lunes, 11 de febrero de 2013

Capítulo 2:




Esa noche desempaqué mi maleta en la vieja cómoda. Sally me había
ayudado a delimitar con papel de empapelar; aún olía a humedad y los cajones
se atoraban, pero me gustaba la pintura blanca desgastada. Afligida, la llamó
Sally. Sabía cómo se sentía, habiendo pasado tantos años en ese extremo del
espectro emocional.

Me encontré preguntándome acerca de la Sra Hoffman y este extraño pueblo
al que habíamos llegado. Se sentía tan diferente – alienígena. Incluso el aire
a esta altitud no era el suficiente y tenía acechando el tenue zumbido de una
jaqueca. Mas allá de las ventanas, enmarcadas por las ramas de un manzano que
crecía próximo a la casa, las montañas eran extrañas formas contra el grisáceo
cielo de una noche nubosa. Los picos se erguían como una sentencia sobre el
pueblo, recordándonos a los humanos cuán insignificantes y efímeros éramos.
Pasé un largo rato seleccionando qué llevaría en mi primer día de escuela,
conformándome con un par de jeans y una remera Gap, lo suficientemente
anónima como para no sobresalir entre el resto de los estudiantes. Pensándolo
mejor, saqué un ceñido vestido con la bandera Británica bordada con dorado al
frente. Más me valía que aceptara lo que era.
Eso era algo que Sally y Simon me habían enseñado. Ellos sabían de las
dificultades que tenía recordando mi pasado y nunca presionaron, diciendo que
lo recordaría cuando y si es que, estuviera lista. Era suficiente para ellos que
fuera quien yo era ahora, no tenía que disculparme por ser incompleta. Aún así,
no me evitaba el estar bien asustada acerca de lo desconocido que era mañana.
Sintiéndome un poco cobarde, acepté la oferta de Sally de que me
acompañara a la secretaría de la escuela para enlistarme. La Secundaria
Wrickendridge estaba a cerca de una milla de nuestro vecindario, próxima
a la Interestatal-70, la ruta que conectaba al pueblo con los otros centros de
esquí en el área. Era un edificio que se enorgullecía de su propósito: el nombre
estaba grabado sobre roca sobre las puertas dobles, los jardines estaban bien
mantenidos. Los corredores estaban abarrotados de pizarras promocionando el
amplio rango de actividades que estaban abiertos a – o se esperaba que hicieran
– los estudiantes. Pensé en el sistema educativo al que podría haber estado
asistiendo en Inglaterra. Alejada, entre centros de compras en una mixtura de
edificios de los sesenta y casas en remolque, habría sido anónimo, no un lugar al
que pertenecieras sino uno por el que estuvieras de tránsito. Tenía la sensación
de que pertenecer era una gran parte de la experiencia en Wrickendridge. No
estaba muy segura de cómo me sentía acerca de ello. Supongo que estaría bien si
me las ingeniaba para encajar, pero mal si fracasaba en la prueba de fusionarme
en una nueva escuela.
Sally sabía que yo estaba ansiosa pero eligió actuar como si fuera a ser la
estudiante más exitosa jamás conocida.
“Mira, tienen un club de arte,” dijo alegremente. “Podrías intentar cerámica.”
“Soy inservible para esas cosas.”
Se chupó los dientes, sabiendo que estaba en lo cierto. “Música entonces. Veo
que hay una orquesta. Oh, mira, y animadoras! Eso puede ser divertido.”
“Seh, seguro.”
“Lucirías linda en uno de esos trajes.”
“Soy muy baja,” dije, echándole el ojo a las chicas piernas de jirafa que
conformaban el equipo de porristas del póster del grupo de animadoras.
“Una Venus en tamaño bolsillo, eso es lo que eres. Desearía tener tu silueta.”
“Sally, dejarías de ser tan bochornosa?” Por qué me molestaba incluso en
discutir con ella? No tenía ninguna intención en convertirme en porrista aún si
la estatura no fuera un problema.
“Básket,” continuó Sally.
Hice rodar mis ojos.
“Danza.”
Ahora era en chiste.
“El club de matemática.”
“Necesitarás hacerme un club sobre la cabeza para meterme en eso,”
murmuré, haciéndola reír.
Apretó mi mano brevemente. “Encontrarás tu lugar. Recuerda, eres especial.”
Abrimos la puerta de la oficina. El recepcionista estaba de pie tras el
mostrador, los anteojos sujetos a una cadena alrededor de su cuello; rebotaban
