Capítulo 21:

Peter estaba hirviendo de ira. —¡Voy a arrancar la cabeza de Hera y alimentaré a las gorgonas con ella!

—Parece que funcionó—. Sonrió Hermes. —Y muchas gracias, Hermes, por restaurar mi memoria—, dijo lleno de sarcasmo. —De nada, Peter, es muy amable de tu parte decirlo.

Peter miró a su amigo, olvidando su enojo por un instante. Echó los brazos alrededor de él y lo atrajo en un abrazo muy fuerte. —¡Gracias! ¿Qué haría yo sin ustedes?—Miró por encima del hombro de Hermes a Agustín. —A ambos.

—Es bueno tenerte de vuelta—. Agustín le devolvió la sonrisa.

Él se apartó de Hermes y puso su atención de nuevo en el tema en cuestión.

—¡Le arrancaré la cabeza Hera!— Recordó cada segundo de su intercambio en el estacionamiento, cómo lo había reprendido por la forma en que había tratado a Lali.

¡Lali!

—¡Ah, mierda!— Llegó la verdad hacia él como un tren de carga con sobrepeso. —Esa tortuosa... intrigante... mentirosa...

—Ya has dicho eso—, señaló Hermes.

—¡No Hera!— Peter hizo un movimiento de impaciencia con la mano. — Lali. Mi prometida—. ¡Prometida, su culo! —¡No estoy pensando en comprometerme con nadie!

—Justo lo que pensaba—, Agustín estuvo de acuerdo. —Entonces, ¿qué pasará con ella?

—Ella fue la que... ya sabes...— cogí, quiso decir, pero no pudo. Peter tomó un respiro y se dejó caer en el sofá. Lali le había mentido acerca de todo. No sólo no estaban comprometidos, sino que también habían tenido sexo… sexo alucinante por lo que él recordaba con claridad ahora… y ciertamente no había practicado la abstinencia como se lo había hecho creer.

¿Por qué demonios habría inventado todo eso? Había roto con ella esa noche, así que ¿por qué incluso ella lo molestaría después de eso? Se había alejado de ella, porque ella estaría mejor sin él. Al menos eso es lo que él había pensado entonces. Pero lo había hecho de la manera equivocada. Había estado a punto de llegar a ella y hacerle comprender su razonamiento cuando...

—Ella envió a los dos matones detrás de mí para darme una paliza—. ¿Por qué había hecho eso? ¿Había preparado todo para poder cuidarlo para que se curara y hacerlo enamorarse de ella en el proceso?

—¿Quién? ¿Hera? —Dijo Hermes.

—No me entiendes, ¿verdad? Lali, por supuesto.

Hermes se rio entre dientes. —¿Tu prometida hizo que te golpearan?

Peter fulminó con su mirada a su amigo y apretó la mandíbula. —¡Ella no es mi prometida de mierda!

—Lo era hace diez minutos.

Peter se disparó de su asiento y se abalanzó, golpeando en contra de la pared a Hermes mientras él lo agarraba por la garganta. —Otra palabra estúpida de tu boca, y voy a limpiar esa sonrisa idiota de tu cara… para siempre—. Ya era lo suficientemente malo el lidiar con las emociones conflictivas dentro de él, no estaba de humor para justificar sus acciones a sus amigos.

—Peter , suéltalo—, dijo con calma Agustín. —Todos sabemos con quién estás enojado, y no es con Hermes.

Peter lo soltó. —Lo siento.

Hermes le dio un empujón y se apartó de la pared. —Me parecías mucho más agradable cuando no te acordabas de quién eras.

Peter se paró en seco. ¿Era cierto que había sido un tipo más agradable mientras había tenido amnesia? ¿O era que Lali había tratado de convertirlo en una dócil mascota? —Si ella cree que puede convertirme en un sumiso, se llevará una sorpresa.

—¿De quién estamos hablando ahora?—, preguntó Hermes, enderezando su camiseta.

—La mujer que hizo creer a Peter que estaba comprometido, y si mal no recuerdo, también dijo que estaba enamorado de ella—. Agustín se inclinó tranquilamente contra el marco de la ventana.

