lunes, 27 de mayo de 2013

Capítulo 3:







Peter apenas pudo contenerse durante la cena. El beso en el callejón oscuro lo había dejado incluso más caliente de lo que había estado en el momento en que había llegado a la puerta de Lali. Se había prometido a sí mismo mostrarse tranquilo esta noche, prodigarle elogios, ya sean en serio o no, y hacerse al suave seductor. Pero no, ese plan no estaba funcionando muy bien: se estaba comportando como un joven de dieciséis años de edad, en su primera cita, charlando sobre cosas estúpidas, diciendo comentarios poco sofisticados, y besándola como un hombre muerto de sed. ¡No había mucha sofisticación en eso!


Por los dioses, ¿qué era lo que le estaba pasando? ¿Estaba convirtiéndose en un completo idiota? ¡Tenía que controlarse un poco!

Peter trató de comportarse e hizo un intento de mejorar durante la cena, pero en vez de entretenerla con su habitual rutina de hombre de mundo e impresionarla con sus conocimientos sobre casi todo, él literalmente le dio de comer en la boca con su propia comida y lamió sus dedos cuando una gota de sémola de maíz cayó sobre ellos. ¡Qué tan patético era eso! Era un dios, pero él se estaba comportando como un tonto dominado.

Mientras acompañaba a Lali a la puerta de su apartamento, sentía el corazón martillando en su pecho. Esperaba que ella no hubiera cambiado de opinión acerca de la promesa que le había hecho antes, después de darse cuenta durante la cena, que era un idiota embrutecido.

— ¿Quieres entrar?— Su voz fue casi tímida cuando ella le preguntó, pero puso la más enorme sonrisa en su rostro que podía recordar.

—Me encantaría.

En el momento en que la puerta se cerró detrás de él, la tomó en sus brazos.

—¿Puedo ofrecerte algo? Café... té...

—Sí, puedes hacerlo—. Tú misma en una bandeja, le vino a la mente. En cambio, dijo,
—Otro beso.

Sus brazos serpenteaban alrededor de su cuello mientras acercaba la cabeza más a ella. Peter apreció su iniciativa. Al parecer, Lali finalmente se había excitado.

—Te deseo—, susurró.

Dentro de él, el hombre gritó. En el exterior, mantuvo el control que había ganado con mucho esfuerzo. —Bien, porque yo te deseo también.

Él la levantó en sus brazos y se dirigió a su dormitorio. No era difícil de encontrar. Además de la sala de estar de planta abierta con la cocina, sólo habían dos puertas más: una se dirigía hacia el baño y la otra al dormitorio.

— ¿Qué estás haciendo?—, preguntó, pero le sonrió, entrelazando las manos detrás de su cuello.

Peter bajó la cabeza a la suya, dándole un suave beso en sus tentadores labios.

—Lo que debí haber hecho el día que te conocí en tu vinería. Debí haberte llevado al cuarto de atrás, desvestirte y luego hacerte el amor hasta que acabaras. Y entonces debería haberlo hecho de nuevo, en caso de que te hayas desmayado la primera vez.

Había sido afortunado al encontrarla. Había tropezado con la pequeña vinería y había entrado para pedir una caja de su vino favorito, antes de que siquiera se diera cuenta de que el propietario era la mujer más atractiva que había conocido en mucho tiempo. Ella de inmediato había despertado algo en él, y tan pronto como había pedido que su caja de vino fuera entregada en su apartamento de soltero, y mantenido una larga conversación sobre el vino, la había invitado a salir. Ella había dudado al principio, pero la convenció y afirmó que no tenía nada que perder y un cliente satisfecho que ganar.

Satisfecho era la palabra operativa. Sí, debería haberla tomado justo ahí en ese momento.

—Pero no te preocupes, voy a rectificar mi error ahora—. Él sintió que su corazón latía más rápido con sus palabras.

—Que Dios me ayude—, ella murmuró.

De hecho, un dios le ayudaría a terminar: Peter le haría el placer. Y él recuperaría el control. La forma en que Lali agitaba los párpados y los latidos de su corazón resonaban a través de su cuerpo y hacían eco, fortalecieron el saber de qué ella lo deseaba y que iría hasta el final esta noche. Esta vez, ella no lo detendría y no se contendría. Y esta vez, no tendría que volver a casa insatisfecho y obtener alivio con sus propias manos como lo había hecho las dos últimas semanas.

