martes, 14 de mayo de 2013

Capítulo 55:




Lali se acurrucó más en las tibias sábanas. Todo su cuerpo zumbaba
agradablemente con las secuelas de hacer el amor con Peter.
Nunca se había sentido mejor en toda su vida. Y, finalmente, una gran preocupación había
desaparecido de sus hombros. Ella no era una enferma mental. Las criaturas que
había visto, incluso Poseidón que la había salvado de ahogarse... eran reales. Y si
eran reales, significaba que su madre no había estado loca tampoco.

Todo tenía sentido ahora. Ella había heredado el don de ver seres de otros
mundos de su madre. Y ahora se había enamorado de un dios. Peter. Se dio la
vuelta al otro lado de la cama, tratando de acercarse a él. Pero la cama estaba vacía.

Lali se incorporó de un salto y escuchó los sonidos de la casa. Podía oír
los ruidos débiles que venían desde el segundo piso. Rápidamente, bajó las piernas
de la cama y encontró su bata de baño.

Mientras caminaba a lo largo del pasillo del segundo piso, oyó un
presentador de noticias en el televisor. —Los meteorólogos no han sido capaces de
explicar el fenómeno hasta el momento, pero está claro que la tormenta tomó un
giro brusco anoche y se desvió de la costa. El radar fue incapaz de seguir la ruta de
la tormenta...

Lali se dirigió a la cocina, donde escuchó a alguien moviendo ollas y sartenes. —¿Peter?

—Buenos días, Lali—, Alice la recibió con alegría.

—Buenos días, Alice. ¿Has visto a Peter?

—No. No hay nadie aquí, excepto yo—. Se oyó el ruido de la puerta principal. —Oh, tal vez ese sea él ahora.

Lali dio un paso atrás en el pasillo, mientras alguien subía por las escaleras. —Peter—, dijo en voz alta.

—No, soy yo, Jonathan—, respondió la voz. —Lo siento, vine un poco
tarde esta mañana. Estaba viendo las noticias sobre la tormenta. Muy raro, ¿no?
Que se desvaneciera así como así.

Lali asintió con la cabeza. Peter había hecho eso. Ella estaba orgullosa
de él, pero por supuesto, nunca podría contarle a nadie lo que había hecho. —
Buenos días, Jonathan.

—Buenos días. Oh, lindo, ¿quién le trajo las flores?

—¿Qué flores?

—Las que están en el aparador. Parece que hay una tarjeta con ellas—,
explicó Jonathan.

Lali escuchó a Alice salir de la cocina. —Ya estaban allí cuando llegué
aquí esta mañana.

—¿Puedes leerme la tarjeta?— Instintivamente sabía de quién eran las flores.

Y seguramente Peter sabía que no podía leer la tarjeta, así que no escribiría nada
demasiado íntimo en ella, a sabiendas de que alguien tenía que leérsela. Tal vez
sólo había tenido que irse para hacerse cargo de algo y volvería pronto.

Jonathan pasó a su lado. Ella oyó el crujido de un sobre abriéndose.

—Lali, todo lo que dije anoche es cierto, pero no puedo quedarme.
Perdóname. Peter —, dijo Jonathan.

¿Él la había dejado? Una mano helada se apoderó de su corazón y le apretó
la última gota de sangre de ella. Sus pulmones luchaban por aire, pero no podía
conseguir nada. Cerró los ojos, en busca de consuelo en la total oscuridad, tratando
de dejar fuera el resto del mundo. Peter se había ido. Sus palabras tenían una
finalidad que ella entendía.

Sintió la mano de Jonathan en el codo, sosteniéndola. —Lo siento—, dijo en
voz baja. —Sé que le gustaba él.

Gustar, ni siquiera se acercaba a lo que sentía por Peter. Ella le había
abierto su corazón. Lali tomó una bocanada de aire. Con él llegó el primer
sollozo, pero ella lo contuvo. No, no podía permitirse llorar, no ahí, no en frente de
Alice y Jonathan.

—Le traeré una taza de café—, dijo Alice desde la cocina, la pena en su voz
dio la puñalada final a la compostura de Lali.

***
Peter se alejó de la piscina de agua y de las imágenes que se mostraban en
su superficie. No podía ver a Lali llorar hasta quedarse dormida, por segunda
noche consecutiva. Le dolía demasiado. Ya la noche anterior, él había querido
correr hacia ella y consolarla, decirle que volvería a ella, si sólo dejara de llorar.

