Peter apenas pudo contenerse durante la
cena. El beso en el callejón oscuro lo había dejado incluso más caliente de lo
que había estado en el momento en que había llegado a la puerta de Lali. Se
había prometido a sí mismo mostrarse tranquilo esta noche, prodigarle elogios,
ya sean en serio o no, y hacerse al suave seductor. Pero no, ese plan no estaba
funcionando muy bien: se estaba comportando como un joven de dieciséis años de
edad, en su primera cita, charlando sobre cosas estúpidas, diciendo comentarios
poco sofisticados, y besándola como un hombre muerto de sed. ¡No había mucha
sofisticación en eso!
Por los dioses, ¿qué era lo que le
estaba pasando? ¿Estaba convirtiéndose en un completo idiota? ¡Tenía que
controlarse un poco!
Peter trató de comportarse e hizo un
intento de mejorar durante la cena, pero en vez de entretenerla con su habitual
rutina de hombre de mundo e impresionarla con sus conocimientos sobre casi
todo, él literalmente le dio de comer en la boca con su propia comida y lamió sus
dedos cuando una gota de sémola de maíz cayó sobre ellos. ¡Qué tan patético era
eso! Era un dios, pero él se estaba comportando como un tonto dominado.
Mientras acompañaba a Lali a la puerta
de su apartamento, sentía el corazón martillando en su pecho. Esperaba que ella
no hubiera cambiado de opinión acerca de la promesa que le había hecho antes,
después de darse cuenta durante la cena, que era un idiota embrutecido.
— ¿Quieres entrar?— Su voz fue casi
tímida cuando ella le preguntó, pero puso la más enorme sonrisa en su rostro
que podía recordar.
—Me encantaría.
En el momento en que la puerta se
cerró detrás de él, la tomó en sus brazos.
—¿Puedo ofrecerte algo? Café... té...
—Sí, puedes hacerlo—. Tú misma en
una bandeja, le vino a la mente. En cambio, dijo,
—Otro beso.
Sus brazos serpenteaban alrededor de
su cuello mientras acercaba la cabeza más a ella. Peter apreció su iniciativa.
Al parecer, Lali finalmente se había excitado.
—Te deseo—, susurró.
Dentro de él, el hombre gritó. En el
exterior, mantuvo el control que había ganado con mucho esfuerzo. —Bien, porque
yo te deseo también.
Él la levantó en sus brazos y se
dirigió a su dormitorio. No era difícil de encontrar. Además de la sala de
estar de planta abierta con la cocina, sólo habían dos puertas más: una se
dirigía hacia el baño y la otra al dormitorio.
— ¿Qué estás haciendo?—, preguntó,
pero le sonrió, entrelazando las manos detrás de su cuello.
Peter bajó la cabeza a la suya,
dándole un suave beso en sus tentadores labios.
—Lo que debí haber hecho el día que te
conocí en tu vinería. Debí haberte llevado al cuarto de atrás, desvestirte y
luego hacerte el amor hasta que acabaras. Y entonces debería haberlo hecho de
nuevo, en caso de que te hayas desmayado la primera vez.
Había sido afortunado al encontrarla.
Había tropezado con la pequeña vinería y había entrado para pedir una caja de
su vino favorito, antes de que siquiera se diera cuenta de que el propietario
era la mujer más atractiva que había conocido en mucho tiempo. Ella de inmediato
había despertado algo en él, y tan pronto como había pedido que su caja de vino
fuera entregada en su apartamento de soltero, y mantenido una larga
conversación sobre el vino, la había invitado a salir. Ella había dudado al
principio, pero la convenció y afirmó que no tenía nada que perder y un cliente
satisfecho que ganar.
Satisfecho era la palabra
operativa. Sí, debería haberla tomado justo ahí en ese momento.
—Pero no te preocupes, voy a
rectificar mi error ahora—. Él sintió que su corazón latía más rápido con sus
palabras.
