Peter dejó la casa e hizo una nota
mental de la dirección, asegurándose que encontraría su camino de regreso.
Había encontrado una licencia de conducir en su billetera, junto con varias
tarjetas de crédito, todas con el nombre de Peter Lanzani. Grandioso, no sólo
tenía un nombre totalmente inusual, su apellido no sonaba nada mejor tampoco. Y
su licencia de conducir le había perturbado también, una licencia de
California, con una dirección de Napa. ¿Acaso eso significaba que sólo estaba
de visita? ¿No era Charleston donde vivía de manera permanente?
Por alguna razón, él no quería
decírselo a Lali. Era mejor si encontraba más información acerca de su vida por
medio de ella, antes de empezar a divulgar las cosas que él mismo había
descubierto. Tenía una extraña sensación de necesidad de ocultar ciertos
aspectos de su vida, y la idea lo hacía sentir incómodo.
¿Por qué él tendría que ocultarle algo
a su prometida?
Después de quince minutos, llegó al
primer lugar que había anotado en un trozo de papel. Había revisado los cajones
de su escritorio y decidió visitar todas las direcciones locales que había
encontrado en las tarjetas profesionales, notas y facturas. Tal vez si visitaba
esos lugares, notaría algo familiar para activar su memoria. Valía la pena
intentarlo. Además, era mejor que estar sentado por ahí pensando en lo que le quería
hacer a Lali: cuyas ideas los involucraban a ambos en varios estados de
desnudez.
Estaba lo suficientemente caliente en
el apartamento como para necesitar el calor interno que sus pensamientos por
ella añadían.
Peter levantó la vista de su lista de
direcciones y miró fijamente el edificio que tenía en frente. Era una tienda de
flores, pero el cartel en la puerta indicaba que la tienda estaba cerrada
debido a una emergencia familiar. Miró por la ventana, pero no había nada
extraordinario en el lugar. ¿Habría frecuentado el lugar para comprarle flores
a Lali? La idea le gustaba. Él era un prometido considerado.
Se quedó allí durante unos cinco
minutos, dejando que las impresiones fluyeran a través de él. Aspiró el aroma y
leyó las letras de las grandes ventanas, el toldo arriba, y las tiendas y
residencias al otro lado de ella. Pero nada le resultaba familiar.
Con un suspiro, Peter consultó su mapa
y empezó a caminar hacia el próximo lugar en su lista. Había escrito más de una
docena de lugares, y si él se apresuraba, probablemente podría llegar a seis de
ellos hoy. Y si tenía suerte, uno de esos lugares le daría una pista a su
memoria. Sólo tenía que ser paciente.
Al llegar la noche tuvo que admitir la
derrota. Ninguno de los lugares que había visitado, le había dado ningún
indicio de que alguna vez hubiera estado allí antes. Sin sensación de déjà vu,
ni siquiera el fantasma de un recuerdo. Pero él no se daría por vencido
todavía. Lali respondería a algunas de sus preguntas esa noche, cuando fuera a verlo.
Tratando de liberarse de la tensión en
su cuerpo, sacó una botella de vino tinto de su refrigerador de vinos. Mientras
lo destapaba y se servía una copa, se preguntaba qué tan aficionado al vino
era, teniendo en cuenta que tenía un refrigerador de vinos completamente lleno
con varias docenas de botellas. Cuando tomó el primer sorbo y dejó que el
remolino de vino se esparciera en su boca, al mezclarse con el aire, el aroma
de las uvas explotó en su lengua: sabores de cereza oscura y chocolate con un toque
de especias bajaban por su garganta. Le gustaba, le gustaba mucho. Y había algo
más: unas imágenes se encendieron en su mente, muy tenue al principio, pero tal
vez si él tomaba otro sorbo, algún recuerdo volvería.
Apoyó los labios en el vaso de nuevo y
bebió del rico y rojo líquido. Le permitió llegar a cada rincón de su boca
antes de tragar. Peter cerró los ojos y dejó que las imágenes llegaran mientras
el vino lo envolvía. Un débil resplandor de una colina, apareció ante él.
Las nubes aparecían bajo en el cielo.
Su mirada recorrió la imagen, viendo olivos y arbustos pequeños. Entonces, su
ojo interior lo obligó a mirar más arriba y buscar algo entre las nubes. Un
choque le hizo sacudir hacia atrás. Se agarró del mostrador y abrió los ojos de
un sobresalto. Ahí en la nube, había visto a un hombre vestido con una túnica
blanca y corta, un arco y una flecha colgaban de su hombro. Había saludado a Peter.
¿Estaba teniendo alucinaciones? ¿Tal
vez era un efecto secundario de la amnesia? Peter sacudió la cabeza. No, la
imagen había sido clara y el hombre muy familiar. No podía ser una alucinación.