Pero se había frenado, sabiendo que no podía darle lo que necesitaba. Se merecía
un hombre, que le sería fiel para el resto de su vida, y que él no podía garantizarle
eso.

—¿Qué pasa hijo?—, se oyó la voz de su padre detrás de él.

Peter giró sobre sus talones. —¡Todo está mal!

—¿No crees que eso es un poco melodramático?

—No te he perdonado a ti ni a Zeus, por lo que hicieron.

 De hecho, Peter estaba aún hirviendo de ira. Ira no por su propio dolor, sino por el dolor que
Lali tenía que pasar ahora. Su propio dolor, se lo merecía. Ya era hora de que él
pagara por todos los pecados de su juventud y de su insensibilidad. Pero no era
justo dejar que Lali sufriera por ello.

—Nosotros sólo tratábamos de darte una lección, una que, si se me permites
añadir, necesitabas desesperadamente. Todas tus acciones fueron tuyas.

Peter fulminó con su mirada a su padre. Pero la expresión de Poseidón no
se tornó enojada. En cambio, su rostro se mantuvo en calma, lo que irritó aún más
a Peter. —He aprendido la lección, te lo aseguro. Pero tú y Zeus han ido
demasiado lejos esta vez. Lali es inocente. Ella no se merece sufrir.

—¿Ella sufre?

Peter cruzó la distancia para enfrentarse cara a cara con su padre. —Ella
llora todas las noches, no come, no tiene ninguna esperanza—, dijo entre dientes.

—Tal vez debería hacer algo al respecto—, dijo inocentemente Poseidón.

Peter entrecerró los ojos. —¿Qué estás diciendo?

—¿Supongo que ella está sufriendo por ti?

A su padre no le gustaba la acusación más que nada porque era cierto.

Lali sufría porque él la había dejado. La dejó con apenas una palabra, sin una
explicación, y en medio de la noche. Como el ladrón que era, el ladrón que le había
robado su corazón y luego lo había arrojado a un lado. Por los dioses, cómo se
odiaba por ello.

Sin otra palabra, dio media vuelta y se dirigió hacia el palacio.

—Hijo—, lo llamó Poseidón después, —tienes que confiar en lo que sientes.

Sólo tú sabes lo que es. Nadie más.

¿Qué sabía su padre en cuanto a lo que sentía? Su corazón estaba siendo
escurrido veinticuatro horas al día. No había ni un momento desde que había
regresado del mundo mortal, que no sintiera el agudo dolor punzante que cortaba
su corazón en pedazos. Ni siquiera en la noche él conseguía indulto. No había
dormido desde que había dejado los brazos de Lali. Siempre que trataba de
cerrar los ojos, las imágenes de Lali inundaban su mente, intensificando el dolor
en su corazón.

¿Cuánto tiempo más haría falta para que las flechas de Eros perdieran su
efecto? ¿No había dicho Eros que era sólo cuestión de horas? Máximo tres días,
dijo. Bueno, tal vez estaba siendo castigado un poco más. Sí que se lo merecía. Y él
estaba plenamente dispuesto a recibir más castigo si sólo significaba que Lali
volviera a ser feliz.

Tenía que hacer algo por ella, para ayudarla.

***
El dios de la medicina, Asclepio, sólo levantó una ceja al oír la pregunta de
Peter. —Seguramente sabes que necesitas una buena razón para sanar a alguien.

De lo contrario, todo el mundo esperaría ser sanado de cualquier dolencia y no
habría ninguna enfermedad en el mundo mortal.

—Esta mujer es especial. Ella necesita de nuestra ayuda. Debido a los
dioses, ya ha sufrido demasiado, y es justo que le den algo a cambio que la ayude a
restaurar su esperanza en la vida—. Peter miró el bastón en la mano del dios. Una
serpiente enroscada alrededor de ella, chasqueaba la lengua sacándola de vez en
cuando. Sabía que si Asclepio lo quería, podía curar cualquier enfermedad.

—Ah, de modo que es la mujer de la que todo mundo habla en el Olimpo.

Peter no ocultó su sorpresa. —¿Qué quieres decir?

El dios sanador se echó a reír. —Por fin una mujer mortal te ha puesto de
rodillas.

La evaluación era correcta, pero Peter no estaba de humor para discutir sus
sentimientos con él o con cualquier otra persona sobre esa materia. —No importa
lo que diga todo el mundo. ¿Me ayudarás?

—¿Ayudarte? Pensé que querías que yo la ayudara.

