caminar justo cuando la luna salía de su escondite detrás de las nubes negras de tormenta…

   Estaba segura de que iba a vomitar…

   Debía de tener el rostro pálido y los ojos abiertos. Pero ella no entendía que era la escena que estaba viendo.

   Completamente segura de que eran ellas; dos de las chicas de la servidumbre de la casa de Juan Pedro estaban tiradas en el suelo, sobre un charco de sangre. Los cuerpos inertes tenían magulladuras y los huesos y articulaciones torcidas de manera inhumana.

   Trozos de carne perteneciente a las muchachas, estaban esparcidas por el suelo… Y un monstruo estaba erguido sobre ambas.

   Era  la cosa más horrorosa que había presenciado. Era algo con apariencia humana, pero como si no tuviera piel; más bien… Todo su cuerpo estaba en carne viva; era enorme y con desagradables y sanguinarios ojos de color rojo, que se concentraban en donde estaban sus garras despellejando los cuerpos y arrancándole la carne. Los filosos dientes, hechos correctamente para matar; masticaban lo que parecía ser uno de los dedos de las chicas.

   Mariana tragó saliva. Los cuerpos ensangrentados en el suelo… Era como revivir la muerte de sus padres.

Continuara....

Listo por hoy :) Que conste que ustedes quisieron mas! 

Bueno por un mes no subo porque me voy de vacaciones a Cancún :D

Ok, no. :/ Ojala! Igual algun dia voy a ir ¿Quien me acompaña? :) Era solo para hacerlas enojar! Jajajaja ¿Funciono? :) 

GRACIAS por acompañarme en esta maratón! Creo que me voy a escribir mi novela!

Besitos y buenas noches!!!

Juli♥

@amorxca

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