—Que Dios me ayude—, ella murmuró.
De hecho, un dios le ayudaría a
terminar: Peter le haría el placer. Y él recuperaría el control. La forma en
que Lali agitaba los párpados y los latidos de su corazón resonaban a través de
su cuerpo y hacían eco, fortalecieron el saber de qué ella lo deseaba y que
iría hasta el final esta noche. Esta vez, ella no lo detendría y no se
contendría. Y esta vez, no tendría que volver a casa insatisfecho y obtener
alivio con sus propias manos como lo había hecho las dos últimas semanas.
Esta noche, él tomaría de ella lo que
necesitaba y luego seguiría adelante con su vida. A pesar de que el pensamiento
se formó en su mente, algo se rebeló dentro de él. Era de seguro una emoción
desconocida, por lo que la hizo a un lado, hacia los oscuros recovecos de su
mente. Nada empañaría esta noche, el goce de la dulce y sensual mujer en sus
brazos. Esta noche sería todo placer y pasión, deseo y lujuria. Nada más
importaba.
Le dio una patada a la puerta del
dormitorio para cerrarla y puso a Lali en la cama queen, que estaba cubierta
con un edredón de color rosa. No era exactamente su elección de decoración,
pero era adecuado a su suave sensibilidad y al aire de inocencia que la rodeaba.
Tal vez eso fue lo que primero le había atraído de ella: la sensación de que su
corazón era inocente.
No es que ella no tuviera un cuerpo
increíble también... como lo acababa de descubrir.
Cuando la había tocado esa noche y apretado
contra él en el callejón, había sentido cada curva rendirse a los duros planos
de su cuerpo.
Mientras la despojaba de su vestido,
no sólo sus mejillas se coloreaban bellamente, sino todo su cuerpo parecía
sonrojarse. —Por todos los dioses, eres hermosa—. Y por Zeus, si no lo decía en
serio.
Sus pechos estaban cubiertos por el
transparente material de su sostén pushup. No es que lo necesitara: se habían
sentido firmes y fuertes en su mano, y eran del tamaño perfecto para sus manos.
No le importaba nada más que con lo que estaba dotada Lali.
Su cuerpo estaba perfectamente
proporcionado, delgada cintura pero no flaca, sus generosas caderas, pero no
excesivamente llenas. Y el parche de rubio oscuro que brillaba a través del transparente
tejido de sus bragas, daban la impresión de una banda bien recortada de rizos
que era el lugar donde gozaría explorar.
Peter se dio cuenta de un ligero
temblor de su cuerpo. Pero él sabía que no era por falta de calor. Él, por su
parte, encontraba sofocante el calor en la habitación, y rápidamente se quitó
la camisa para liberarse.
Con los ojos asustados como los de un
ciervo, lo observaba mientras abría el primer botón de sus jeans. Detuvo su
movimiento para tranquilizarla. —Amor, no tienes nada de qué preocuparte. Sólo
di la palabra, y te daré todo el placer que esté en mi poder—. Y esos poderes
eran supremos. Como un dios, su resistencia no tenía precedentes, y se lo
demostraría esta noche.
Sus pestañas bajaron levemente como si
estuviera avergonzada de verlo desnudarse.
—No he estado con nadie en mucho
tiempo.
Por qué dicha admisión le gustaba, no
lo entendía. —Haré lo que quieras, tan lento y suave como lo desees. Estoy aquí
para hacerte sentir bien.
—Lo dices de verdad, ¿no?— Su mirada
se clavó con la suya, y él reconoció su vulnerabilidad, su temor, y esa pizca
de miedo que aferraba con tanta fuerza contra su pecho. Él se prometió en ese
momento, erradicar ese miedo de una vez por todas.
Se quitó los jeans, mantuvo sus bóxer
abrazando su erección, y se sentó sobre la cama, acercándola a sus brazos. —Lo
digo de verdad. Para un hombre ser capaz de darle a una mujer el mayor placer,
es la más grande excitación que se pueda imaginar.
