Lali miró a la
alta y oscura silueta acercándose a ella. —¿Sí? Soy la señorita Esposito.
El hombre se
acercó, sus botas raspaban contra el polvo del piso de madera.
Sería mejor que
esto no fuera otro vendedor tratando de convencerla de que
necesitaba un
folleto de marketing caro o un lujoso cartel en el frente. En este
momento no podía
tratar con eso, cuando lo único en que podía pensar era si se
estaba volviéndose
loca. Había tenido
pánico en la ducha, sí, pero después
de que
ella había sido
incapaz de cerrar el agua caliente. Y ahora todo eso la hacía sonar
como si estuviera
histérica, o que se lo había inventado todo. Incluso Peter. Ni
siquiera él le creía
ahora.
—La agencia me
envió—. No captó las palabras del hombre en un principio.
—¿Qué agencia?—
¿Había olvidado otra cita?
—Profesionales de
Cuidado de Salud en el Hogar. Estoy aquí para empezar
mi trabajo—,
explicó.
Lali negó con la
cabeza. —Debe haber un error.
—¿Por qué no dejas
que me ocupe de esto?— Se oyó la voz de Peter desde
las escaleras.
Ella miró hacia su dirección, enfocando la silueta. —Te ves cansada.
Te llevaré algo de
comer y beber al jardín.
Pero Lali no
estaba de humor para escucharlo en esos momentos.
Sentarse en el
jardín no calmaría su mente. —Está bien Peter. Puedo manejar
esto—. Sus
palabras salieron más cortantes de lo que había sido su intención. Ella
sabía que él no se
lo merecía, pero no pudo evitar de reaccionar de esa manera.
Había aceptado la
evaluación del plomero sin protestar, sin apoyarla. Al menos eso
fue lo que ella
sintió.
—¿Qué quiere la
agencia? Como puede ver, ya enviaron a alguien la semana
pasada—. Ella
señaló hacia Peter. ¿O es que Peter había pedido una
transferencia? Tan
pronto como el pensamiento cruzó por su mente, sintió una
puñalada incómoda
en su pecho. ¿Iba a dejarla? Se había levantado temprano esta
mañana. ¿Y si él
había llamado a la agencia para terminar su empleo con ella?
—¿La semana
pasada?—, preguntó el hombre, su voz sonaba confusa. —
Pero apenas
recibimos la llamada ayer por la tarde.
—No. Lo siento,
pero estoy segura de que alguien en su oficina debe de
haber mezclado
todo esto. Me dieron de alta del hospital hace una semana, y la
agencia envió a Peter
un día después.
—Señorita Esposito,
eso es imposible. Nosotros recibimos la llamada ayer, y…
—Yo sabría si
hubiera llamado a la agencia ayer, créame.
—Pero—, comenzó el
hombre nuevo.
—Como puede ver,
tiene que haber habido algún malentendido en la
oficina—,
interrumpió Peter.
Lali asintió con
la cabeza. —Siento que lo hayan molestado, pero yo…
—¿En qué fecha fue
dada de alta del hospital, señorita Esposito?—,
interrumpió la voz
lacónica del hombre.
Dejó escapar un
suspiro exasperado. Muy bien, ella lo aguantaría por otro
minuto. —El 29.
—Señorita Esposito,
hoy es 30, por lo que llegó a casa ayer, y solicitó un
enfermero para
hoy.
—No sé quién eres,
pero hoy no es 30, hoy es 6—, respondió ella.
—¿Qué?— La voz del
hombre dio un grito de asombro.
—Claramente, está
una semana retrasado. Así que váyase por favor—,
añadió Peter.
Hubo una breve
pausa, antes de que el hombre respondiera, señalando a
Peter, —Señorita Esposito,
puedo preguntar: ¿quién es este hombre que dice ser su
enfermero en su
casa? Estoy seguro que nunca lo he visto en la agencia, y créame,
conozco a todo el
mundo allí.
El corazón de Lali
se detuvo. Un momento después, ella luchó para
respirar. Esto no
podía estar sucediendo.
—Lali, está claro
que el hombre es un fraude. Saquémoslo de aquí—.
Peter puso la mano
sobre su brazo.
—No soy un fraude.
Tome. Esta es mi identificación—. Ella lo vio empujar
un pedazo de papel
hacia ella. Tenía que saber lo que decía.
—¿Charlie? ¿Dónde
estás?— Dijo en voz alta. Él apareció momentos
después.
—¿Qué puedo hacer
por usted?— Le preguntó Charlie.
—¿Podrías decirme
qué dice la identificación de este hombre?
