sábado, 22 de junio de 2013

Capítulo 16:




Sabiendo que la vinería de Lali cerraba los domingos, Peter había hecho arreglos para hacer un picnic con ella. Quería escapar de su pequeño apartamento y disfrutar del sol con ella. Después de darse cuenta de que era un completo inútil a la hora de armar una canasta de picnic, tuvo que ir a una tienda de delicatessen local y pedir que le hicieran una canasta para él. Media hora más tarde, Lali se había encontrado con él en su apartamento y habían tomado un taxi que los llevaría a Hampton Park, cerca de la Citadel.


—Esta fue una buena idea de tu parte—, ahora lo elogiaba mientras descansaban sobre una manta que había extendido. Ellos descansaban bajo la sombra de un árbol de roble.

A varios metros de distancia, otras personas estaban haciendo lo mismo, y los niños pateaban un balón de fútbol, mientras que otros jugaban a tirar la pelota de béisbol.

Peter se frotó el estómago y se echó a reír. —La comida es siempre una buena idea.

—Te gusta la comida—, ella estuvo de acuerdo y se sacudió algunas migas de sus pantalones cortos, atrayendo los ojos de Peter hacia sus piernas largas y bien formadas.

Se echó a reír. —No estabas picando en la tuya tampoco—. A él le gustaba que ella no comiera como un pajarito, sino que se había comido su almuerzo de la misma manera que él.

—Nunca te quejaste antes.

—Y no me quejo ahora tampoco—, rápidamente anuló cualquier duda que pudiera haber tenido. —Tienes una fabulosa figura.

Un rubor subió por su cara, y apartó la mirada rápidamente de él.

—Es cierto—, le aseguró. Tomó su mano y apretó su mejilla en la palma de su mano. —Cuéntame un poco más sobre ti.

—No hay mucho que decir. Has visto mi tienda. No sé qué más te puedo decir.

Peter rodó sobre su costado y apoyó la cabeza sobre el codo. —¿Tienes hermanos o hermanas?

Lali negó con la cabeza. —Soy hija única. Mis padres siempre quisieron más hijos, pero mi madre tuvo una histerectomía un par de años después de que yo nací. Cáncer.

—Lo siento. ¿Está bien ahora?

—Está bien. Va a chequeos regulares. Ella ha superado el cáncer—. Hubo una pequeña sonrisa en su rostro.

Peter rozó los nudillos en la mejilla. —Así que provienes de raíces fuertes.

Ella se echó a reír. —Creo que se puede decir eso.

— ¿Dónde viven?

—En Idaho. Ahí es de donde soy.

—Eso te hace una chica de campo.

— ¿Te refieres a crédula?

— ¡No!— Él no había querido decir nada por el estilo. Por el contrario, sus pensamientos iban en una dirección diferente: ella parecía tan pura e inocente, de buen corazón. —Lo que quise decir es que tienes valores, sabes, un fuerte sentido de lo correcto e incorrecto, un buen corazón.

— ¿Es así como me ves?— Hubo una curiosa expresión en su rostro.

No del todo. También la veía sexy y atractiva, pero mantuvo esos pensamientos para sí mismo. Después de su interludio de pasión en la despensa de su tienda, pensó que debía ser un poco más sutil sobre lo mucho que la deseaba. — Te veo de muchas maneras diferentes—. Y en este momento, su mente la veía desnuda y retorciéndose debajo de él con éxtasis.

Peter limpió una perla de sudor de la frente.

—Eres un hombre interesante, Peter—, dijo ella de pronto.

— ¡Gracias a los dioses por eso! De lo contrario, probablemente habrías elegido a algún otro en vez de a mí.

— ¿Elegido?

—De todas las otras ofertas que hayas tenido. Estoy seguro de que no fui el único tipo que hizo una jugada contigo—. Con su belleza y su exuberante figura, se sorprendía de no tener que luchar con otros contendientes con un palo.

Ella apartó la vista. —Yo no había tenido muchas citas antes de que nos conociéramos.

Si bien la idea le gustaba, también le daba curiosidad. Entonces se acordó de algo.