Además, la mayoría de las mujeres
estaban demasiado agradecidas, una vez que las había hecho alcanzar un orgasmo
monumental, y entusiastas mamadas a menudo resultaban de ese tipo de gratitud.
Su pene se tensó en contra de su confinamiento, con sólo el pensamiento de su
boca rodeándolo dulcemente.
Con la yema de su dedo pulgar, la acarició
a lo largo de los labios y luego por su barbilla y cuello. Hizo una pausa breve
cuando la vio tragar saliva, y luego continuó su camino hacia abajo, deslizando
el pulgar debajo de la tela de su sujetador. En el momento en que su dedo se
conectó con su pezón, su aliento se detuvo.
—Eso es, nena, concéntrate en tu
respiración. Yo me encargaré del resto.
La idea de guiar a este dulce bocado
en una exploración de sensualidad y enseñarle qué placeres de su cuerpo era
capaz de tener hizo que su pene se hinchara aún más. Y por la forma en que el
corazón de Lali golpeaba contra la palma de su mano, ahora que tomaba su pecho
cubierto por el sostén, pensó que ella experimentaba la misma emoción apenas
liberada.
Mientras descendía la cabeza a sus
pechos y empujó la tela a un lado para revelar su pezón rosado oscuro, su
cuerpo se calentó. Tomó una bocanada de aire y con ella el olor de su
excitación. Y qué dulce aroma era: una mezcla de jazmín, mujer e inocencia.
Ni siquiera siendo un dios tenía poderes
suficientes para resistir tal llamado.
Peter serpenteaba la lengua y lamía
sobre toda su dura y pequeña protuberancia, escurriendo un ahogado gemido de su
garganta. —Amor, no te contengas. Si quieres gritar, grita.
—Peter, me haces sentir tan... no puedo...
es tan...— Al parecer, formar una frase coherente era demasiado para ella.
Sonrió para sí mismo y cerró sus
labios alrededor de la cima color de rosa, chupándola en la boca mientras
continuaba lamiendo el pezón capturado. No importaba que se retorciera debajo
de él como si este pequeño regalo, ya fuera demasiado para ella el soportarlo.
Él no se detendría hasta que se deshiciera en sus brazos esta noche. Y aun
entonces...
Presionándola más contra las sábanas, prodigó
toda su atención en sus pechos, liberando primero uno del sujetador, luego al
otro antes de deshacerse de su ropa interior y arrojarla al suelo. Si podía
opinar al respecto, ella no usaría un sostén. Ahora que él amasaba sus pechos
con sus manos, se dio cuenta que su suposición había estado correcta: porque
eran firmes y se mantenían altos en su pecho, lo que demostraba su juventud y su
cuerpo bien cuidado. Ellos no necesitaban el apoyo de un sostén.
—Podría lamer tus senos durante toda la
noche y nunca me cansaría de ellos—, confesó entre besos y mordiscos. —Se
sienten perfectos en mis manos.
Luego levantó los ojos hacia el rostro
y se dio cuenta de que Lali lo miraba.
— ¿Te gusta cuando los chupo?
Sus labios se separaron, su lengua
rosada serpenteó saliendo y humedeció su labio inferior. Su respuesta fue más
aliento que gemido. —Sí. Hazlo de nuevo.
Peter le dio su acostumbrada sonrisa
pícara y sumergió su cabeza de vuelta entre sus protuberancias. Mientras presionaba
a sus dos picos juntos y alternativamente chupaba los pezones en su boca, él
cambió de posición, levantando una pierna sobre el muslo, y empujó para separar
sus piernas. Su pene presionó contra la cadera, el contacto… incluso a través
de la tela de su bóxer... envío un choque como si viniera de uno de los rayos
de Zeus a través de su cuerpo.