Esta noche, él tomaría de ella lo que necesitaba y luego seguiría adelante con su vida. A pesar de que el pensamiento se formó en su mente, algo se rebeló dentro de él. Era de seguro una emoción desconocida, por lo que la hizo a un lado, hacia los oscuros recovecos de su mente. Nada empañaría esta noche, el goce de la dulce y sensual mujer en sus brazos. Esta noche sería todo placer y pasión, deseo y lujuria. Nada más importaba.

Le dio una patada a la puerta del dormitorio para cerrarla y puso a Lali en la cama queen, que estaba cubierta con un edredón de color rosa. No era exactamente su elección de decoración, pero era adecuado a su suave sensibilidad y al aire de inocencia que la rodeaba. Tal vez eso fue lo que primero le había atraído de ella: la sensación de que su corazón era inocente.

No es que ella no tuviera un cuerpo increíble también... como lo acababa de descubrir.

Cuando la había tocado esa noche y apretado contra él en el callejón, había sentido cada curva rendirse a los duros planos de su cuerpo.

Mientras la despojaba de su vestido, no sólo sus mejillas se coloreaban bellamente, sino todo su cuerpo parecía sonrojarse. —Por todos los dioses, eres hermosa—. Y por Zeus, si no lo decía en serio.

Sus pechos estaban cubiertos por el transparente material de su sostén pushup. No es que lo necesitara: se habían sentido firmes y fuertes en su mano, y eran del tamaño perfecto para sus manos. No le importaba nada más que con lo que estaba dotada Lali.

Su cuerpo estaba perfectamente proporcionado, delgada cintura pero no flaca, sus generosas caderas, pero no excesivamente llenas. Y el parche de rubio oscuro que brillaba a través del transparente tejido de sus bragas, daban la impresión de una banda bien recortada de rizos que era el lugar donde gozaría explorar.

Peter se dio cuenta de un ligero temblor de su cuerpo. Pero él sabía que no era por falta de calor. Él, por su parte, encontraba sofocante el calor en la habitación, y rápidamente se quitó la camisa para liberarse.

Con los ojos asustados como los de un ciervo, lo observaba mientras abría el primer botón de sus jeans. Detuvo su movimiento para tranquilizarla. —Amor, no tienes nada de qué preocuparte. Sólo di la palabra, y te daré todo el placer que esté en mi poder—. Y esos poderes eran supremos. Como un dios, su resistencia no tenía precedentes, y se lo demostraría esta noche.

Sus pestañas bajaron levemente como si estuviera avergonzada de verlo desnudarse.

—No he estado con nadie en mucho tiempo.

Por qué dicha admisión le gustaba, no lo entendía. —Haré lo que quieras, tan lento y suave como lo desees. Estoy aquí para hacerte sentir bien.

—Lo dices de verdad, ¿no?— Su mirada se clavó con la suya, y él reconoció su vulnerabilidad, su temor, y esa pizca de miedo que aferraba con tanta fuerza contra su pecho. Él se prometió en ese momento, erradicar ese miedo de una vez por todas.

Se quitó los jeans, mantuvo sus bóxer abrazando su erección, y se sentó sobre la cama, acercándola a sus brazos. —Lo digo de verdad. Para un hombre ser capaz de darle a una mujer el mayor placer, es la más grande excitación que se pueda imaginar.

Además, la mayoría de las mujeres estaban demasiado agradecidas, una vez que las había hecho alcanzar un orgasmo monumental, y entusiastas mamadas a menudo resultaban de ese tipo de gratitud. Su pene se tensó en contra de su confinamiento, con sólo el pensamiento de su boca rodeándolo dulcemente.

Con la yema de su dedo pulgar, la acarició a lo largo de los labios y luego por su barbilla y cuello. Hizo una pausa breve cuando la vio tragar saliva, y luego continuó su camino hacia abajo, deslizando el pulgar debajo de la tela de su sujetador. En el momento en que su dedo se conectó con su pezón, su aliento se detuvo.

—Eso es, nena, concéntrate en tu respiración. Yo me encargaré del resto.

La idea de guiar a este dulce bocado en una exploración de sensualidad y enseñarle qué placeres de su cuerpo era capaz de tener hizo que su pene se hinchara aún más. Y por la forma en que el corazón de Lali golpeaba contra la palma de su mano, ahora que tomaba su pecho cubierto por el sostén, pensó que ella experimentaba la misma emoción apenas liberada.

Mientras descendía la cabeza a sus pechos y empujó la tela a un lado para revelar su pezón rosado oscuro, su cuerpo se calentó. Tomó una bocanada de aire y con ella el olor de su excitación. Y qué dulce aroma era: una mezcla de jazmín, mujer e inocencia.