—Jonathan
Matthews, Profesional de Cuidado de Salud Certificado, luego,
algunas fechas, y
el nombre de la empresa: Profesionales de Cuidado de Salud en el
Hogar.
—Gracias Charlie,
eso es todo—. Ella se apoyó contra la pared y miró en
dirección a Peter.
—Señor Matthews,
¿está seguro de que éste hombre no trabaja para
Profesionales de
Cuidado de Salud en el Hogar?— Ella casi se ahoga con sus
propias palabras.
—Estoy seguro.
—Lali, te lo puedo
explicar—, dijo Peter mientras colocaba su mano
sobre su brazo.
Ella se la quitó de encima. Le había mentido. Él no era quien había
dicho que era. Las
palabras de Michael volvieron a ella. ¿Había estado en lo cierto
su primo, por una
vez?
—¿Quién eres tú?—
Ella dio un paso lejos de él. Había entrado a su casa, un
desconocido, y no
sólo se había quedado en su casa, ella lo había dejado acostarse
en su cama. Y no
sabía nada de él. ¿Qué quería? ¿Qué plan malvado había
planeado?
—Por favor,
tenemos que hablar… solos, sólo tú y yo. Puedo explicártelo
todo.
¿Solos? —¿Qué tan
estúpida crees que soy? ¿Crees que estoy tan loca como
para aceptar estar
a solas contigo?— Ella trató de empujar hacia atrás el recuerdo
de sus intimidades
de la noche anterior. Él sabía cuando veía una cosa buena, le
había dicho
entonces. Era tan obvio ahora lo que había querido decir con eso. —
¿Quién eres?
¿Algún estafador de mujeres solas y vulnerables, las haces confiar en ti
para poder aprovecharte
de ellas?— Lo cual no lo hacía ni un ápice mejor que
Michael.
—No, Lali, no.
Nunca tuve ninguna intención de hacerte daño—, afirmó
Peter, su voz tan
agitada como la suya. Bueno, al menos era un buen actor,
porque ésta era
toda una actuación.
Y ella había sido
tan estúpida. Y esta vez ni siquiera había sido una cara
bonita, Peter
todavía no tenía rostro para ella, sólo una silueta cuyas facciones no
podía distinguir.
Y en este instante, estaba agradecida por ello. Al menos no tendría
ningún recuerdo de
su cara. Tal vez sería más fácil olvidarlo.
—¡Fuera! Sal ahora
mismo y a tus amigos contigo—, gritó ella, sabiendo que
sus lágrimas no se
quedarían atrás.
—Te necesito y me
necesitas.
—No. Yo no
necesito a alguien como tú. Un mentiroso y un tramposo. Y
por lo que sé, un
psicópata. Es mejor que te vayas antes de que llame a la policía y
haga que te
arresten.
—Por favor, no
hagas esto. Dame la oportunidad de explicarte—.Peter se
acercó, pero Lali
lo alejó.
—Ésta es tu
oportunidad: explícamelo ahora, aquí mismo.
—No delante de
otras personas.
—¡Ja! Yo lo sabía.
Crees que me puedes engatusarme cuando estemos solos.
¿Qué tan estúpida
crees que soy? Puede ser que sea lenta en descifrarte, pero estoy
aquí ahora, y no
cometeré el mismo error dos veces—. Bueno, a veces lo hacía,
pero juró que esta
vez no lo haría. No, esta vez ella sabía que resultaría muy mal.
—Me voy ahora,
pero créeme, estaré de vuelta cuando estés lista para
hablar.
—No me amenaces—. Lali
se apoyó en la barandilla, con las rodillas
cerca de doblarse.
—No es una
amenaza. Es una promesa. Vendré otra vez, y escucharás
lo que
tengo que decirte.
Sola.
Con estas
palabras, dio media vuelta y Peter bajó corriendo las escaleras.
Unos segundos más
tarde, cerró la puerta de la entrada.
Las rodillas de Lali
se debilitaron, y se habría caído, si el enfermero no la
hubiese agarrado y
dado su apoyo.
—Realmente no
puedo terminar de expresar cuánto lo siento, señorita
Esposito, pero no
tengo ni idea de lo que pasó. No entiendo cómo pude haber perdido
una semana entera
sin recordarla. Algo está muy mal aquí. Y, francamente,
teniendo en cuenta
que este hombre llamado Peter fue capaz de infiltrarse aquí y
pretender ser yo,
creo que deberíamos hablar con la agencia e informar a la policía.
A mí me drogaron,
porque no hay manera de que no recuerde una semana entera.
—Señor Matthews…
—Jonathan—, la
corrigió.
—Jonathan, no sé
lo que pasó. Pero yo no quiero tratar con la policía en
estos momentos.
