—Hay galletas y café en el fondo de la
sala para los que quieran quedarse y mezclarse. Nos vemos la próxima semana—,
anunció el moderador del grupo de AA.
A su lado, Lali sintió exhalar a Peter
y murmurar algo en voz baja que ella no entendió.
—Lo siento, ¿qué dijiste?
Él la miró y se aclaró la voz. —Ya he
tomado un café. Estoy listo para irnos.
La expresión de dolor en su cara lo
decía todo. Esto no podría haber sido fácil para él. Sin embargo, se sentía
orgullosa de él. Realmente hizo un esfuerzo para complacerla, y escuchar sus
sugerencias. En el fondo, Peter era realmente un buen hombre. Tal vez algunas
malas experiencias con las relaciones, lo habían hecho alejarse de ella el día
después de que habían tenido sexo. ¿Podía ella realmente echarle la culpa? Sus
propias experiencias la habían hecho cautelosa también.
—Entonces, ¿nos vamos?— Peter lo pidió
una vez más. —Puedo llevarte a comer.
Lali forzó una sonrisa y apartó sus
pensamientos. —Eso sería encantador—.
Mientras se ponía de pie, su celular
sonó. —Lo siento—. Lo sacó de su bolso de mano y leyó la pantalla. Era el
número de su vinería. —¿Sí, Lisa?
—Siento molestarte Lali, pero la
entrega de los vinos chilenos acabaron de llegar, y no concuerda con lo que
pedimos. Creo que será mejor que vengas.
—¿Está el repartidor todavía allí?
—Sí. No he firmado todavía.
Lali dejó escapar un suspiro de
alivio. —Bien, no lo hagas. Y no lo dejes salir. Estoy a sólo diez minutos—.
Desconectó la llamada y volvió a poner el celular en su bolsillo, dando a Peter
una mirada de disculpa.
— ¿Qué pasa?—, le preguntó, su voz se
mezclaba con inmediata preocupación.
—Tendré que dejar para después el almuerzo.
Hay un problema en la vinería. Te llamaré más tarde.
Peter puso una mano sobre su brazo. —
¿Por qué no voy contigo? Quiero ver tu tienda de todos modos.
Vaciló por un momento, preguntándose
si exponerlo a la vinería daría lugar a algún recuerdo. Sin embargo, se maldijo
a la vez: no siempre podría evitar que volviera a visitar lugares conocidos,
con la esperanza de que su recuerdo se mantuviera lejos. Era egoísta, y además,
no tenía idea de cómo y cuándo su memoria volvería. Podía ocurrir de forma
espontánea y no tendría nada que ver con la visión de lugares familiares y esas
cosas.
—Claro.
Mientras caminaban hacia la luz del
sol, Peter le tomó la mano en la palma grande suya.
El contacto fue ligero, pero de repente
la hizo sentirse nerviosa de nuevo. ¿Por qué todavía la afectaba tan
intensamente?
—Esta es realmente una linda ciudad.
¿Cuánto tiempo he estado viviendo aquí?
Sin estar preparada para su pregunta, su
corazón se aceleró. —¿Cuánto tiempo?— Ella repitió evasivamente. ¿Importaría
cuál era la respuesta que diera? — Un par de años.
— ¿Dónde vivía antes?
—Nunca hablaste mucho acerca de eso.
Él hizo una mueca. — ¿Me estás
diciendo que estás dispuesta a casarte con un hombre que ni siquiera te ha
dicho de dónde es?
Lali rebuscó una respuesta creíble.
—No, no, por supuesto que no.
— ¿Quieres decir que no estás
preparada para casarte conmigo?
Irritada, apartó la mano de la suya.
Dios, cómo odiaba tener que mentirle todo el tiempo.
—No trates de confundirme.
— ¿Cómo te confundo?
—Haciéndome todas esas preguntas.
Él dejó escapar un suspiro y se pasó
una mano por su abundante pelo.
—
Pero
tengo que hacer preguntas. Tengo que saber quién soy—. Él la miró entonces, en
busca de sus ojos para su aprobación.