sobre su suéter rosado mientras colocaba la correspondencia en los casilleros de
los profesores. Se las arregló para hacer esto al tiempo que tomaba café de un
tazón transportable.
“Ah, tú debes ser la chica nueva proveniente de Inglaterra! Pasa, pasa.” Nos
hizo señas para que nos acercáramos, y estrechó la mano de Sally. “Sra. Bright,
soy Joe Delaney. Si no es mucha molestia fírmeme algunos formularios. Lali,
cierto?”
Asentí.
“Soy el Sr Joe para los estudiantes. Tengo un paquete de bienvenida aquí
para ti.” Me lo entregó. Ví que ya tenía una tarjeta magnética con mi foto. Era la
que habíamos tomado para mi pasaporte, aquella en la que parecía un conejillo
a punto de ser arrollado. Genial. Pasé la correa alrededor de mi cabeza y metí la
tarjeta fuera de vista.
Se inclinó hacia adelante en forma confidente, brindándome una bocanada se
su floral loción de afeitar. “Asumo que no estás familiarizada con cómo hacemos
las cosas aquí?”
“No, no lo estoy,” admití.
El Sr. Joe pasó los siguientes diez minutos explicando pacientemente a qué
cursos debía asistir y qué calificaciones necesitaría para graduarme.
“Hicimos un cronograma aquí, basados en las elecciones que hiciste cuando
llenaste tu formulario de aplicación, pero recuerda, nada está escrito en piedra.
Si deseas cambiar, sólo avísame.” Miró su reloj. “Te has perdido la registración,
así que te llevaré directo a tu primera clase.”
Sally me dio un beso y me deseó suerte. De aquí en adelante, quedaba por mi
cuenta.
El Sr Joe frunció el ceño ante la multitud de holgazanes en el registro de
faltas, dispersándolos como un collie arreando a las obstinadas ovejas, antes de
llevarme hacia el pasillo de Historia. “Lali, ese es un bonito nombre.”
No quería decirle que lo elegimos juntas hacía sólo seis años atrás cuando fui
adoptada. No había sido capaz de contarle a nadie mi nombre de nacimiento
cuando fui encontrada y no lo había hablado por años luego de eso, así que
Servicios Sociales me había nombrado Janet – ‘Solo Janet’, como un hermano
adoptivo había bromeado. Eso me había echo odiarlo aún más que nunca. Un
nuevo nombre se suponía que ayudara a un nuevo inicio con los Rinaldi; Janet
había quedado relegado a mi segundo nombre.
“A mis padres les gustaba.” Y no había sido lo suficientemente grande como
para preveer cuán embarazoso podría ser en ocasiones junto a mi apellido.
“Es lindo, original.”
“Um, si.” Mi corazón palpitaba, las palmas de mis manos estaban húmedas.
No iba a estropear esto. Definitivamente no iba a estropearlo.
El Sr Joe abrió la puerta.
“Sr Ozawa, aquí está la chica nueva.”
El profesor japonés-americano levantó la vista de su ordenador portátil en
donde había estado haciendo correr algunas notas sobre la pantalla interactiva
blanca. Veinte cabezas se volvieron en mi dirección.
El Sr Ozawa me miró por encima de sus gafas con cristales en forma de media
luna, el cabello lacio negro cayendo sobre sus lentes. Era apuesto, para ser un
hombre mayor. “Lali Rinaldi?”
Unas risillas recorrieron el salón pero no era mi culpa que mis padres no me
lo hayan advertido cuando elegí mi nombre. Como siempre, sus cabezas habían
estado llenas de imágenes de fantásticas en lugar de mi tormentoso futuro en la
escuela.
“Si, señor.”
“Yo me encargo desde aquí, Sr Joe.”
El recepcionista me dio un empujoncito de aliento sobre el umbral y se
alejó. “Sigue sonriendo,Lali.”
Eso definitivamente iba a ocurrir cuando no me sintiera como buceando en
busca de refugio bajo el escritorio más cercano.
El Sr. Ozawa hizo clic sobre la siguiente diapositiva titulada ‘La Guerra Civil
Americana.’ “Toma asiento donde gustes”.
Había sólo uno libre que pudiera ver, junto a una chica de piel tostada y uñas
pintadas en colorado, blanco y azul. Su cabellera era increíble – una melena de
rastas castañas que caían sobrepasando sus hombros. Le di una sonrisa neutral
al tiempo que me deslizaba a su lado. Asintió con la cabeza y golpeó sus talones
sobre el escritorio mientras el Sr Ozawa hacía pasar un folleto. Cuando se dio la
vuelta, me ofreció su palma para un breve roce más que para estrecharla.
