Capítulo 23 y 24:

Capítulo 23:


—Pablo está aquí —lloró—. Él me encontrará.
Tomó su barbilla y la forzó a enfrentarlo.
—Vístete y reúnete con nosotros en la sala. Te contaremos lo que hemos planeado hacer.
Ella lo miró fijamente, atreviéndose a esperar que pudieran mantenerla a salvo y evitar así ser la causa de sus muertes.
Él se incorporó y la besó en la frente.
—Tus ropas están en el primer cajón —salió, dejándola vestirse.
Revolvió en el cajón y sacó una camisa y unos pantalones tejanos. Para su sorpresa encontró un paquete con bragas de algodón y dos sostenes de su talla. Peter debía haberlos escogido antes de las botas.
Se vistió rápidamente y se dirigió a la sala. Se detuvo en la puerta, disfrutando de la vista de los tres hombres. Peter echado en el sofá, con una cerveza en la mano; Juan con el ordenador, moviendo el ratón; Thiago cerca del fuego, con aspecto impaciente.
Thiago levantó los ojos y la miró, sus ojos eran ardientes como las llamas.
Sintió que la abandonaba su confianza. Tuvo el loco deseo de huir al dormitorio, donde estaría segura. En cambio, dio un paso en frente, cruzando los brazos protectoramente sobre el pecho.
La expresión de Thiago no se alteró. Peter alzó los ojos del sofá y se concentró en la cerveza.
Juan se levantó, cruzó la sala y la tomó de la mano.
—Ven. Tenemos mucho que hablar —dijo, mientras la empujaba dentro de la sala.
Se sentó en el sofá, a pulgadas de Peter. Se sentía en un punto sin retorno. Querían que se quedara, y ella tenía que decidir si escuchaba su corazón o hacía todo para mantenerlos a salvo.
El peso de la decisión pesaba sobre sus hombros.
—Es hora de hablar —dijo Thiago. Metió las manos en los bolsillos y apoyó el tacón de la bota en la chimenea de detrás de él.
Analizó a Juan y a Peter, midiendo sus reacciones. Juan la miraba, atento. Peter no mostraba ninguna emoción en su rostro.
—Estuvimos hablando con Carl Davis, un amigo nuestro que es abogado en Denver. Puede preparar los documentos necesarios para tu divorcio —continuó Thiago.
Su corazón se aceleró, batía dolorosamente en el pecho. Abrió la boca para hablar, pero se le había secado.
Para su sorpresa, Peter se giró y la agarró por la mano; su gesto la confortaba. Se concentró en él, intentando descubrir sus pensamientos. ¿Aún pensaba qué no quería librarse de su esposo? ¿Después de todo lo que había pasado la noche anterior?
Él la miraba fijamente, con una expresión indescifrable. Era testarudo. Pues ella también. Lo enfrentó desafiante, provocándole decir sus dudas.
Una sonrisa reluctante movió sus labios.
—Bien, Mariana —dijo perezosamente—. ¿Qué vas a hacer? ¿Un esposo abusivo o una oportunidad con tres hombres qué harán cualquier cosa para cuidarte?
—No es tan simple —dijo furiosa.
Peter puso un dedo bajo su barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos.
—Sí. Lo es.
Se levantó, abrazándose por la cintura.
—A mí… a mí me importas mucho. Todos ustedes —señalando a los tres—. ¿No lo ven? No podría soportar si algo les sucediera a cualquiera de ustedes, por mi culpa.
—Cariño, escúchame —le pidió Thiago, girándola hacia él—. Si no crees en nada más, cree esto. No permitiremos que ese bastardo te tenga.
—No me preocupo por mí —quería gritar de frustración.- ¿Por qué no lo entendían?
—Dijimos que cuidaríamos de ti —dijo Peter calmamente—. Si algo nos sucediera, no podríamos cuidarte. Por lo tanto, por prometerte que vamos a protegerte, puedes estar segura de que ningún bastardo va a tocarnos.
—Tienes un don con las palabras —dijo Juan.
La absoluta convicción de la voz de Peter la hizo dudar.
—La pregunta es ¿tienes este tipo de fe en nosotros? —dijo Peter, levantando la ceja al indagarla.
Había dado la vuelta a la situación, en su contra. Si persistía con las protestas, demostraría su falta de confianza en ellos. ¡Maldito sea! ¿Qué se suponía que tenía qué hacer?
Thiago la abrazó por la cintura y la acercó a su pecho.
—Contesta a una pregunta. Si no fuera por Pablo. Si no fuera que estuvieras casada. ¿Te quedarías?
Asintió, incluso antes de pensar en la respuesta.
—Entonces está decidido —dijo Thiago, la satisfacción brillaba en sus ojos—. Diremos a Carl que siga con el divorcio y pensaremos en un plan para impedir que ese bastardo se acerque a ti.
Abrió la boca para protestar, pero él la silenció con un dedo.
—Confía en nosotros, cariño.
Ella suspiró. El problema era que confiaba. Era una locura. Les conocía desde hace unos días, y aún así confiaba en ellos, más que en cualquier otra persona.
—De acuerdo —aceptó.
Thiago bajó la cabeza y la besó hambrientamente. Empujo la mano en su pelo, acariciando su nuca, mientras su lengua hurgaba en la boca de ella.
Cuando se apartó, ella estaba jadeando.
—Bien, debo decirlo, esto es una sorpresa —declaró una voz femenina.
Mariana giró y vio a una Rubia alta, con sombrero de vaquero y una placa.
Thiago juró.
—Maldita seas, Maria, ¿no sabes llamar a la puerta?