—¡Mierda!— Gruñó. Si este contacto
indirecto con su cuerpo le daba tal efecto, duraría dos segundos una vez que estuviera
dentro de ella. Eso no funcionaría, porque lo que realmente quería era
permanecer dentro de Lali el mayor tiempo posible. Ya ahora sabía que hacer el
amor con ella sería el cielo.
Los muslos de Lali se separaron más, y
ella se enganchó a una de sus piernas por encima, como si quisiera retenerlo.
¡Como si se fuera a ir a alguna parte en un futuro próximo! Si tan solo ella
supiera que él no tenía intención de salir de su cama hasta que los dos
estuvieran completamente satisfechos.
Poco a poco, se deslizó por su cuerpo,
y con besos suaves a lo largo de su abdomen, mojó su lengua en su ombligo,
luego continuó hacia abajo. Su apreciado gemido, sólo lo estimuló a seguir,
dándole permiso para explorar sus curvas, su piel y su carne.
Cuando se encontró contra la barrera
de tela que aún estaba de centinela cuidando su sexo, él tiró de ella
juguetonamente con los dientes, provocando una suave risa en ella.
Alzó la vista para encontrarse con su
mirada. Sus ojos brillaban de alegría.
—Yo no te hubiera vinculado a ser
tan... tan...
—... ¿Fuerte?—, le ayudó y recibió una
suave risa en respuesta. —¿Salvaje?
Ella sacudió la cabeza.
—¿Ardiente?
La sacudió una vez más, pero cuanto
más lo puso en su lugar, al negarse a reconocer su fuerza física, más
disfrutaba de la interacción.
Él sonrió y tiró de la tela,
haciéndolo ver como un perro que no quería dejar ir un hueso.
—¿Sexy?
Eso la hizo reír en voz alta. —Yo
quería decir travieso—, se atragantó por las risas.
—¿Travieso?— Él le dio una mirada incrédula.
—Sabes que tal falta de respeto, será castigada, ¿no?
Su cuerpo se aquietó. —¿Cómo?— Sus
ojos de repente brillaron con interés.
—Así—. Él tiró de la tela, empujándola
hacia abajo a unos cuantos centímetros, antes de que él soplara aire contra su
sexo. Su aliento contenido, confirmó la aprobación a su castigo. —Y también
así—. Peter la liberó de su ropa interior por completo y se instaló entre los
muslos abiertos.
—Y luego, por supuesto, de esta
manera—. Él bajó la cabeza hasta su concha brillante y aspiró su excitación
queriendo saborear ese momento, pero no pudo contenerse. Su lengua salió, y
rodó en contra de su hendidura, recogiendo sus jugos.
—¡Oh, Peter!
—Shh, nena, voy a cuidar de ti—. Y
luego su boca estaba de vuelta, con los labios conectándose con su calor
húmedo, su lengua registrando sus sabores y catalogándolos para una exploración
posterior. Colocó las manos debajo de su trasero para conseguir más de ella.
Era un suntuoso banquete, más delicioso de lo que esperaba. Su sabor era tan
rico como el vino añejado en barriles de roble durante muchos años y tan dulce
como la ambrosía. La combinación creaba un perfume embriagador, que rápidamente
lo hacía sentirse ebrio de ella. A pesar de que había tenido un montón de
mujeres, mortales y diosas por igual, nunca había estado con una cuyo cuerpo
tuviese tanto encanto, y cuyo sabor lo azotara a tales alturas. Pero Lali era
especial. Hacer el amor con ella llenaría una necesidad en él, que no sabía que
tenía.
Peter levantó la cabeza por un momento
y vio cómo ella apretaba la cabeza en la almohada, arqueando su cuerpo en evidente
éxtasis. —Dioses, eres un espectáculo para la vista—. Cuando él bajó su boca de
nuevo en ella, buscó su clítoris y acarició con su lengua sobre él. Ella casi se
levantó de la cama, liberando un gemido al mismo tiempo.