Ni siquiera siendo un dios tenía poderes suficientes para resistir tal llamado.

Peter serpenteaba la lengua y lamía sobre toda su dura y pequeña protuberancia, escurriendo un ahogado gemido de su garganta. —Amor, no te contengas. Si quieres gritar, grita.

—Peter, me haces sentir tan... no puedo... es tan...— Al parecer, formar una frase coherente era demasiado para ella.

Sonrió para sí mismo y cerró sus labios alrededor de la cima color de rosa, chupándola en la boca mientras continuaba lamiendo el pezón capturado. No importaba que se retorciera debajo de él como si este pequeño regalo, ya fuera demasiado para ella el soportarlo. Él no se detendría hasta que se deshiciera en sus brazos esta noche. Y aun entonces...

Presionándola más contra las sábanas, prodigó toda su atención en sus pechos, liberando primero uno del sujetador, luego al otro antes de deshacerse de su ropa interior y arrojarla al suelo. Si podía opinar al respecto, ella no usaría un sostén. Ahora que él amasaba sus pechos con sus manos, se dio cuenta que su suposición había estado correcta: porque eran firmes y se mantenían altos en su pecho, lo que demostraba su juventud y su cuerpo bien cuidado. Ellos no necesitaban el apoyo de un sostén.

—Podría lamer tus senos durante toda la noche y nunca me cansaría de ellos—, confesó entre besos y mordiscos. —Se sienten perfectos en mis manos.

Luego levantó los ojos hacia el rostro y se dio cuenta de que Lali lo miraba.

— ¿Te gusta cuando los chupo?

Sus labios se separaron, su lengua rosada serpenteó saliendo y humedeció su labio inferior. Su respuesta fue más aliento que gemido. —Sí. Hazlo de nuevo.

Peter le dio su acostumbrada sonrisa pícara y sumergió su cabeza de vuelta entre sus protuberancias. Mientras presionaba a sus dos picos juntos y alternativamente chupaba los pezones en su boca, él cambió de posición, levantando una pierna sobre el muslo, y empujó para separar sus piernas. Su pene presionó contra la cadera, el contacto… incluso a través de la tela de su bóxer... envío un choque como si viniera de uno de los rayos de Zeus a través de su cuerpo.

—¡Mierda!— Gruñó. Si este contacto indirecto con su cuerpo le daba tal efecto, duraría dos segundos una vez que estuviera dentro de ella. Eso no funcionaría, porque lo que realmente quería era permanecer dentro de Lali el mayor tiempo posible. Ya ahora sabía que hacer el amor con ella sería el cielo.

Los muslos de Lali se separaron más, y ella se enganchó a una de sus piernas por encima, como si quisiera retenerlo. ¡Como si se fuera a ir a alguna parte en un futuro próximo! Si tan solo ella supiera que él no tenía intención de salir de su cama hasta que los dos estuvieran completamente satisfechos.

Poco a poco, se deslizó por su cuerpo, y con besos suaves a lo largo de su abdomen, mojó su lengua en su ombligo, luego continuó hacia abajo. Su apreciado gemido, sólo lo estimuló a seguir, dándole permiso para explorar sus curvas, su piel y su carne.

Cuando se encontró contra la barrera de tela que aún estaba de centinela cuidando su sexo, él tiró de ella juguetonamente con los dientes, provocando una suave risa en ella.

Alzó la vista para encontrarse con su mirada. Sus ojos brillaban de alegría.

—Yo no te hubiera vinculado a ser tan... tan...

—... ¿Fuerte?—, le ayudó y recibió una suave risa en respuesta. —¿Salvaje?

Ella sacudió la cabeza.

—¿Ardiente?

La sacudió una vez más, pero cuanto más lo puso en su lugar, al negarse a reconocer su fuerza física, más disfrutaba de la interacción.

Él sonrió y tiró de la tela, haciéndolo ver como un perro que no quería dejar ir un hueso.

—¿Sexy?

Eso la hizo reír en voz alta. —Yo quería decir travieso—, se atragantó por las risas.

—¿Travieso?— Él le dio una mirada incrédula. —Sabes que tal falta de respeto, será castigada, ¿no?

Su cuerpo se aquietó. —¿Cómo?— Sus ojos de repente brillaron con interés.

—Así—. Él tiró de la tela, empujándola hacia abajo a unos cuantos centímetros, antes de que él soplara aire contra su sexo. Su aliento contenido, confirmó la aprobación a su castigo. —Y también así—. Peter la liberó de su ropa interior por completo y se instaló entre los muslos abiertos.

