Capítulo 14:

Thiago se inclinó hacia adelante y le dio un suave beso. Fue sorprendentemente gentil. Por primera vez, ella levantó la mano para tocarlo, recorriendo su rostro con los dedos, sintiendo las ligeras puntas de su barba.
Cuando él se alejó, sus ojos ardían de pasión y ella se sintió embriagada por el conocimiento de cómo lo afectaba.
—Bien si vamos a ir a la ciudad necesitamos salir ahora mismo. No queremos volver tarde, si va a nevar —anunció Peter, levantándose de la silla.
—¿Es… es seguro para mí ir a la ciudad? —preguntó ella. La idea de que alguien podría verla y contárselo a Pablo llenó su corazón de miedo, poco importaban las promesa de los hermanos de protegerla.
—Nos aseguraremos de que nadie te vea —dijo Juan—. La tienda de Riley queda en el límite de la ciudad. Estacionaremos bien cerca de la entrada, te dejaremos escondida en un lado de la tienda y escogeremos lo que te probes. Nos mantendremos atentos a cualquier movimiento inhabitual.
—Muy bien —dijo ella, soltando la respiración—. Entonces vamos a hacerlo.

***
La ciudad estaba lejos y bajaron la montaña en silencio. Mariana se sentó delante, mientras que Juan conducía y Peter se sentó en el asiento trasero del jeep. Durante todo el viaje, Juan alcanzó y apretó sus manos.
Se sintió cómoda con ese gesto tan simple y pronto entrelazó sus dedos.
A media mañana llegaron a la ciudad de Clyde. Thiago tenía razón, no había mucho para ver, salvo un pequeño supermercado, un negocio de alimentos, algunos cafés y la tienda country, pero había una calle principal y las tiendas eran limpias y bien mantenidas.
Juan paró en la tienda y él y Peter inspeccionaron el área antes de salir. Peter abrió la puerta a Mariana y le hizo señas para que saliera. Una vez fuera, Juan y Peter la rodearon y caminaron hacia la tienda.
La llevaron hacia el área de los probadores y le dijeron que esperara sentada.
—Dinos tu talla y te traeremos algunas cosas para mirar —dijo Peter.
Ella se rió.
—No hay nadie aquí. Creo que puedo mirar yo misma.
Juan exploró los alrededores una vez más.
—Muy bien. Iré a vigilar la puerta. Peter, cuida de Mariana mientras hace las compras.
Mariana se dirigió hacia las estanterías en el centro de la tienda y empezó a tomar algunas camisas de franela de manga larga de su talla. No estaba segura de cuanto podía gastar, así tomó solo algunas y se dirigió hacia los vaqueros.
Cuando estaba buscando pantalones de su tamaño, Peter añadió varias camisas en sus brazos. Sin hablar, empujó las camisas hacia ella, su expresión no admitía discusión alguna.
—¿Me las llevarías a la caja, por favor? Estoy casi segura que son de mi talla.
—¿Quieres qué te elija un par de botas mientras estoy por aquí?
Ella sonrió.
—Me encantaría, gracias.
Se acercó a la ventana que daba a la calle, después de haber escogido algunos vaqueros azul oscuro, negros y caqui. Cuando iba a volver para seguir a Peter hacia la caja, sus ojos se detuvieron en un conocido vehículo negro, que paraba en la calle. Se quedo congelada, y vio con horror a Pablo Martinez salir del coche y recorrer la calle con la mirada.
Su estomago se agitó tanto, hasta que supo que iba a vomitar. Miró con pánico a su alrededor, buscando un lugar para esconderse. Un lugar donde él no la pudiera ver.

Juan miró ceñudo como el BMW estacionaba en un aparcamiento, al otro lado de la calle. Era un vehículo extraño en esta parte del mundo. Un lugar donde un vehículo que no tuviera tracción en las cuatro ruedas, no serviría de mucho.
Echó un vistazo hacia donde estaba Peter estaba mirando las botas y luego hacia las estanterías en donde estaba Mariana. Solo que ella ya no estaba allí. Escrutó la tienda, intentando descubrir donde se fue, pero no estaba a la vista.
— Peter —murmuró.
Peter se giró, sus ojos buscaban también a Mariana. Su cara se endureció cuando no vio ninguna señal de ella. Corrieron por entre las estanterías. Peter en la parte de detrás, Juan cerca de la ventana.
La encontró escondida tras un armario de rebajas, solo aparecían los pies por debajo. Cuando separó las perchas, ella titubeó, como si tuviera miedo de quien podría ser.
—¿Qué está mal, muñeca? ¿Quién te ha asustado tanto?
—Está aquí. Allí afuera. Vino a buscarme. Sabe que estoy aquí —dijo con un gemido bajo.
Se mecía de un lado al otro, ahogada de terror, con los ojos llenos de impotencia. Abrazaba firmemente las rodillas contra el pecho, como una medida de protección. Juan quiso salir a la calle y matar al bastardo, allí mismo.


Continuara...

GRACIAS  por las firmas :)
a las que lo hacen en anonimo dejen algun dato!!!
Lina la nove que estoy escribiendo va por le cap 138 pero ya la quiero terminar... y ya tengo varias ideas para la proxima novela :)
20 Comentarios y mas :)
Besos
Juli♥
@amorxca
aviso a todas las que quieren en twitter :)
PD: sepan que tendria que estar estudiando y haciendo tarea pero aqui estoy subiendole nove un aplauso para mi! jajajajaja