¿Sería tal vez un sueño?
Peter vació el vaso y se sirvió otro.
Tendría que experimentar con eso. Tal vez sólo necesitaba más vino para
provocarlo. Era evidente que la memoria del sabor del vino lo conectaba a algo
en su pasado. Era un comienzo por lo menos. Para cuando la botella estuvo casi
vacía, había hecho aparecer la extraña visión varias veces, cada vez con más claridad
y detalles. Pero aún no podía recordar quién era el hombre sobre la nube, a
pesar de que ahora estaba seguro de que él era uno de sus amigos.
Peter estaba a punto de verter el
resto de la botella en el vaso cuando el timbre sonó. Al instante recordó que Lali
le había dicho que iba a venir, por lo que la hizo entrar a la casa y abrió la
puerta del apartamento. Sus pasos ligeros resonaban en la escalera, y un
momento después apareció a la vista mientras subía los últimos escalones.
Él le sonrió y se Peter cuenta de
inmediato de lo cansada que estaba. La tomó en sus brazos, y ella no le puso
ninguna resistencia. —Oye, amor. ¿Qué pasa?
—Sólo estoy cansada. Ha sido un largo
día en la vinería.
—Siéntate antes de que te desplomes—.
La llevó hacia el interior y cerró la puerta.
Cuando se dejó caer en el sofá, él la
siguió y se dejó caer a sus pies.
— ¿Qué estás haciendo?
Extendió la mano hacia el pie.
—Ayudarte a que te relajes—. Él le quitó ambos zapatos y los dejó caer al
suelo, luego se sentó a su lado y la puso hacia un lado para que sus pies
estuvieran en su regazo. Suavemente, tomó un pie entre sus manos y lo masajeó.
—Oh, eso es bueno—, respiró Lali.
***
Lali dejó que su cabeza se apoyara en
el brazo alto del sofá y cerró los ojos. Era bueno finalmente el no tener que
estar parada. Había debatido si esa noche visitaría a Peter, demasiado cansada
y fatigada para querer enfrentarse a él, pero la voz en su cabeza no había
cedido hasta que ella se había animado y se había dirigido a su apartamento.
Se sentía como si estuviera impulsada
por una fuerza extraña más fuerte que ella. Tal vez era simplemente que su yo
interno era más fuerte que su exterior después de todo.
Maldición, su madre siempre la había
acusado de tener una voluntad de hierro, y ella no lo había querido decir con
el buen sentido. Sin embargo, tal vez su fuerza de voluntad por fin daría sus
frutos.
Las manos de Peter se sentían como el
cielo mientras le frotaba los pies adoloridos. No estaban ásperos o con
callosidades, más bien, su piel era suave y firme al tacto. Ella había sentido
esas mismas manos en otras... más íntimas… partes de su cuerpo sólo dos noches
atrás. El recuerdo de sus intimidades la hizo estremecerse.
—¿Mejor?— Llegó su voz melódica hacia
sus oídos, enviándole un revoloteo justo hasta su vientre. Ella quería
maldecirlo por la manera en que la hacía sentir, pero alejarlo y renunciar a
ese placer verdaderamente sensual, era un precio demasiado alto a pagar por su
dignidad en esos momentos. Tendría que conformarse con tratarlo como su esclavo
personal esa noche.
—He estado de pie todo el día—, evadió
su pregunta ronca de una sola palabra. Ella levantó los párpados y su mirada
chocó con sus ojos azules mirándola. Su corazón tartamudeó. Apenas lo había
mirado cuando había llegado, tratando de mantener la tentación de tocarlo a un
mínimo, pero ahora que él la cubría con sus ojos, era obvio que no podía
escapar a su atención.
—¡Tus lesiones han desaparecido!
Lali se disparó desde el respaldo y
pasó los ojos por cada centímetro de su piel, pero no había una sola magulladura
en su cara, sin cortes, sin manchas, y ninguna hinchazón.
¿Cómo era eso posible? Ayer por la
noche se veía como si su rostro completo hubiera sido molido a golpes.
Peter se encogió de hombros y sonrió.
—Supongo que sano rápido, ¿eh?
Su boca aún estaba abierta. —Eso no es
médicamente posible.
—Te dije que no necesitaba un
hospital. Probablemente toda la sangre era de quien me atacó y me hacía ver
peor de lo que estaba.
Por supuesto, parte de la sangre
podría haber sido de otro hombre, pero eso no explicaba por qué la hinchazón
alrededor de su ojo se había esfumado y el labio partido estaba sin marcas. — ¿Te
pusiste un poco de hielo ayer por la noche?
—Como tú me dijiste.