El pesar se apoderó de ella. —Lo
siento. No quise decir eso. Es sólo que, esto, es... es muy estresante—. Ahí
estaba, esa era una explicación convincente, y ni siquiera estaba lejos de la
verdad. ¿Quién hubiera sabido que el mentir constantemente era estresante?
—No sé cómo lidiar con todo esto, con
que hayas perdido la memoria—. Con que te esté engañando, ella quería
gritar.
Peter le tomó la mano y se la llevó a
los labios para darle un beso.
—Entiendo. Pero no quiero que te
preocupes por eso. Regresará, estoy seguro.
Era exactamente de lo que Lali estaba
preocupada. Si su memoria regresaba demasiado pronto, sería catastrófico. ¿Y si
su memoria se mantenía alejada por más tiempo? ¿Qué pasaría si se repetía la
historia? ¿Se enamoraría incluso más de él? Y luego, cuando finalmente se diera
cuenta de quién era y lo que había hecho, ¿la odiaría entonces?
—No estés tan triste. Todo estará
bien.
***
Peter le echó otra mirada a Lali. Algo
estaba mal. Cada vez que él le preguntaba sobre su pasado, ella se ponía
nerviosa. ¿Había algo en su pasado que no quería compartir con él? El
pensamiento le hizo tener cierta inquietud como una serpiente deslizándose por
la espalda. Tal vez era mejor que tratara de resolver las cosas por su cuenta.
Más tarde, continuaría explorando las
direcciones que había encontrado en su apartamento, con la esperanza de que alguna
pizca de la memoria regresara.
Pero mientras estuviera con Lali,
debería usar el tiempo para acercarse a ella.
Ya que había accedido a seguir su
voluntad de hacer frente a su “problema de la bebida”, era hora de que ella hiciera
algo que él quisiera. Quid pro quo.
Cuando Lali de repente se detuvo
frente a una tienda, Peter miró el cartel sobre la puerta. Decía In Vino
Veritas. Su mente tradujo instantáneamente las palabras para él: la verdad
en el vino. Hablaba latín, pero también se dio cuenta que no era su lengua
materna. Tampoco el inglés. Era sin duda educado... educación clásica,
evidentemente.
Peter la siguió dentro de la vinería y
cerró la puerta, dejando los sonidos del tráfico detrás de él. Cientos de
botellas prolijamente apiladas en varios botelleros y vitrinas, lo recibieron
como hijo pródigo. Una acogedora oleada de reconocimiento lo bañó y se envolvió
alrededor como una toalla tibia después de una ducha fría.
Sus ojos recorrieron las botellas, acariciando
sus contenidos a través del vidrio oscuro que contenía el preciado líquido. Se sentía
relajado y contento, por primera vez desde el inicio de su amnesia. Las
botellas de vino le hablaban casi como con respeto, como si fueran sus súbditos
y él su rey. Peter sacudió la cabeza ante la estúpida idea. Era evidente que la
reunión de AA había revuelto su cerebro.
De ninguna manera volvería allí.
Nunca se había sentido tan incómodo en
su vida o lo poco que recordaba de ella. La idea de renunciar a un buen vino
era incomprensible para él. ¿Por qué alguien haría una cosa así? El vino era la
vida, divertido, e incluso saludable para el caso. Y además, ¿por qué Lali
quería que dejara de beber cuando ella misma era dueña de una tienda de vinos?
No, cuando la próxima reunión se avecinara, le diría que iría solo para que no
se diera cuenta de que no tenía intención de asistir.
—Hola, Peter, encantada de verte otra
vez—, una voz detrás de él lo sacó de su ensimismamiento. Giró sobre sus
talones y miró a la joven que lo saludaba.
—Hola—. No podía ponerle un nombre a
la cara bonita, de hecho, ni siquiera podía recordar si se habían conocido.
—Lisa—, se presentó. —Es probable que
no recuerdes mi nombre...