¿Puede entender eso?— Lo único que quería era olvidar, no
recordar cómo Peter
la había engatusado.
Él asintió con la
cabeza. —Entiendo. Pero vamos a llegar al fondo de esto.
Tengo que saber lo
que sucedió durante esa semana. Mientras tanto, ¿por qué no le
preparo un café y
se sienta por un momento?
***
Peter levantó la
vista hacia las nubes. El cielo se veía amenazante, y ya
podía oler el
aroma de la lluvia en el aire. Pronto se vendría a cántaros. El viento ya
había tomado
velocidad y azotaba los árboles que adornaban la empedrada calle.
Dioniso tendría
una reprimenda tan pronto como Peter encontrara su triste
trasero. ¿Qué se
le había metido, dejando que el enfermero se le escapara de sus
garras tan
prematuramente? Justo cuando todo había comenzado a estar en su lugar
correspondiente.
Ya que era de día,
Peter prescindió de buscar a Dioniso en sus
establecimientos
de bebidas habituales y se dirigió directamente al estudio, donde
su amigo le había
permitido permanecer durante esas primeras semanas en
Charleston. Al
parecer, Dioniso mantenía apartamentos de soltero en muchas
ciudades
terrenales para mayor comodidad. Supuso que un simple palacio en el
Olimpo, no era
suficiente para el bebedor y mujeriego.
Peter abrió
bruscamente la puerta del apartamento de Dioniso,
levantándola de su
bisagra. Al menos todavía tenía su poder físico, que sería muy
útil cuando
golpeara a Dioniso con sus puños.
—Borracho,
incapaz, hijo de un dios…
Peter detuvo su
maldición cuando vio a Dioniso en el suelo de la sala,
ensangrentado y
golpeado.
—¡Mierda!
Peter se agachó
junto a su amigo. Él no tenía que sentir el pulso… Dioniso
era inmortal, y si
bien él podía sentir dolor y sufrir heridas, no podía morir. Por lo
menos ese hecho lo
sabía con certeza.
Peter deslizó sus
brazos por debajo del cuerpo inerte de su amigo y lo
levantó del suelo.
Mientras lo llevaba a su cama, lo sintió moverse. En el momento
en que
cuidadosamente lo puso sobre las sábanas, Dioniso se obligó a abrir un ojo.
El otro permaneció
cerrado, estaba demasiado hinchado y sangriento para
permitirse
cualquier movimiento.
—Gracias a los
Dioses, que eres tú— se presionó a decir, con la voz ronca y
débil.
—No hables—, le
ordenó Peter. Entró en el cuarto de baño y tomó una
toalla, la mojó
con agua tibia, antes de regresar con Dioniso.
Cuando se sentó en
el borde de la cama y comenzó a limpiar la sangre
incrustada en el
rostro de su amigo, examinó el resto de su cuerpo golpeado. Su
ropa estaba
desgarrada en algunos lugares, manchada de sangre en otros. Tenía los
puños
ensangrentados, como también en su rostro, lo que confirmaba que había
peleado con
alguien y había recibido algunos buenos golpes.
Peter maldijo
entre dientes. ¿Por qué Dioniso siempre tenía que meterse en
peleas de bares?
¿Cuál era el encanto? ¿Realmente tenía que probar que él era un
luchador superior?
Peter pensó que probablemente sin querer, alguien lo había
insultado, y el
sensible dios del vino se vio afectado por lo que tuvo que defender su
honor. Por
supuesto, él nunca le admitiría a nadie que una palabra equivocada
podía hacerle daño
tan fácilmente como un puño bien colocado. Demasiado
orgulloso para su
propio bien.
Al momento en que Peter
escurrió la toalla ensangrentada por tercera vez,
las heridas de
Dioniso estaban limpias. Ya habían comenzado a cerrarse y
repararse, pero
tendrían que pasar horas hasta que él estuviera como nuevo.
Dioniso parpadeó
con un ojo abierto. —No los vi venir.
—¿Estás tratando
de decirme que no iniciaste otra pelea en el bar?— Peter
levantó una ceja,
incrédulo.
—Juro por la diosa
Artemisa, que fui atacado—. Dioniso trató de levantarse
a una posición
sentada y se estremeció. Su mano se dirigió a sus costillas, que
parecían tener
moretones. —Debería llamar a Asclepio que me cure. Esto duele.
Peter le indicó
que no. Un poco de dolor le haría bien. No había necesidad
de llamar al dios
de los curanderos para arreglar algunas contusiones. —No hay
tiempo. Si no te
hubieras emborrachado y no hubieras dejado que te golpearan, ese
enfermero no se te
hubiese escapado.