—¡Pendejadas!— Protestó Peter tal vez un poco demasiado fuerte, tratando de ocultar lo que se escondía detrás de su estallido. —No estoy enamorado de esa intrigante, mentirosa, molesta...— Endemoniadamente seductora, sexy, caliente... — ...mujer—. Él volvió a respirar hondo. —¿Cómo se atreve a mentirme de esa manera? ¿Qué he hecho yo para merecer su engaño?— Le hervía la sangre de enojado. —¡Oh, le daré una boda! ¡Pero no habrá un novio!

Encontró a Hermes y Agustín intercambiando una mirada de complicidad. — ¿Qué?

Hermes se aclaró la garganta. —Si ella es la mujer con la que tuviste sexo la noche de la boda de Agustín, creo que estabas planeando votarla a la mañana siguiente.

—Bueno, ¡por supuesto!— Él no estaba hecho para las relaciones. Todo el mundo lo sabía. Una pequeña pelota de culpa se formó en su estómago y se abrió camino hacia arriba. Por la reacción de Lali al día siguiente, se dio cuenta de que no lo había sabido.

No, ella había dado por sentado que tenían algo más permanente. —Ella debería haberlo sabido—. Pero no había convicción en sus palabras, porque los recuerdos de esa noche lo estaban carcomiendo. Él había sentido algo con ella. Una cercanía que había disfrutado, una calidez de la cual él quería más. Pero en lugar de asumir el sentimiento, había escapado de las emociones extrañas y la había dejado. Qué hijo de puta sin corazón era.

—Supongo que ella pensó que podía vengarse cuando se dio cuenta de que tenías amnesia.

Peter asintió con la cabeza lentamente, y luego se dejó caer en el sofá. Todo ahora tenía sentido. No era de extrañarse que no quisiera dormir con él. —Ella me dijo que éramos abstinentes.

Tanto Agustín como Hermes giraron con fuerza la cabeza hacia él y lo miraron con incredulidad. —¿Abstinencia?— Los dos repitieron.

Peter asintió forzadamente. —Mientras yo estaba sin mi memoria, ella estaba tratando de convencerme de que habíamos acordado no tener relaciones sexuales hasta que nos casáramos.

—Astuta— Hermes golpeó su muslo.

—Si eso no es un castigo, entonces no sé qué es—. Agustín no pudo reprimir su sonrisa.

—Creo que ella ha tenido su diversión—. Hermes se sentó en el sillón frente a Peter y puso los pies sobre la mesita de café. —Realmente no puedes culparla.

—¿No puedo?— Peter inclinó la cabeza. —¿Y qué me haya dicho que trabajaba como camarero en un restaurante? ¿Sabes lo duro que es ese trabajo? ¡Mis pies me están matando!

—Tú, ¿un camarero? ¡Tengo que ver eso!— Entonces Hermes miró a Agustín.

—Me gusta esa mujer. ¡Me gusta mucho!

—¿De qué lado de mierda estás?— ¿No se suponían que sus supuestos amigos estuvieran del lado de él? Lali lo había humillado, y Agustín y Hermes estaban riéndose a costa suya.

—Escucha, Peter —, dijo con calma Agustín. —Vamos a dejar esto atrás. Voy a llamar a Eros y entonces tendremos una buena noche de hombres y sólo nos reiremos de todo el asunto. Todo volvió a la normalidad.

¿Normalidad? ¿No lo entendían esos dos? Nada había vuelto a la normalidad. La mujer de la cual se creía enamorado, era una mentirosa y una tramposa. Se había burlado de él y había tenido una buena carga de risas a sus espaldas… probablemente con Eugenia del restaurante, porque ella tenía que estar participando para fingir que Peter trabajaba allí. ¿Y esperaban que dejara pasar eso?

—No puedo salir esta noche. Tengo el turno nocturno en el restaurante.

La mandíbula de Hermes cayó. —¿No acabas de decir en no muchas palabras que odiabas ese trabajo? Y además, tú eres un dios. ¿Por qué trabajas?

Peter se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta. —Si no vuelvo al trabajo, Lali pensará que algo está mal.

—¿Y cuáles por Hades son tus planes?—, preguntó Agustín.

Peter lanzó una mirada por encima del hombro. —Si piensas que simplemente dejaré que se salga con la suya, no me conoces en absoluto.

Sin embargo, él no podía decirles a sus amigos que él no se reconocía tampoco. De alguna manera había cambiado. Y hasta ahora, no sabía cómo manejar a ese hombre cambiado que ahora habitaba su cuerpo.

Continuara....