—Lo siento, pero…
—Lisa, eh, ¿nos puedes ayudar aquí?—,
preguntó Lali, señalando al repartidor que estaba a la entrada de una puerta
que conducía a la parte posterior, probablemente un área de almacenamiento.
—Disculpa—, dijo Lisa y se unió a su
jefe.
Queriendo sentirse útil, Peter decidió
interrumpir antes de que se adentraran demasiado en su trabajo. —Lali, ¿iré a
comprar comida para traerla? Parece que ninguna de ustedes dos tendrá tiempo
para un almuerzo servido en la mesa de todos modos—, señaló hacia las cajas de
vino, algunas parcialmente abiertas, algunas cerradas, que cubrían la entrada a
la sala de almacenamiento.
—Eso sería maravilloso. Gracias—. Lali
le sonrió antes de mirar nuevamente hacia el papeleo en sus manos.
Se encontró sonriéndole, bebiendo de
sus dulces rasgos. Después del almuerzo, haría una jugada para el postre.
Cuando Peter regresó de un pequeño
restaurante italiano, con varios platos de pasta y ensaladas en la mano, el
repartidor ya se había ido, y Lisa y Lali llevaban las cajas pesadas a la sala
de almacenamiento. Dejó la comida en el mostrador y se apresuró hacia ellas.
—Yo haré esto—, se ofreció y tomó las cajas
justo desde los brazos de Lali. — ¿Por qué no comienzan ambas con el almuerzo y
las acompañaré una vez que haya guardado el vino?
— ¿Trajiste almuerzo para mí también?—,
preguntó Lisa, con evidente sorpresa en su voz.
—Por supuesto. Tienes que poner algo
de carne en esos huesos—. Le guiñó un ojo. La muchacha estaba demasiado delgada
para su gusto. Ahora, las curvas exuberantes de Lali, eran una cosa totalmente
diferente. Cuando su mirada viajó hasta las caderas y los pechos de Lali y
cayeron sobre su rostro, se dio cuenta de su molesta expresión.
¿Habría dicho algo malo? Ella no pudo
haber tomado su comentario a Lisa de manera equivocada, ¿o sí? ¿O era propenso
a coquetear con otras mujeres? —Ahora, ustedes dos, coman.
Entró en la sala de almacenamiento,
cuando Lali lo llamó: —Pero tú no sabes dónde ponerlas.
— ¿Las clasificas por país, y luego
por la variedad, a continuación, por el año?— Era como estaba abastecida su
propia bodega de vinos. ¿Su propia bodega de vinos?
¿Dónde tendría una bodega de vinos? No
había espacio en su pequeño apartamento en Charleston para tener ese lujo. Todo
lo que tenía era un refrigerador de vinos. Sin embargo, él sabía con certeza al
cien por ciento que tenía una bodega de vinos. En algún lugar.
—Sí, así es—, confirmó Lali.
El olor de la comida flotaba en la
despensa mientras levantaba caja tras caja dentro de ella y las apilaba hasta
arriba. Pronto, su estómago gruñó, y se alegró cuando la última caja estuvo
puesta en su lugar.
Salió de la sala de almacenamiento y
se detuvo un momento para ver Lali y a Lisa disfrutar de su almuerzo en el
mostrador de degustación. Mientras que Lisa era una chica guapa y muy joven,
sus ojos eran atraídos por Lali y su figura. Todo en ella era más maduro que la
lozana chica a su lado. Madura para cosecharla. Y sería una cosecha abundante.
Su entrepierna se tensó con el
pensamiento. Si no ponía sus manos sobre ella pronto, estallaría en llamas.
—¿Me dejaron algo?— Él se acercó a
ellas y se asomó a las cajas de cartón.
—Compraste demasiado—, dijo Lali.
—Me muero de hambre—. Por más que sólo
comida. Peter se vio obligado a servirse un poco de pasta en un plato de papel
y comer en él. Cuanto antes se comiera su plato principal, más rápido sería capaz
de continuar con el postre. El cual no le impediría mirar a su postre mientras
comía su plato principal.
