Capítulo 90:

Peter se sentó detrás de Mariana, rodeándola con los brazos y sus manos descansaban en su vientre. Ella se inclinó hacia atrás sobre su pecho, la espalda acunada contra su pelvis. El levantó una mano para apartarle el pelo de la cara, mientras que otra contracción atravesaba su cuerpo.
Ella tembló en sus brazos, y él hizo todo lo que pudo hacer, para no permitir que su miedo tomara el control.

Cuando regresaron a la casa, después de ejercitar a los caballos, no habían sido capaz de encontrarla en ningún sitio. En ese momento, todo un montón de terroríficos escenarios atravesaron su mente. Locuras, ideas locas, pero sin embargo le habían asustado.
Su ex marido había escapado de la cárcel. O quizás había contratado a alguien más para matarla.
Esto le trajo recuerdos de la noche en que había yacido impotente en el suelo mientras Mariana había sido alejada de él. Su incapacidad para salvarla, el hecho que le había fallado cuando más le necesitaba.
Cerró los ojos y enterró los labios en su pelo. El picor de las lágrimas ardía en los parpados y tomó profundos y tranquilizadores alientos para intentar controlar sus emociones. No podía fallar. No ahora. No cuando ella le necesitaba para ser fuerte. No le fallaría otra vez.
—Respira, cariño. Respiraciones profundas. Eso es —la animó Thiago.
Thiago se posición entre sus piernas, mientras Juan se cernió sobre su hombro.
—Ah Dios, ¡duele! —gritó ella.
Arqueó la espalda y Peter pudo sentir la tensión de su cuerpo, como una gomita completamente estirada.
—Lo estás haciendo bien, cariño. Casi esta aquí. Cierra la boca. Respira por la nariz, aguanta y empuja. Un empujón largo. Vamos a ver a nuestro bebé.
Ante la dirección calma de Thiago, ella se tranquilizó.Peter podía sentir su inhalación profunda y luego aguantaba.
—Eso es, amor —susurró Peter en su oreja.
Las manos de Peter enmarcaron el vientre, intentando infundirle fuerza.
—¡Eso es! —dijo Thiago con voz entusiasmada—. Vamos, cariño, un buen empujón más. Puedes hacerlo.
Un agonizante gemido rasgó la garganta de Mariana y Peter se dolió por ella. Él sentía su dolor. Sentía su esfuerzo. Lo vivía con ella. Dios, deseaba poder tomar su dolor. Haría cualquier cosa por que ella no sufriera así.
—¡Aaaaah!
—Bien, descansa un minuto —instó Thiago—. La cabeza está fuera. Esa es la parte dura. Permítame succionar y trabajaremos en conseguir que nuestro bebé haga el resto del camino hasta aquí.
Peter miró hacia abajo, para ver como una ancha sonrisa partía la cara de su hermano mayor.
Detrás de él, Juan se puso de pie, su cara era llena de asombro, de admiración.
—Necesito empujar otra vez,Thiago.
Había pánico en su voz, como si no estuviera bastante segura de que debería estar haciendo.Peter la besó en el pelo y frotó el vientre con las manos, queriendo hacer algo para consolarla.
Thiago se estiró y apretó una de las manos de Mariana.
—Vamos, empuja, cariño. Un buen empujón más y habremos acabado.
La espalda de Mariana se arqueó una vez más y cada músculo en su cuerpo se tensó. Luego se relajó, como un globo desinflado. Cayó en los brazos de Peter, como un tallarín débil. Respiraba de forma desigual, el pecho subiendo y bajando con esfuerzo.
Peter miró abajo una vez más y se encontró con los ojos de su hermano.
—Es un chico —susurró Thiago—. ¡Tenemos un hijo!
Una lágrima descendió por la mejilla de Peter y se apresuró a secarla con el hombro.
Juan se acercó y Thiago sostuvo al resbaladizo bulto que se retorcía, para que Juan lo cogiera.
—¿Puedes ocuparte del cordón? —preguntó Thiago—. Necesitaré cerciorarme de que sale la placenta.
Juan se estiró reverentemente  por el bebé que gemía, con lágrimas brillando en sus ojos. Los tres hermanos intercambiaron miradas, sus ojos repletos de emoción.Peter apretó a Mariana en sus brazos, la ráfaga de amor que sentía por ella era tan fuerte, que era todo lo que podía hacer para contenerse.
Juan cortó y ató el cordón, luego envolvió una manta alrededor del bebé. Anduvo y bajó suavemente el bulto a los brazos extendidos de Mariana.
Peter consiguió su primera vislumbre de su hijo.Mariana lo sostenía en sus brazos, los dedos explorando levemente la cara y los dedos diminutos.
—Es hermoso —susurró ella, su voz pesada por la emoción.
Peter se sentó allí, sosteniéndolos a ambos en sus brazos. Sostenía todo lo que le importaba allí, cerca de él, contra su corazón. Otra lágrima bajó por su mejilla, y esta vez no la enjugó.
—Te amo —él se ahogó contra su pelo.
Juan se inclinó para besar a Mariana en la sien y luego bajó la cara para besar la frente del bebé.
—Gracias —susurró Juan—. Es absolutamente hermoso.
Mariana giró la cara para sonreír ampliamente a ambos, a él y a Juan.
—¿Lo es, verdad?
 Ella giró al bebé a su seno, ofreciéndole su pezón. Después de unos pocos momentos de que el bebé lo acariciara con la nariz y lo rozara,Mariana se las arregló para que lo cogiera. Pronto estuvo alimentándose con satisfacción.
Unos pasos sonaron en el vestíbulo y un segundo después entró rápidamente la comadrona. Sonrió a Mariana.
—Bien, diría que lo habéis hecho bien sin mí.
Se apresuró y tomó el control de la situación. Ahuyentó a los hombres, dándoles a cada uno una tarea diferente, asegurándoles que podrían regresar tan pronto como ella hubiera tenido la oportunidad de revisar y limpiar a la madre y al bebé.

Continuara....

Y si, fue un varoncito :) Ya se que muchas querian una nena pero sino como sigue la tradición familiar? no se si influye en mujeres pero asi estamos seguras de que esta tradición podría continuar ;)
Se agrando la familiaaa :) son mas tiernos!
+ de 30 firmas y subo el último cap :)