Así lo hizo de nuevo y alternó, lamía
el bulto de piel hinchada y luego lo chupaba entre sus labios.
—¡Oh Dios!
Manteniendo su clítoris en la boca,
rodó su lengua sobre ella y apretó los labios. Un segundo más tarde, él sintió
que explotaba y liberaba la presión, dejándola viajar a su orgasmo, mientras
disfrutaba empaparse de los espasmos a través de su cuerpo. Sus músculos se
contrajeron, las olas resultantes se estrellaban contra su boca, enviando ondas
a través de su cuerpo. Lo que le pegó al instante, fue el saber qué tan pura
era: no virgen, sino una mujer pura de corazón, sus reacciones a él eran tan
honestas, tan abiertas, él apreciaba el momento aún más.
Se deslizó hacia arriba, despojándose
de su bóxer en el proceso. Su apretado pene le agradeció, y el aire flotando en
contra de su piel se sentía como una liberación.
—Dio, eres increíble—, le susurró Lali
y lo acercó hacia ella, poniendo la mano sobre su cabello. Sus labios se
separaron en preparación a su beso, y en el instante en que sus labios se
encontraron, el fuego en sus entrañas creció.
Apartó los labios un momento más
tarde, incapaz de aguantar más de ese sensual ataque. —Tengo que estar dentro
de ti.
Ella asintió con la cabeza. —Sí.
Mientras se movía sobre ella, una mano
en el pecho se lo impidió.
Confundido, se detuvo en su
movimiento.
—Condón—, dijo.
Mierda, había olvidado por completo
esa molestia. Ella no tenía idea de que al ser un dios, podría hacer que su
semen fuera estéril si no quería dejar embarazada a una mujer. En teoría no le
hacía falta un condón, pero no quería hacerla sospechar, le siguió el juego.
—¿Dónde?— Buscó la superficie de la mesita de noche, pero aparte de un libro y
un reloj despertador, estaba vacía.
—En el cajón de arriba.
Se dio la vuelta y abrió el cajón. Una
pequeña caja de condones lo recibió.
Común decía. ¿Común? De
ninguna manera. Ni siquiera se pondría esa cosa, menos se mantendría intacto
una vez que estuviera dentro de ella. Esto no funcionaría.
—¿Los encontraste?
—Los tengo—. Con un movimiento rápido
de la muñeca, utilizó su poder divino, y cambió la caja a una diferente. Ahora,
decía Mágnum. Sonrió para sí mismo. Mejor. Abrió uno de los paquetes de
papel aluminio y se lo puso antes de volverse hacia ella, viendo el momento en
que Lali bajaba la mirada a su entrepierna. Hubo un sobresalto casi
imperceptible, cuando examinó su pene.
—Es tan grande—. Y sus palabras no
eran un cumplido, no por la forma en que ella frunció el ceño.
Peter le tomó la mejilla y avivó el
pulgar sobre su piel. —Lali, no tienes nada de qué preocuparte. Voy a ser
suave. Tú guiarás el ritmo, ¿Sí?— Por qué le ofrecía este privilegio cuando
apenas podía mantener su control a raya, en realidad no quería saberlo. Pero
era importante para él que ella se sintiera a gusto.
—Está bien—, susurró ella y lo llevó
más cerca.
Esta vez, cuando él se acercó, ella no
lo detuvo, abriendo las piernas para que pudiera ubicarse entre ellas. Se apoyó
sobre los codos y las rodillas, cuidando de no aplastarla con su peso. Era un
tipo grande en general, y Lali era bastante pequeña en comparación con él. Sin
embargo, él sabía que a pesar de su pequeño cuerpo, ella sería capaz de
tomarlo.
—Guíame en el interior. Poco a poco,
amor.