“Candela Vetrano.”
“Lali Rinaldi.”
“Seh, capté eso.”
El Sr Ozawa aplaudió para llamar nuestra atención. “Bien chicos, ustedes han
sido los afortunados a quienes eligieron para estudiar Historia Americana del
siglo XIX. Sin embargo, después de diez años de enseñarles a los estudiantes
del anteúltimo año, no me hago ilusiones y he de esperar que las vacaciones les
hayan llevado todo el conocimiento de sus cerebros. De modo que comencemos
con una fácil. Quién puede decirme cuándo empezó La Guerra Civil? Y sí, quiero
el mes correcto.” Sus ojos escanearon a la clase de expertos esconde-cabezas y
vinieron a posarse sobre mí. Qué fastidio.
“Lali Rinaldi?”
Cualquier conocimiento que alguna vez tuve sobre historia Americana se
desvaneció cual hombre invisible despojándose de su traje, pieza por pieza,
dejándome en blanco. “Em…tuvieron una guerra civil?”
La clase gimoteó.
Supongo que eso significaba que realmente debería haber sabido eso.
En el receso, estaba agradecida de que Candela no haya abandonado a esta
desorientada británica pese a mi pésima actuación en clase. Se ofreció a
mostrarme los alrededores de la escuela. Muchas de las ocurrencias que tenía
la hacían reír – no porque estuviera siendo chistosa, sino porque estaba siendo
demasiado Inglesa, según ella.
“Tu acento está de lujo. Suenas como esa actriz – ya sabes, la de la película de
piratas.”
De verdad sonaba tan refinada? Me pregunté. Siempre pensé que era
demasiado londinense para eso.
“Acaso estás relacionada con la Reina o algo?” bromeó Candela.
“Si, ella es algo así como mi muy lejana prima segunda,” dije seriamente.
Los ojos de Candela se ampliaron. “Me estás jodiendo!”
“En realidad, sí lo estoy – me refiero a bromeando.”
Ella se rió y se abanicó la cara con su carpeta. “Me habías atrapado por un
momento ahí, ya me estaba empezando a preocupar de tener que hacer alguna
reverencia.”
“Adelante.”
Nos servimos el almuerzo y llevamos nuestras bandejas al salón comedor.
Una de las paredes estaba compuesta enteramente de ventanales, dando
una visión de los fangosos campos de juego y del bosque a las afueras. Había
salido el sol, plateando los picos montañosos de un blanco brillante, de modo
que algunos de los estudiantes estaban comiendo afuera, reunidos en grupos
dispuestos más o menos acorde al estilo de ropa. Había cuatro años en esta
secundaria, las edades iban de los catorce a los dieciocho. Yo estaba en el
onceavo año, el tan llamado anteúltimo año, por detrás de los del último, que
son aquellos que se están graduando.
Agité mi lata de agua efervescente hacia ellos. “Entonces, Cande, quién es
quién?”
“Los grupos?” se rió. “Sabes, Lali, a veces pienso que somos víctimas de
nuestros propios estereotipos, porque nos conformamos; aunque odie admitirlo.
Cuando tratas de ser diferente, simplemente terminas en un grupo de rebeldes
en que todos hacen lo mismo. Así es la secundaria para ti.”
Un grupo sonaba bien: un lugar donde estar a cubierto. “Supongo que
era igual de donde vengo. Déjame adivinar, aquellos son los deportistas?”
Estos hacían aparición en cada película que había visto desde Grease hasta High
School Musical, y era fáciles de identificar gracias al despojo que hacían para las
prácticas a la hora del almuerzo.
“Seh – los locos por el deporte. En su mayor parte están BIEN – no muchos
chicos fornidos con abdominales marcados, lamento decirte, simplemente
adolescentes sudorosos. Aquí son principalmente béisbol, baloncesto, hockey,
fútbol americano y fútbol femenino.”
“Fútbol Americano – eso es como el Rugby, no?, excepto que llevan un
montón de relleno.”
“Te parece?” se encogió de hombros. Supuse allí mismo que no era muy
deportista. “A qué juegas?”
“Puedo correr un poco y he sido conocida por golpear con potencia en Tenis,
pero eso es todo.”
“Puedo con ello. Los deportistas suelen ser tan aburridos, sabes? Una sola
cosa en la cabeza  y no son chicas en lo que piensan.”
Tres estudiantes pasaron, discutiendo los gigas con serias expresiones, dignas
de negociadores de paz en Medio Oriente. Uno hacía girar su pen en un llavero.