Lisa limpió el último poco de pasta de
su plato, cuando la campanilla en la puerta sonó, anunciando la llegada de un
cliente. —Iré a atenderlo.
—Voy a ayudarte a limpiar—, Peter le
ofreció a Lali al siguiente instante.
—Yo lo haré—. Lali tomó una caja vacía
al mismo tiempo que él lo hizo, sus manos la tocaron. Ella soltó una risita
nerviosa antes de tirar la caja de cartón en la basura detrás de ella. Hizo lo
mismo con los recipientes y platos de papel restantes.
—Listo.
—¿Quieres comprobar si puse las cajas
en el lugar correcto?—, le preguntó Peter, quien ya tenía un plan en su mente.
—Sí, quiero asegurarme de que pueda
encontrarlas más tarde.
La siguió hasta la bodega y suavemente
cerró la puerta detrás de ellos. No le hacía falta público. Mientras caminaba
entre los pasillos hacia la pared del fondo de la sala, Peter admiraba el
seductor balanceo de sus caderas y la curva elegante de sus piernas. Él sabía
exactamente lo que quería hacer con esas piernas largas. Se veían fuertes y
bien tonificadas, y podía sentirlas envolviéndose alrededor de sus caderas mientras
la penetraba.
A pesar de la fría sala, una fina capa
de sudor se juntó en la frente y cuello de Peter. Su corazón se aceleró y
bombeaba sangre a su pene con la espera de lo que su cerebro estaba planeando.
Lali se detuvo frente a las cajas y
las examinó. Peter se acercó por detrás y puso una mano al lado de su hombro,
tocando la caja detrás de ella. — ¿Lo he hecho bien?— Lo dijo bajando su voz a
propósito, lo que le permitió que el sonido fuera más seductor del que alguna
vez hubiera hecho al hablar con ella.
—S-sí. Están bien—. Su voz tartamudeó
ligeramente, lo que demostraba que estaba consciente de su cercanía y tal vez
incluso de su intención.
—Dime, amor, ¿nos hemos besado aquí?—
Colocó su mano sobre su hombro y le dio la vuelta para que lo mirara.
—N-no— agachó sus ojos, como si no
pudiera enfrentar su mirada, por tener demasiado miedo de lo que iba a ver:
deseo desbordándose.
Él tomó su barbilla en su mano y la
levantó hacia arriba. — ¿Por qué no?
—Nosotros... nosotros... no sé—. Sus
ojos se desviaron por detrás de él como si estuviera buscando una vía de
escape. No había ninguna.
—Vamos a tener que poner remedio a
eso—. Sin prisa, dejó caer la cabeza a la suya. —Nos besamos, ¿verdad?
—S...sí.
Sintió una oleada de poder con su respuesta.
—Bueno. Porque tengo la sensación de que me gusta besarte. Y estoy muerto de
hambre por un beso en este momento—. Luego cruzó la distancia que quedaba entre
ellos y rozó sus labios con los suyos en
un suave toque.
Su aliento se contuvo con el contacto,
lo que confirmaba que se sentía atraída físicamente a él. Utilizaría este
conocimiento para librarla de la estúpida noción de practicar la abstinencia.
En pocos minutos, él la tendría jadeando por un orgasmo.
Peter deslizó la mano en la parte
posterior de su cuello e inclinó la cabeza, deslizando sus labios sobre los de
ella una vez más. Su muslo rozó la cadera, el contacto envió una llama de fuego
blanco a través de la ingle. Por su propia voluntad, su otra pierna dio un
empujón entre las piernas de ella para hacer presión en contra de su centro.
Un suspiro se escapó de su boca y
rebotó contra sus labios. Él entreabrió los labios para beber su aroma antes de
tirar de su labio superior en la boca.
Lentamente, deslizó la lengua sobre su
suave piel y la sintió temblar en respuesta.
—Calma, nena—, susurró él y repitió su
acción.