Cuando sintió su mano sobre su pene,
él apretó los dientes, luchando contra la inminente descarga que exigía el
toque de su mano. Mientras ponía la punta de su erección en su entrada, la
humedad brotaba de ella cubriéndolo. Poco a poco, él avanzó hacia adelante y
sintió la penetración de la cabeza de su pene, las paredes de su canal lo
apretaban como un puño cerrado.
Peter apretó la mandíbula. — ¡Dioses!
—Más.
—Sí—, exclamó con alivio. Empujó más y
más hacia el cielo. En un desliz continuo, descendió hacia su apretada concha,
hasta que se asentó por completo.
Su respiración salía en jadeos
pesados. Nunca había sentido algo más perfecto.
— ¿Estás bien? ¿Te hago daño?
—Sí. No.
Se echó hacia atrás al instante,
tratando de retirarse, pero Lali envolvió sus piernas alrededor de su parte
trasera, cavando los talones en él. Confundido, buscó sus ojos.
—Sí, estoy bien, y no, no me haces
daño.
Aliviado, apoyó la frente en la suya.
—Bueno. Prométeme que me harás saber si algo no se siente bien.
Ella sonrió. —Relájate, Peter. Se
siente bien.
Él sonrió. — ¿Qué tan bien?
Lali juguetonamente golpeó su puño
contra su hombro. — ¿Estás a la pesca?
Apartó sus caderas hacia atrás,
retirándose casi por completo de su apretada concha antes de deslizarse hacia
el interior otra vez. —Pescar no era lo que yo tenía en mente.
Mientras él empujaba de nuevo, los
labios se entreabrieron en un suspiro, y los párpados a media asta. El sudor ya
se estaba juntando en el cuello, al tratar de mantener su control. El sentirla
en sus brazos dándose a sí misma tan libremente a él, hacía vibrar su propio
control.
Su cuerpo encontró su propio ritmo,
catapultándolo a un infierno donde nada más contaba que el corazón de Lali
latiendo contra su cuerpo, su aliento cerniéndose sobre su rostro y sus uñas
clavándose en su piel. A pesar de que él la montó más fuerte, su pene entraba y
salía de ella en un suave deslizamiento, con la lengua imitando cada
movimiento, sabía que esto no era solamente una unión frenética o las cogidas
rápidas y duras que por lo general prefería. Se sintió conectado a ella en un
nivel que no era físico.
Él se salvó de analizar sus sentimientos,
cuando los músculos de repente sufrieron un espasmo en torno a él y lo llevaron
al límite.
Mientras caía en el abismo de la
ingravidez y el placer, la agarró con fuerza, con sus labios formando sólo dos
palabras. —Mi amor.
Continuara.....
Avísenme si les parecen muy largos los capítulos y los acorto a la mitad
Firmen y gracias por leer :)
Juli ♥
@amorxca
maaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarse nota que siente algo diferente por ella pero me imagino su orgullo de el tarado
ResponderEliminarotrooooooooooooo
ResponderEliminarotrooooooooooo!! stan re bien asi los capitulos! saludos!!
ResponderEliminar-belu
me encanto :O dijo mi amor :O
ResponderEliminarMAS NOVEEEEEEEE
ResponderEliminarME ENCANTAAA :D
Los capitulos estan perfectos!!!!
ResponderEliminarSube otro Juli!!
Un beso grande!!!
Ione @IEMSGM
Haha me gusta esta nove Peter esta descubriendo cosas nuevas haha me encanta quiero más
ResponderEliminarahhhh bueeeenoooo jajajja quieroo mas ami me gustan largos los cap asiqe no hay drama :)
ResponderEliminarMe encantan largos los cap. K revelador ese Mi amor.
ResponderEliminary ahora la deja no...me gustan los cap largos me entretengo mas
ResponderEliminarAwwwwwwwwwww me encantoooo mas tiernoosss ♥ que lastima que despues la vaya a dejar pero estoy segura de que ella lo va a hacer cambiar de opinion ;) @LuciaVega14
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