“Ellos son los geeks o frikis – son los más inteligentes y se aseguran de que
los demás lo sepan. Casi lo mismo que los nerds pero con más tecnología.”
Me reí.
“Para ser honesta, también hay otros de mente brillante  son astutos pero la
llevan bien. No tienden a andar juntos en grupetes como los geeks o los nerds.”
“Ajap. No estoy segura de que vaya a encajar en ninguno de esos grupos.”
“Yo tampoco: no soy tonta, pero tampoco material como para la Ivy League.
Luego están los del tipo artístico – músicos y actores. Medio que encajo allí en
cuanto a que me gusta el arte y diseño.”
“Deberías conocer a mis padres entonces.”
Hizo tamborillear sus dedos sobre su lata en excitación. “Te refieres a que
eres esa familia – los que vienen al Centro de Arte del Sr Rodenheim?”
“Si.”
“Genial. Me encantaría conocerlos.”
Un grupo pasó arrastrando sus pies, chicos a los que los pantalones les
colgaban exponiendo el trasero como a un alpinista colgado de un arnés sin
cuerda de seguridad.
Esos son unos de los pocos skaters,” Tina bufó. “No hace falta decir más.
No debo olvidarme de los chicos malos – no los verás pasando el rato por aquí
con nosotros los perdedores – ellos son demasiado ‘geniales’ para nosotros.
Probablemente ahora estén afuera en el estacionamiento con su grupo de
admiradoras comparando, qué se yo qué, carburadores o algo. Eso si es que no
han sido suspendidos. Quién me quedó fuera? Tenemos algunos inadaptados.”
Señaló a un pequeño grupo en el área de servicio. “Y luego tenemos a nuestra
propia fraternidad de esquí, especial de las Rocosas. En mi opinión, ese es el
mejor en la ciudad.” Debe de haber visto mi expresión de preocupación porque
se apresuró a tranquilizarme. “Puedes estar dentro de más de uno – esquí es tan
bueno como ser deportista, hacer una obra y obtener las mejores calificaciones.
Nadie tiene por qué ser sólo una clase de cosa.”
“Excepto los inadaptados.” Eché un vistazo al grupo que ella había indicado.
No eran un grupo en verdad, sino una conjunción de bichos raros que no tenían
ningún otro con quien sentarse al lado. Una chica estaba hablando consigo
misma en voz baja – al menos no vi ninguna evidencia de un equipo telefónico
de manos libres. Sentí el repentino pánico de que estaría entre ellos cuando Cande
se cansara de mí. Siempre me sentí como una rareza; no bastaría mucho como
para que me tiren al grupo de los verdaderamente raros.
“Seh, no los tengas en cuenta. En todas las escuelas hay.” Abrió su yogurt.
Nadie les da mucha importancia. Así que, cómo era tu escuela anterior? Tipo
Hogwarts? Chicos elegantes vistiendo trajes negros?”
“Em.....no.” Me ahogué en una carcajada. Si Cande pudiera vernos en nuestro
almuerzo integral, no le recordaríamos a Hogwarts sino a un zoológico con dos
mil de nosotros tratando de luchar y abrirnos camino por el abarrotado salón
comedor en cuarenta y cinco minutos. “Éramos más como esto.”
“Genial. Entonces pronto te sentirás como en casa.”
El ser nueva era algo en lo que tenía mucha experiencia en mi vida previa
a que Sally y Simon me adoptaran. En aquellos días había sido arrastrada de
hogar en hogar como una carta en cadena que nadie quería conservar. Y ahora
volvía a ser una extraña. Me sentía horriblemente conspicua deambulando
por los pasillos, mapa en mano, completamente a la deriva en cómo la
escuela funcionaba, aunque supongo que mi obviedad estaba en mi cabeza;
probablemente los otros estudiantes ni me notaran. Los salones y profesores se
tornaron hitos en los cuales orientarse; Cande la clase de roca a la cual aferrarse
cuando fuera arrastrada hacia ella, de vez en cuando, pero trataba de ocultar
esto dado que no quería arriesgar nuestra creciente relación amistosa devenida
en una amistad por miedo a sobrecargarla. Pasé horas sin hablar con nadie y
tuve que forzarme a mí misma a ignorar mi timidez e iniciar conversaciones con
mis compañeros. Aún así, tenía la impresión de que había llegado demasiado
tarde; de que los estudiantes de la Secundaria Wrickendridge tenían ya años
de grupos y conocerse los unos a los otros. Yo estaba en la periferia, esperando
entrar.