 Capítulo 24:


 Peter agarró a Mariana por la muñeca y la empujó detrás de él. Su rostro se oscureció con ira y Thiago avanzó, esforzándose para salvar una situación potencialmente peligrosa. Sabía que a Peter no le gustaba Maria, y si ella amenazaba a Mariana, temía lo que su hermano pudiera hacer.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Y qué es lo quieres? —exigió Thiago.
Maria levantó la ceja, sorprendida por su rabia.
—La pregunta es ¿qué está ella haciendo aquí? —preguntó Maria señalando a Mariana con la cabeza—. A menos que esté equivocada, tiene una misteriosa semejanza con la mujer desaparecida, del informe que está en mi escritorio.
Maldición, Maldición, Maldición. ¿Por qué tuvo qué aparecer Maria justamente ahora?
—Su esposo declaró que fue secuestrada —continuó Maria—. ¿Qué tiene que decir la señora sobre eso?
—No fui secuestrada —dijo Mariana.
Peter la mantuvo detrás de él y miró duramente a Maria.
—Como puedes ver, está perfectamente —dijo Peter, frío—. Estoy seguro de que sus servicios son necesarios en otro lugar. No aquí.
Maria titubeó.
—Nunca te gusté —agitó la cabeza—. Pero no es ésta la cuestión. La cuestión es que tengo a un esposo preocupado, buscando a su esposa perdida. Ahora si está aquí por propia elección, no es mí problema, pero necesito que venga hasta la comisaría, para dar una declaración. Lejos de cualquier influencia impropia —completó, mirando intencionalmente los tres hermanos.
—Sobre mi cadáver —murmuró Thiago.
—No va a ninguna parte, cerca a ese bastardo —dijo Juan.
Maria suspiró y llevó la mano a la cadera, cerca de la pistola.
—Veo que no van a facilitarme esto.
—Iré —dijo Mariana, moviéndose para quedar en frente de Peter.
Thiago sintió un aprieto en el corazón y el miedo invadió sus ojos.
—No, cariño. No irás.
Lo miró preocupada.
—No les causaré problemas. Iré.
—Maldita sea —dijo Peter—. Maria te puede tomar aquí la maldita declaración.
—Mira, no sé que demonios está pasando aquí, pero necesito la versión de la Sra. Martinez. Sin la presencia de tres trogloditas mirando sobre mi hombro. Necesito que venga conmigo. No me fuerces a usar la fuerza, Thiago. Sabes que no quiero hacer esto.
—Cual demonios es tú problema, Maria —exclamó Juan, sorprendiendo a Thiago por la ira de su voz.
—Estoy haciendo mi trabajo —declaró—. Me mentiste cuando pregunté si la habían visto. Tengo a un hombre muy importante, atosigando a todos en la ciudad, buscando a su esposa perdida. Su nueva esposa, podría añadir. Ahora la encuentro aquí. Me parece muy asustada, así que quiero hablar con ella a solas, porque necesito oír de su propia boca que está pasando.
—No tiene miedo de nosotros —precisó Peter.
—Bien. Entonces, puede venir conmigo y explicármelo.