Ella asintió con la cabeza. —Tal vez
no era tan malo como parecía después de todo—. Sin embargo, ella todavía no lo
podía creer. Había esperado que su cara estuviera hinchada por lo menos cuatro
o cinco días, teniendo en cuenta la forma en que se veía cuando lo había
encontrado en el estacionamiento.
—¿Ves?, no había nada de qué preocuparse.
Ella soltó un bufido. —Lo dice el hombre
sin memoria. ¿Alguna noticia sobre eso?— Se tensó Lali instintivamente. ¿Y si ya
había empezado a recordar las cosas? Ella lo miró por debajo de sus pestañas,
tratando de leerlo.
—Nada en absoluto. Por eso me alegro
de que estés aquí ahora. Imaginé que podrías contarme un poco sobre mí. A lo
mejor me harías recordar las cosas más rápidamente.
Tragó saliva. ¿Realmente quería
ayudarlo a recuperar su memoria de nuevo, cuando su plan entero se basaba en
que él no tuviera ni la idea más mínima de quién era... o más importante, la
clase de idiota que era?
—Realmente no sé por dónde empezar.
Las manos de Peter acariciaban
tranquilamente a lo largo de sus tobillos. — ¿Cómo nos conocimos?
Con el fin de no equivocarse en el
futuro, ella decidió apegarse a la verdad, o al menos una versión de la misma.
—En mi vinería. Viniste a comprar vino. Y luego me invitaste a salir.
—¿Así nada más?
Ella sonrió. —Eres muy persuasivo—. Él
no se había dado por vencido hasta que ella había accedido a tener una cita. Y
le había gustado eso de él. La había hecho sentirse querida.
Sus dedos siguieron más arriba en la
pantorrilla, el toque todavía era suave.
Sin embargo, enviaban una ola de calor
que subía por sus piernas.
— ¿Lo soy?— Él le regaló una de sus
sonrisas devastadoras y se inclinó más cerca. — ¿Qué tan persuasivo?
Ella frunció el ceño. Sabía que daría
vuelta la situación hacia el sexo. Podía sentirlo en sus huesos. El brillo en
sus ojos era una clara señal de deseo, y la forma en que sus manos ahora se
trasladaban hasta las rodillas reflejaban lo que leía en ellas. Ella se apartó
un poco. —No tan persuasivo—. Entonces respiró hondo, tratando de
bloquear su contacto. —Empezamos a salir. Y después nos comprometimos.
— ¿Así de simple? ¿Por cuánto tiempo
hemos salido?
—Siete meses—. Ella esperaba que su respuesta
fuera convincente. ¿Las personas se comprometen así de rápido?
—Suena rápido.
Lali se encogió de hombros. —Todo es
relativo.
— ¿Supongo que eso significa que
estamos muy enamorados?— Su mano dejó repentinamente sus rodillas y se trasladó
más arriba bajo la costura de la falda.
Tenía que detenerlo antes de que se
fuera más arriba y puso su mano sobre la de él para detener su progreso.
—Mucho. Y nos respetamos mutuamente. Es por eso que decidimos esperar.
Las cejas de Peter se juntaron, y los
labios se apretaron en una fina línea. — Sí, lo dijiste ayer por la noche. Pero
no lo entiendo. Si estamos tan enamorados ¿por qué esperar? No puedo imaginarme
que alguna vez haya estado de acuerdo con eso.
—Lo hiciste—, dijo a toda prisa, su
mente luchaba por obtener una explicación convincente. ¿Qué había dicho la noche
anterior? Algo acerca de la religión. —Los dos somos muy religiosos.
Se acercó a ella. Sus piernas estaban
ahora tendidas sobre su regazo y su torso se inclinó hacia ella. Sus ojos le
enviaron una mirada que hizo girar sus entrañas como un huracán. —No me siento
particularmente religioso en estos momentos.
Se quedó sin aliento en el pecho. —Probablemente
es sólo un efecto secundario de la pérdida de la memoria.
Pete sacudió la cabeza. —No. Dudo mucho
que una pérdida de la memoria pueda cambiar mis sentimientos hacia ti. Por lo
tanto, si yo te quiero ahora, ¿qué te hace pensar que no te quería, entonces?
Su garganta se secó. Que Dios le ayude
si la besaba ahora. No sería capaz de contenerse, no con la forma en que la
miraba, como si quisiera devorarla por completo.
—No, es que tú no querías...
Él entrecerró los ojos. —¿Estás
diciendo que tú no me querías?
Teniendo en cuenta la oscura tormenta
que se avecinaba en los ojos, decidió jugar a lo seguro. —Por supuesto que te
quiero. Pero hay otras cosas a considerar.
Su rostro se convirtió en una máscara
de confusión. — ¿Qué cosas?