—Ayudarla a ella, es ayudarme a mí.

—Ya veo. Como sabes, nada es gratis, ni siquiera aquí en el Olimpo. ¿Qué
tienes para ofrecerme a cambio?

Peter no había pensado en ello. No tenía nada que el dios sanador pudiera
desear. Cundió el pánico dentro de él. Si no podía ofrecerle algo a Asclepio de gran
valor, no le devolvería la vista a Lali. Desesperadamente, Peter revisó en su
mente para tratar de encontrar cualquier cosa de su propiedad que fuera de valor.

Él se quedó en blanco.

—¿Qué quieres?—, le preguntó con desesperación. —Te daré lo que quieras,
lo que esté en mi poder.

—¿Cualquier cosa?—, preguntó Asclepio. —Justo lo que pensaba—. Una
sonrisa torcida se deslizó sobre sus labios. —Parece que podría ganar mi apuesta,
después de todo.

—¿Tu apuesta?

—Tu amigo Hermes se ha convertido en todo un corredor de apuestas desde
que regresaste. Tengo un gran tesoro apostado en ti.

—¿Qué por Hades es lo que está pasando?— ¿Ellos estaban haciendo
apuestas sobre él?

—Bueno, yo no puedo decírtelo, por supuesto. De lo contrario, podría ser
acusado de manipular la apuesta. Pero te diré que, voy a conceder tu deseo y le
daré a la mujer su vista de regreso. Y si gano mi apuesta, no me debes nada. Si
pierdo, tomaré lo que quiera de ti.

Peter nunca había sido un hombre de juegos de azar, y sin saber de qué era
lo que se trataba la apuesta, no tendría manera de saber, si había algo, qué le
debería al dios sanador. Pero no importaba. Asclepio había aceptado curar a
Lali... era lo único que importaba. Lo que sea que quisiera de él en el futuro,
valdría la pena. Peter no tenía que pensarlo. Su decisión estaba clara.

—De acuerdo.

***
Lali sintió una ráfaga de luz en su rostro, como si alguien estuviera
iluminándola con un foco. Por mero reflejo, cerró los ojos, sólo para abrirlos un
segundo más tarde.

El impacto de lo que vio la tiró de espaldas contra la pared.

Ella gritó.

Al instante, Jonathan salió corriendo de la cocina. —¡Lali! ¿Qué pasa? ¿Estás herida?

Ella lo miró, sus ojos lo recorrieron desde la cabeza hasta los pies. Su piel
era del color del chocolate con leche, pero sus ojos eran una mezcla de gris y azul.

—Tienes los ojos grises—, fue lo primero que salió de sus labios.

La mandíbula de Jonathan cayó. —Puedes verme.

Lali giró en un círculo lento y vio sus alrededores. Podía ver todo: el
revestimiento de madera en las paredes, los corredores de buen gusto en el piso de
madera lisa, las imágenes que habían sido colgadas. Incluso podía leer los nombres
de los artistas.

—Puedo ver—, repitió. —Jonathan, puedo ver—. Ella corrió hacia él,
abrazándolo antes de que ella corriera a la cocina. Alice estaba allí, acercándose
hacia ella.

—¿Lali?—, preguntó ella, con voz incrédula mientras sus miradas se
encontraban. —Oh, Dios mío—, jadeó.

Cuando Alice la abrazó, las lágrimas corrían por el rostro de Lali. Ella
estaba feliz y al mismo tiempo más infeliz que nunca. La única persona con la que
realmente quería festejar con sus ojos, no estaba ahí. Y nunca volvería. Sus ojos
nunca verían lo que quería ver: Peter.



Continuará....


+ 25 y otro!

32 comentarios:

  1. PUM A PETER!
    CAAAE CHABON ESTAS ENAMORADO DE VERDAD!
    MAAS

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  2. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

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  3. A ver si puedeen a ver si HOY SUBIS MAS, a ver que PASA, a ver que SIENTE si se ANIMARA ANIMATE PEDRO O MORIS

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  4. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

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  5. MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  6. Mas novee! Quiero saber que va a pasar!

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  7. Esta super buena, que lindo gesto por parte de peter.... MASSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  8. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!!!!!!!!!!!!

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  14. SUBI OTROOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  15. ay no q triste...me colgue pero ya sigo

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  16. No me hagas llorar Juliiii!!! :'( estoy sufriendooo buuuuu D: ewlfijewjflwle ♥ @LuciaVega14

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Gracias por leer. Espero tu comentario :)