—¡Ah, mierda!—,
susurró Dioniso. Levantó la cabeza y miró directamente a
Peter, el lamento
era evidente en su expresión. —¿Qué pasó?
—Eso es lo que te
estoy preguntando—, replicó Peter y se levantó. —Él se
presentó en la
casa esta mañana y me descubrió.
—Escucha, Peter,
tienes que creerme. Esta no fue una pelea de bar. Tres
hombres vinieron
por mí, salieron de la nada. Yo nunca los había visto antes. Esta
no fue una pelea
normal. Ellos sabían mis puntos débiles. Ellos lo sabían—. La
sinceridad en la
voz y los ojos de Dioniso, hicieron que Peter se detenga. ¿Alguien
lo había atacado
porque estaba escondiendo al enfermero?
—¿Estás seguro?
Dioniso asintió
con la cabeza, y Peter se percató de cómo el movimiento
parecía lastimar
su cabeza. —Alguien les dijo cómo golpearme. Sólo otro dios lo
hubiera sabido.
Peter asintió con
la cabeza. Cada dios tenía al menos un punto débil. Si se
apuntaba a él, era
bastante fácil para un mortal vencer a un dios fuerte como
Dioniso. El mortal
sólo necesitaba saber dónde estaba el lugar oculto. Y sólo otro
dios sabría dónde
estaban esos puntos débiles.
—¿Sentiste la
presencia de algún dios cerca?— Si otro dios había estado en
la vecindad,
Dioniso lo habría sentido. Los iguales se reconocen entre sí. Por
desgracia, Peter
no podía sentir el aura de sus amigos de la forma en que habría
podido hacerlo si
hubiera tenido sus poderes.
—No. Quien dirigió
a los matones se quedó lo suficientemente lejos,
mientras yo
todavía estaba consciente, así que no pude percibirlo. A pesar de que
tengo un par de
ideas en cuanto a quién podría estar detrás de esto… especialmente
si la persona
estaba tratando de llegar a ti, en lugar de simplemente divertirse
golpeándome.
Y habría un gran
número de dioses a quienes les encantaría dar una paliza a
Dioniso. Sin
embargo, su amigo estaba en lo cierto, esto tenía que ver con Peter y
su búsqueda.
—No debí haberte
involucrado en esto—, dijo Peter, dispuesto a pedir
disculpas a su
amigo. Era una sensación totalmente nueva. Nunca en toda su vida
se había
disculpado por alguna cosa.
—Demasiado tarde.
Ahora es algo personal. Nadie envía un puñado de
matones detrás de
mí y se sale con la suya. Créeme, encontraré a quien sea que esté
detrás de esto.
Peter asintió con
la cabeza. Tenía sus propias sospechas acerca de quién
estaba interesado
en que él no ganara el desafío de Zeus.
—Orión—, él y
Dioniso pronunciaron el nombre del culpable al mismo
tiempo.
—No se puede
elegir a la familia—, confirmó Peter.
—Pero puedes
escoger a tus amigos.
Peter le dio unas
palmaditas en el hombro a Dioniso, con las que lo hizo
temblar de dolor.
—Lo siento.
—Así que dime como
están las cosas. ¿Cómo te va con la seducción de la
mujer ciega?
—¿Seducción?—
Gruñó Peter, sin estar seguro de quién estaba seduciendo
a quién. Él se
había enamorado totalmente de Lali, y la idea de que ella ahora lo
odiara, hacía que
su pecho se contrajera dolorosamente. —Ella me tiene en la
palma de su mano.
Y ahora, piensa que soy un psicópata.
Dioniso se echó a
reír. —Bueno, si eso es todo, estoy seguro de que lo
podremos arreglar.
Continuara....
+ 16 y otro!
+ 16 y otro!
MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!!!
ResponderEliminarQUIERO OTROOOO!!!!
ResponderEliminarMaaaaas!!!!! Se tiene que resolver todo ya!!!!
ResponderEliminarME encanta más!
ResponderEliminarDioniso confio en ti!
ResponderEliminarkjfvhnjfdn maldito enfermero! ¬¬
ResponderEliminary perna Lali por no confiar en Peter!!!
ResponderEliminarEspero que cuando el vuelva a hablar ella lo escuche!
ResponderEliminary que el le diga que es un dios y que le diga que lo ama y el calme la tormenta!!!
ResponderEliminarldkncdlknmc quiero mas!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminary maldito orion!!! lo odio!
ResponderEliminarmas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarmas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarmas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarmas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarmas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarojala si lo arregle antes de la tormenta
ResponderEliminar:'( noooo no quiero que se separennn que se arreglennn rapidooooo por fass @LuciaVega14
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