—Y luego, por supuesto, de esta manera—. Él bajó la cabeza hasta su concha brillante y aspiró su excitación queriendo saborear ese momento, pero no pudo contenerse. Su lengua salió, y rodó en contra de su hendidura, recogiendo sus jugos.

—¡Oh, Peter!

—Shh, nena, voy a cuidar de ti—. Y luego su boca estaba de vuelta, con los labios conectándose con su calor húmedo, su lengua registrando sus sabores y catalogándolos para una exploración posterior. Colocó las manos debajo de su trasero para conseguir más de ella. Era un suntuoso banquete, más delicioso de lo que esperaba. Su sabor era tan rico como el vino añejado en barriles de roble durante muchos años y tan dulce como la ambrosía. La combinación creaba un perfume embriagador, que rápidamente lo hacía sentirse ebrio de ella. A pesar de que había tenido un montón de mujeres, mortales y diosas por igual, nunca había estado con una cuyo cuerpo tuviese tanto encanto, y cuyo sabor lo azotara a tales alturas. Pero Lali era especial. Hacer el amor con ella llenaría una necesidad en él, que no sabía que tenía.

Peter levantó la cabeza por un momento y vio cómo ella apretaba la cabeza en la almohada, arqueando su cuerpo en evidente éxtasis. —Dioses, eres un espectáculo para la vista—. Cuando él bajó su boca de nuevo en ella, buscó su clítoris y acarició con su lengua sobre él. Ella casi se levantó de la cama, liberando un gemido al mismo tiempo.

Así lo hizo de nuevo y alternó, lamía el bulto de piel hinchada y luego lo chupaba entre sus labios.

—¡Oh Dios!

Manteniendo su clítoris en la boca, rodó su lengua sobre ella y apretó los labios. Un segundo más tarde, él sintió que explotaba y liberaba la presión, dejándola viajar a su orgasmo, mientras disfrutaba empaparse de los espasmos a través de su cuerpo. Sus músculos se contrajeron, las olas resultantes se estrellaban contra su boca, enviando ondas a través de su cuerpo. Lo que le pegó al instante, fue el saber qué tan pura era: no virgen, sino una mujer pura de corazón, sus reacciones a él eran tan honestas, tan abiertas, él apreciaba el momento aún más.

Se deslizó hacia arriba, despojándose de su bóxer en el proceso. Su apretado pene le agradeció, y el aire flotando en contra de su piel se sentía como una liberación.

—Dio, eres increíble—, le susurró Lali y lo acercó hacia ella, poniendo la mano sobre su cabello. Sus labios se separaron en preparación a su beso, y en el instante en que sus labios se encontraron, el fuego en sus entrañas creció.

Apartó los labios un momento más tarde, incapaz de aguantar más de ese sensual ataque. —Tengo que estar dentro de ti.

Ella asintió con la cabeza. —Sí.

Mientras se movía sobre ella, una mano en el pecho se lo impidió.

Confundido, se detuvo en su movimiento.

—Condón—, dijo.

Mierda, había olvidado por completo esa molestia. Ella no tenía idea de que al ser un dios, podría hacer que su semen fuera estéril si no quería dejar embarazada a una mujer. En teoría no le hacía falta un condón, pero no quería hacerla sospechar, le siguió el juego. —¿Dónde?— Buscó la superficie de la mesita de noche, pero aparte de un libro y un reloj despertador, estaba vacía.

—En el cajón de arriba.

Se dio la vuelta y abrió el cajón. Una pequeña caja de condones lo recibió.

Común decía. ¿Común? De ninguna manera. Ni siquiera se pondría esa cosa, menos se mantendría intacto una vez que estuviera dentro de ella. Esto no funcionaría.

—¿Los encontraste?

—Los tengo—. Con un movimiento rápido de la muñeca, utilizó su poder divino, y cambió la caja a una diferente. Ahora, decía Mágnum. Sonrió para sí mismo. Mejor. Abrió uno de los paquetes de papel aluminio y se lo puso antes de volverse hacia ella, viendo el momento en que Lali bajaba la mirada a su entrepierna. Hubo un sobresalto casi imperceptible, cuando examinó su pene.

—Es tan grande—. Y sus palabras no eran un cumplido, no por la forma en que ella frunció el ceño.