A Mariana se lo cortó la respiración, intentando no dejarse llevada por el pánico. No podía dejar que los hermanos tuvieran problemas, solo por estar protegiéndola. Ya era la hora de actuar por sí misma. Thiago dijo que su amigo podía manejar su divorcio. Tendría que ir con Maria y explicarle algo de todo esto. En caso contrario, se liberaría todo un infierno.
Se movió en dirección de la mujer, determinada a no dejarse intimidar. Peter agarró su brazo e intentó traerla de vuelta. Se volvió a él, intentado alejar el miedo de los ojos.
—Tengo que hacer esto —dijo.
—Iremos contigo —afirmó Peter.
Negó con la cabeza.
—No, no pueden. Es algo que tengo que hacer sola.
La incertidumbre brilló en los ojos de Peter, y por un momento, creyó ver miedo. Entonces, su expresión se endureció en una máscara impenetrable.
—Volveré —dijo suavemente.
—No me gusta eso —protestó Juan.
—Su esposo no puede acercarse a ella —murmuró Thiago—. ¿Me oíste, Maria? Conseguirás tú maldita declaración, pero mantén al bastardo alejado de ella. Estoy encargándote de su seguridad.
Mariana se sorprendió por la dureza de su voz. Maria asintió, después señaló la puerta.
—Después de usted, señora.
Mariana volvió a mirar a los tres hermanos, con una súbita ola de incertidumbre. No quería dejar la seguridad que había encontrado aquí.
Antes de que pudiera seguir a Maria, Thiago dio un paso y la abrazó contra él. Sus labios se encontraron en un beso hambriento, como infundiéndole fuerzas.
Maria se puso el abrigo y Mariana se giró para marcharse. Saliendo, tembló de frío. Se olvidó el abrigo.
Caminó hasta el jeep Cherokee, sus botas pisaban la nieve. Maria le señaló la silla del pasajero y se dio la vuelta para sentarse en el volante.
Mariana se deslizó en el cálido interior, contenta de que Maria dejó encendido el motor. Miró por la ventana, sintiendo un nudo en la garganta, según aumentaba la distancia de la cabaña.

Continuara....

Holaa! Aparecí! Ya se que les tendria que haber subido el miercoles porque llegaron a las firmas pero estuve estudiando y despues no me conecte, el jueves ni toque la compu =/ dormí la siesta hasta tarde y cuando me levante me tuve que empezar a preparar para la cena de 15 de una amiga :) ayer estuve en la compu leyendo y haciendo otras cosas, pensaba subir a la noche pero me dormí =/  asique les pido perdon!
Espero les gusten los caps
Agradezco las recomendaciones y las 72 FIRMAS =D guauuuu!
No se si mas tarde pueda subir porque tengo el baby shower de mi prima, que esta esperando mesillas :) tal vez a la noche pueda pero no es seguro!
Como muchas contestaron sus edades me parece justo decir la mia :) Tengo 15 ;) 
mas de 40 firmas!
Un beso
Juli♥
@amorxca