Continuara...

Hago  los caps largos para rápido llegar a lo interesante. No habrá amor laliter al toque pero si encuentros y esas cosas.... :) 

Al final si me cree el blog, por si alguna no leyó el post anterior :) http://amorisallyouneed.blogspot.com.ar/ paseen y lean la sinopsin :) Ojala se enganchen! Es la que subo en face, tal vez les sea mas facil leerla por acá... si no les gusta o ya la leen en face al menos unanse al grupo porque tambien subiré cortos y demás ;)

Ojala hayan tenido un lindo día! Yo lo pase con mi familia festejando el cumple de mi mamá :)

Besos

Juli ♥

@amorxca

12 comentarios:

  1. Lindo capitulo!! Subi maaas
    @Fio_JPL

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  2. MUY LINDO CAPITULO!! SOY GIU DEL BLOG LALITERNUESTROUNIVERSOENCOMUN, TE AVISO QUE YA TE SIGO EN LOS DOS BLOGS QUE TENES!! ME AVISARIAS POR TWITTER CUANDO SUBIS? GRACIAS!! @Giu95_blog! besos! Giu

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  3. jhgy78i no me gustan los caps sin laliter jaja me deprimeen y siento q leo al pedo ensima q no entiendo un joraaca ajaja
    Em me voy a unir al grupo pero prefiero leer desde el face me resulta mas comodo q el blog :)
    Maaaas
    Beso,Anto

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  4. pobrecita, yo entiendo eso es dificil acostumbrarse a una escuela nueva por suerte mi mejor amiga vino conmigo :) <3 me encanto el cap ya quiero que se encuentre con Peter !!!!!!!! :D massss julii por fassss @LuciaVega14

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  5. debe sentirse horible ser la nueva masss!

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  6. Ayyy esta muy buena seguí avisándome porfa mi Twitter es @mely1803 ...quiero más nove :)

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  7. osea q la nove es larguita??? bue me gustan los cap largos me entretengo antes de dormir mass plis

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  8. los tipicos grupos de la secundaria jajja

    novela solo tu: http://morithalaliter.blogspot.mx/

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Gracias por leer. Espero tu comentario :)