Cuando Lali abrió los labios un
momento después para tomar una bocanada de aire, Peter apretó sus labios contra
ella y dejó que su lengua se deslizara dentro de ella.
Primero despacio y con movimientos
medidos, exploró su dulce caverna, saboreando, tocando y acariciando. Un gemido
involuntario se escapó de su pecho. Por los dioses, le gustaba besarla aún más
de lo que él pensaba que era humanamente posible. Mientras la apretaba contra
las cajas en la espalda, intensificó su beso y dejó que todas las ideas que
tenía de una lenta seducción, volaran en el viento.
En cambio, la capturó, no
permitiéndole ningún respiro, y le dio a conocer su demanda.
Con toques decididos, se deslizó contra
su lengua, iniciando un baile apasionado, el cual ella respondió sin titubear.
Ese no era el beso de una mujer que no conocía los placeres carnales. El beso
que compartía con él era apasionado y lo consumía totalmente, y los sonidos
provenientes de su cuerpo, los suaves gemidos y suspiros que salían de su
pecho, no eran los de una tímida virgen.
Peter enterró sus caderas en ella,
dejando viajar su mano por su torso.
Mientras acariciaba la parte exterior
de su pecho con el pulgar, los brazos de Lali se fueron alrededor de su cuello,
una mano se enterró en el pelo. Él disfrutó de la sensación de sus dedos
hundiéndose en su cuero cabelludo para mantenerlo más cerca de ella.
Animado por su reacción, él movió su
mano sobre su pecho, sintiendo el contorno de su sostén. El calor bajo su palma
quemaba su piel, pero necesitaba más. Antes de que ella tuviera la oportunidad
de detenerlo, si es que hubiera tenido la intención de hacerlo, sacó su blusa
de la pretina de la falda e introdujo su mano.
Sus dedos se encontraron con la
desnuda, suave y cálida piel.
Movió su mano hacia arriba, conectándose
con el aro de su sostén antes de deslizarse sobre la suave tela y encontrarse
con el pico duro que se había formado allí. Cuando sus dedos rozaron sobre
ella, un ahogado gemido salió de sus labios, junto con una protesta.
—Detente.
Sin embargo, la palabra era tan suave
y estaba acompañada por un empuje de sus caderas contra las suyas, que él no
pudo tomar la orden en serio. Ya podía oler su excitación, el dulce aroma
dirigiéndose hacia su nariz, convirtiendo su cuerpo en una máquina de una sola
idea, queriendo una sola cosa: la liberación.
—Shh, amor—, le susurró contra sus
labios, interrumpiendo brevemente el beso. Pero un momento después estaba de
vuelta, presionando los labios con tanta fuerza para que ella no fuera capaz de
pensar en resistirse.
Su mano se deslizó debajo de la tela
de su sostén y capturó la cima madura. Su piel era firme y cálida y más
sensible de lo que había soñado. A medida que amasaba el globo que se ajustaba
a la mano perfectamente, su pene se convirtió en una barra tan dura, que podría
haber sido utilizado como una palanca. Las cargas de calor y energía que
corrían por su cuerpo hicieron transpirar su piel y los latidos de su corazón
iban a un ritmo frenético. Su respiración era tan trabajosa como si hubiera
estado corriendo una maratón, pero no podía dejar que eso le impidiera llegar a
su objetivo. Tenía que tener a Lali, aquí, ahora. Sin importar nada. De pie,
apretada contra las cajas de vino, tenía que cogerla hasta que ella admitiera libremente
que la abstinencia era una tonta idea. Y entonces él la llevaría a casa y le haría
el amor correctamente, como un prometido debería hacerlo.
Peter apartó la boca de la suya al
mismo tiempo en que se apoderaba de la parte inferior de la blusa y la empujaba
hacia arriba, dejando al descubierto un seno. Luego empujó hacia un lado el
sostén, liberando una hermosa teta y dejó caer sus labios en ella.
Capturando el duro pezón en su boca,
lo chupó.
La cabeza de Lali cayó frente a las
cajas cuando dejó escapar un jadeo de sorpresa.