Peter le tomó la mejilla y avivó el pulgar sobre su piel. —Lali, no tienes nada de qué preocuparte. Voy a ser suave. Tú guiarás el ritmo, ¿Sí?— Por qué le ofrecía este privilegio cuando apenas podía mantener su control a raya, en realidad no quería saberlo. Pero era importante para él que ella se sintiera a gusto.

—Está bien—, susurró ella y lo llevó más cerca.

Esta vez, cuando él se acercó, ella no lo detuvo, abriendo las piernas para que pudiera ubicarse entre ellas. Se apoyó sobre los codos y las rodillas, cuidando de no aplastarla con su peso. Era un tipo grande en general, y Lali era bastante pequeña en comparación con él. Sin embargo, él sabía que a pesar de su pequeño cuerpo, ella sería capaz de tomarlo.

—Guíame en el interior. Poco a poco, amor.

Cuando sintió su mano sobre su pene, él apretó los dientes, luchando contra la inminente descarga que exigía el toque de su mano. Mientras ponía la punta de su erección en su entrada, la humedad brotaba de ella cubriéndolo. Poco a poco, él avanzó hacia adelante y sintió la penetración de la cabeza de su pene, las paredes de su canal lo apretaban como un puño cerrado.

Peter apretó la mandíbula. — ¡Dioses!

—Más.

—Sí—, exclamó con alivio. Empujó más y más hacia el cielo. En un desliz continuo, descendió hacia su apretada concha, hasta que se asentó por completo.

Su respiración salía en jadeos pesados. Nunca había sentido algo más perfecto.

— ¿Estás bien? ¿Te hago daño?

—Sí. No.

Se echó hacia atrás al instante, tratando de retirarse, pero Lali envolvió sus piernas alrededor de su parte trasera, cavando los talones en él. Confundido, buscó sus ojos.

—Sí, estoy bien, y no, no me haces daño.

Aliviado, apoyó la frente en la suya. —Bueno. Prométeme que me harás saber si algo no se siente bien.

Ella sonrió. —Relájate, Peter. Se siente bien.

Él sonrió. — ¿Qué tan bien?

Lali juguetonamente golpeó su puño contra su hombro. — ¿Estás a la pesca?

Apartó sus caderas hacia atrás, retirándose casi por completo de su apretada concha antes de deslizarse hacia el interior otra vez. —Pescar no era lo que yo tenía en mente.

Mientras él empujaba de nuevo, los labios se entreabrieron en un suspiro, y los párpados a media asta. El sudor ya se estaba juntando en el cuello, al tratar de mantener su control. El sentirla en sus brazos dándose a sí misma tan libremente a él, hacía vibrar su propio control.

Su cuerpo encontró su propio ritmo, catapultándolo a un infierno donde nada más contaba que el corazón de Lali latiendo contra su cuerpo, su aliento cerniéndose sobre su rostro y sus uñas clavándose en su piel. A pesar de que él la montó más fuerte, su pene entraba y salía de ella en un suave deslizamiento, con la lengua imitando cada movimiento, sabía que esto no era solamente una unión frenética o las cogidas rápidas y duras que por lo general prefería. Se sintió conectado a ella en un nivel que no era físico.

Él se salvó de analizar sus sentimientos, cuando los músculos de repente sufrieron un espasmo en torno a él y lo llevaron al límite.

Mientras caía en el abismo de la ingravidez y el placer, la agarró con fuerza, con sus labios formando sólo dos palabras. —Mi amor.


Continuara.....


Avísenme si les parecen muy largos los capítulos y los acorto a la mitad  


Firmen y gracias por leer :) 

Juli ♥

@amorxca

12 comentarios:

  1. se nota que siente algo diferente por ella pero me imagino su orgullo de el tarado

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  2. otrooooooooooo!! stan re bien asi los capitulos! saludos!!
    -belu

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  3. Los capitulos estan perfectos!!!!
    Sube otro Juli!!
    Un beso grande!!!

    Ione @IEMSGM

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  4. Haha me gusta esta nove Peter esta descubriendo cosas nuevas haha me encanta quiero más

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  5. ahhhh bueeeenoooo jajajja quieroo mas ami me gustan largos los cap asiqe no hay drama :)

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  6. Me encantan largos los cap. K revelador ese Mi amor.

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  7. y ahora la deja no...me gustan los cap largos me entretengo mas

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  8. Awwwwwwwwwww me encantoooo mas tiernoosss ♥ que lastima que despues la vaya a dejar pero estoy segura de que ella lo va a hacer cambiar de opinion ;) @LuciaVega14

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Gracias por leer. Espero tu comentario :)