Capítulo 26:

Los ojos de Pablo llamearon por la sorpresa.
—Pequeña y chantajeante zorra.
Ella apretó los dientes.
—Voy a salir de aquí, y nunca voy a volver contigo. Si te vulves a acercar a mí, si te atreves a decir mi nombre, voy a hacer que pudras en la prisión.
La sorpresa creció en los ojos de Pablo. Él iba a herirla. Podía leer eso en su expresión. Bien, eso estaba bien. Porque se aseguraría de que no volvería a hacerlo.
La puerta se abrió y entró Maria.
—¿Esta todo bien? —preguntó, mirando a Mariana.
—Me voy —dijo Pablo, con la voz llena de ira—. Aparentemente cometí un error.
Pasó por al lado de Maria y cerró la puerta detrás de él.
Mariana escuchó un zumbido y sintió que iba a desmayarse.
—Aquí —dijo Maria, empujando una silla—. Quizá debería sentarse.
Mariana se sentó en la silla, y sus manos estaban apretadas en puños. Lo hizo. Se enfrentó a Pablo, y le resistió. Ahora todo lo que quería era volver con Thiago, Juan y Peter.
—¿Puedo usar tu teléfono? —preguntó con voz ronca.
Maria gesticuló hacia el escritorio.
—Allí lo tienes.
Mariana se levantó y se acercó al escritorio, y se dio cuenta de qué no sabía el número del teléfono de la cabaña. Con las mejillas ardiendo, miró a Maria.
—¿Sabe el número del teléfono de Thiago?
Maria se lo dijo, con una familiaridad que molestó a Mariana. Marcó el número y esperó ansiosa mientras llamaba. Después de diez toques, colgó suavemente, y su corazón se apretaba con preocupación.
—Puede llamarle al móvil —dijo Maria secamente.
El calor volvió a invadir el rostro de Mariana, pero cogió el telefono y miró con esperanza a Maria. Después de marcar el número, esperó.

***

Los hermanos llegaban a la ciudad, cuando se escuchó el móvil de Thiago. Él respondió y murmuró un hola.
—¿Thiago?
Oyó la suave voz de Mariana.
—¿Cariño, estás bien? —preguntó él.
—Puedes... ¿puedes venir a recogerme?
—¿Dónde estás?
—Estoy en la oficina del sheriff —contestó.
—Llegaremos allí en cinco minutos —prometió él—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dijo, con voz más fuerte que antes.
—Espera solo un minuto, cariño. Estamos llegando.
Colgó y tiró el móvil. Tenía docenas de preguntas que hacerle, pero su prioridad era llegar a ella lo más rápido posible.
—¿Qué está pasando? —preguntó Juan.
—Quiere que la busquemos en la oficina del sheriff —contestó Thiago.
Echó un vistazo a Peter por el espejo retrovisor, y vio alivio en el rostro de su hermano.
Llegaron a la ciudad y se acercaron a la oficina del sheriff. Thiago frunció el ceño, cuando vio un BMW pasar por delante del Land Rover.
—Hijo de puta —juró Juan—. Es su esposo.
Thiago pisó el freno, abriendo la puerta del coche antes de que se parara completamente. ¿Se la llevó el bastardo? ¿Maria lo dejó salir con ella?
Los hermanos salieron corriendo hacia la oficina del sheriff.
Thiago llegó primero a la puerta y la abrió, buscando a Mariana en el interior. La tensión lo abandonó cuando la vio sentada, detrás del escritorio. Ella levantó los ojos, y con un grito, se lanzó en sus brazos.
Él la abrazó.
—Gracias a Dios que estás bien —él dijo en un murmullo.
Ella lo agarró con más fuerza, su rostro estaba enterrado en su cuello.
—Lo hice —susurró—. Dije que quería el divorcio.
Thiago acarició su pelo y besó su sien, y la satisfacción recorría sus venas. Con desgana, la soltó. Igual de rápido, Juan la tomó en los brazos, abrazándola tan fuerte como Thiago. La besó ligeramente, su alivio era evidente.
Del otro lado de la sala, Maria se quedó con la boca abierta. Sus ojos se abrieron mucho, al entender. Thiago sabía que la compresión la dolía.
—No era yo —dijo despacio—. Nunca fui yo... eran ellos.
Thiago no fingió no haberlo comprendido. Pasó la mano por el pelo y se acercó a Maria.
—Cometí un error —admitió honestamente—. Eres una buena mujer, Maria.
—Aparentemente, no lo suficiente —dijo afligida.
Thiago suspiró. No quería una escena, especialmente delante de Mariana. Una vez se sintió atraído por Maria, hasta pensó que sus hermanos podían sentir lo mismo, pero no lo hicieron. Juan reaccionó con indiferencia y a Peter no le gustó. Sabía que nunca iba a funcionar entre ellos, pero seguía pasando tiempo con ella. Fue una buena compañía y alguien con quien tomar una cerveza. Pero no estaba destinada a ocupar un lugar en su corazón. Este lugar estaba reservado a Mariana.

Continuara..... 


No tengo excusas solo les deseo una buena semana :)
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