Pero él no iba a darle la oportunidad
de echarse para atrás. Mientras lo chupaba con avidez y jugaba con el pezón en
su lengua, su mano se fue a su muslo.
Encontró la costura de la falda de
verano y la deslizó por debajo de ella, moviendo su mano hacia arriba, hacia el
premio final.
No llevaba pantimedias, dejando al descubierto
sus muslos a su tacto. Acarició su suave piel y se trasladó hacia el medio,
deslizando la mano entre sus piernas, que ella tan gentilmente había separado
más. Cuando los dedos se conectaron con sus bragas, se dio cuenta de que ya
estaban empapadas.
El pezón se salió de su boca. —¡Oh,
amor!— ¿Lo quería tanto como él la quería a ella?
Peter chupó el pecho de nuevo en su
boca y deslizó un dedo por la parte exterior de las bragas. El calor que lo
recibió era casi insoportable en su intensidad. Una vez que enterrara su pene
en ella, ardería como una sola hoja de papel descuidadamente cayendo en el
fuego, quemándolo con la misma rapidez.
Pero ni siquiera ese conocimiento
podría hacer algo para detenerlo. Él ya había pasado el momento del no
retorno... incapaz de controlar sus impulsos por más tiempo. Nada le impediría
hacer suya ahora a Lali. Su respuesta para él era inconfundible: estaba
excitada por su tacto y quería más. Él no se lo negaría, y de seguro, no iba a
negárselo a sí mismo.
Peter empujó sus pequeñas bragas y se
deslizó dentro de ellas, pasando por el nido de rizos hasta que sintió el calor
y la humedad brotando de su centro. Frotó su dedo contra su entrada húmeda,
luego lo llevó más arriba para encontrar su clítoris.
Apretó contra ella su dedo húmedo y la
oyó gemir. En pocos minutos, irrumpiría en su delicioso portal y se deslizaría
hacia casa.
—Lali, hiciste el...— La voz en el
fondo se apagó mientras Lali se sacudía bajo su agarre, poniéndose rígida.
—Lo siento—, agregó Lisa antes de que
la puerta se cerrara con fuerza.
¡Mierda! La chica no podría
haber llegado en un peor momento.
Lali empujó contra él, haciéndolo
soltarla. Cuando se dio cuenta de su cara enrojecida, ella evitó su mirada y en
su lugar a toda prisa se ajustó la ropa. —Tengo que volver al trabajo.
Un segundo más tarde, pasó junto a él
y abandonó la habitación sin mirar hacia atrás.
Continuara...
Hera se distrajo un rato y estos dos casi arden en llamas!
Tarde porque me fui a comer ¿quieren más?
Firmen y subo otro! :)
HEEEEEEEERAAAA ZEUS TE LLAMA DE NUEVOO ME DIJO QUE TE AVISAAARA VIEJA DE MIERDA ANDATE DE MIERDAA U.U
ResponderEliminarMAS
Beso,Anto
pd: MUERTE A LISA
MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS pobre Peter una ducha fria creo que no lo va a ayudar en nada
ResponderEliminarNooo maas noveee!!
ResponderEliminarJusto en ese moemento tenia que entrar Lisa? Maas nove!
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAS NOVE
ResponderEliminarN
ResponderEliminarO
V
E
L
A
lalalalaalala MAS
ResponderEliminarMaaas!
ResponderEliminarJulietaa por dios q se distraiga de nuevooo pobre Peter no va a aguantar va a morir el pibe
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
ResponderEliminardoceeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminartreceeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarnoveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarSUBI YA
ResponderEliminarque buen cap!! mas noveeeee!!!!
ResponderEliminar@nathies1024
agh genial yo de peter la ahorco
ResponderEliminarDIOS SANTO!!!!!!! JAJAJAJAJA Peter la debe querer matar y Lali se debe estar muriendo en la verguenza, en este momento la mayoria odiamos a Lisa jajaja pobrecita! ♥ @LuciaVega14
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