Lali desvió la mirada, tratando
frenéticamente de encontrar una razón plausible del por qué habrían acordado no
tener relaciones sexuales. Sus ojos recorrieron la mesa de café, donde una copa
de vino yacía junto a una botella casi vacía. Reconoció la cosecha.
Era uno de los vinos que había
comprado en su tienda. ¿Había vaciado la botella entera por sí solo esa noche?
Un pensamiento irrumpió en su mente.
—Es por tu problema de alcoholismo.
Ella lo sintió sacudirse hacia atrás,
alejando al instante las manos de sus muslos. Fue un alivio por una parte, pero
una pérdida por otra.
— ¿Mi qué?— Su voz fue un poco más
fuerte que antes.
—Tu problema con el alcohol.
— ¿Estás tratando de decirme que soy
un alcohólico?— Giró su cabeza hacia la botella vacía. —Tomé un poco de vino.
Pero no tengo ningún problema con la bebida.
Se sentó con la espalda erecta, bajó
las piernas al suelo, e hizo un gesto hacia la botella.
—Eso no es sólo un poco de vino. Esa
es toda una botella.
—Vamos a ver si lo entiendo—, dijo con
calma. — ¿Estás rechazando el sexo, porque crees que tengo un problema con la
bebida?
—Eso no es lo que dije. Estuvimos de
acuerdo...
—No, tú lo decidiste. Dudo que alguna
vez haya tenido voz y voto en eso. Más pareciera que me diste un ultimátum. ¿No
es eso lo que hiciste? ¿Tendrás sexo si dejo de beber?
Las ruedas de su cerebro siguieron
dando vueltas. Tal vez esa era la solución a su problema. Mientras ella pudiera
convencerlo de que no tendría sexo con él si no dejaba de beber, estaría a
salvo de él... y de su propio deseo. Y por lo poco que sabía acerca de Peyer, y
de lo que había visto en sus citas, realmente apreciaba el buen vino. Sí, bebía
más de lo que otros hombres lo hacían, pero parecía ser capaz de mantener su
licor a raya, y ella nunca lo había visto borracho.
—Estuvimos de acuerdo en que nos
casaríamos cuando hubieras tratado tu problema con la bebida, y una vez que
estuviéramos casados, tendríamos sexo.
Lali se dio cuenta de la ira que se
agitaba en él. Él saltó del sillón, y de repente se elevó sobre ella.
—Dos condiciones, ya veo. Primero me
ocupo de mi problema con el alcohol, entonces quieres el anillo en tu dedo. Y sólo
entonces, te irás a la cama conmigo. ¿Por qué te comprometiste conmigo en
primer lugar cuando tienes tan poco respeto por mí y por las cosas que son
importantes para mí?
Furioso, Peter caminó hacia la puerta.
— ¿Adónde vas?
Volvió la cabeza, pero no la miró.
—Voy a salir. Teniendo en cuenta que no estás dispuesta a acostarte conmigo,
¿qué más puedo hacer que tomar? ¿Alguna vez pensaste en eso?
La puerta se cerró un segundo más
tarde.
¡Maldita sea! Esto no iba bien.
No te preocupes, él
sólo está exaltado. Se calmará, la voz en su cabeza le aseguró.
A Lali todo esto se le esa yendo de las manos y me temo lo peor!!!
ResponderEliminarSubi mas Juli!!!
Besos!!
Me encantaaaaaa!! Subi mas
ResponderEliminarmas me encanta !!!!
ResponderEliminarplis mas!!!!
Mas
ResponderEliminarMas
ResponderEliminarMÁÁÁÁÁS!!! que Lali deje de ser mala con el pobre Pitt aajjaja un rock laliter... HACE MARATON porfaaaaaaa
ResponderEliminarMe encanta más!
ResponderEliminarMAS ESTA BUENISIMA mas MAAS MAS MAS MAS!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarsi claro esta seria la unica historia en la que la voz de la conciencia no te dice ERES UNA ESTUPIDA NO PUEDES METER MAS LA PATA PORQUE YA ESTAS HASTA EL CUELLO
ResponderEliminarEpa!! esta re buena la nove, aunque parece que ya estamos cerca de que peter descubra todo no?Espero mas,Giu
ResponderEliminaraaaaaay nooo pobre mi pitt... q venga a mi ksa!! jajajajaja!! no quisiera estar en los zapatos de lali!!
ResponderEliminarMARATON dale subi mas!!!!
ResponderEliminarMASSSS, ME ENCANTAAAA!!! :D
ResponderEliminarque ya se acuesten y se dejen de problemas
ResponderEliminarEn cierto modo estaba siendo injusta aunque sigo enojada por lo que le habia dicho ah ella en el bar pero es verdad no respeta sus gustos aunque es el vino pero sino se pone borracho... hay muchas cosas a considerar en esto! jajaja me confunden!! por un lado si y por el otro no :| @LuciaVega14
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