 —¿Porque eres religiosa?

Se dio cuenta de que se estremeció de manera casi imperceptible. Luego se encogió de hombros. —No conocí a ningún hombre que yo pensara que valía la pena.

Sus palabras le hicieron sonreír. Así que pensaba que él valía la pena. Su mirada se desvió más allá de ella mientras dejaba que las palabras penetraran en él.

Un movimiento le llamó la atención, mientras un crujido llegaba a sus oídos.

—¡Ah, mierda!— Maldijo él y se levantó en la misma instancia.

***
Lali sacudió la cabeza en dirección hacia donde Peter corría y de inmediato vio lo que le hizo actuar con tal pánico. Un niño, probablemente no más de seis o siete años, estaba colgando de la rama de un árbol de roble macizo. La rama se había partido ya donde se conectaba al tronco más grande y ahora se mantenía por una tira de corteza, al igual que el niño.

—¡Mamá!—, gritaba. Sus pies estaban pataleando mientras trataba de llegar a otra rama, pero era demasiado pequeño y no lo suficientemente fuerte como para tirar de su peso.

Lali calculó la distancia al suelo mientras corría detrás de Peter. El muchacho estaba por lo menos a cuatro metros y medio, si no era más lejos del suelo. Cómo había subido a ese árbol en primer lugar, nadie lo sabía.

Otro crujido hizo que su corazón casi se detuviera. La rama se rompió por completo, estrellándose junto con el niño.

El cuerpo de Peter se vio borroso mientras se lanzaba por debajo y tomaba al niño con sus brazos extendidos, luego se rodó lejos de la rama que se estrelló en el mismo espacio que acababa de ocupar.

Sin aliento, Lali llegó al lugar donde había aterrizado Peter con el niño en el mismo
 instante en que un par de otras personas lo hacían.

— ¡Mamá!— Gimió. Gracias a Dios, si podía gritar, tenía que estar bien.

— ¿Estás bien?— Ella escuchó que Peter le preguntaba al niño, su voz desesperada. — ¿Te lastimaste en alguna parte?

Ella vio como Peter suavemente bajaba al niño en el suelo junto a él.

¿Sammy?— La estridente voz de una mujer hacía evidente el pánico en su voz, mientras empujaba a través de los espectadores.

—Él está bien—, tranquilizó Peter a la mujer en el mismo momento en que pasaba la mano por la cabeza del muchacho, alisando su pelo despeinado. — ¿Verdad, Sammy?

El corazón de Lali se derritió con el gesto de ternura.

—Él podría haberse roto el cuello—, dijo un espectador masculino.

Peter le lanzó una mirada de fastidio.—Por suerte, llegué a tiempo.

La madre tomó a su hijo en un abrazo, apretándolo fuertemente contra su pecho. —Oh, Sammy, ¿cuántas veces te he dicho que no subas a esos árboles?—Habían lágrimas ahora en sus ojos.

Sammy bajó la mirada. —Lo siento, mamá—. Luego se volvió a Peter, señalándolo con el dedo. —Pero él me salvó.

Lali pudo escuchar bien la admiración en su voz y su corazón se llenó de orgullo.

Peter había salvado al niño.

La madre de Sammy bajó a su hijo, pero lo mantuvo cerca mientras estiraba la mano hacia Peter que se había puesto de pie y se sacudía las hojas y la suciedad de sus pantalones cortos y camisa.

—No sé cómo darle las gracias.

Peter sólo le tomó la mano y sacudió la cabeza. —Cualquiera hubiera hecho lo mismo. Yo fui más rápido.

¿Más rápido? Lali no había visto nunca a nadie correr tan rápido como Peter.

Y la forma en que había agarrado al muchacho con tal precisión y todavía ser capaz de evitar que lo golpeara la rama de un árbol, era un movimiento digno de un atleta.

Lali puso su brazo alrededor de su cintura y lo acercó de un abrazo.

— ¿A qué se debe eso, amor?— Él se rio y tiró de ella en contra de él.

— ¡Eso fue increíble!

Puso su dedo bajo la barbilla y le levantó la cara. —Sólo practicaba para cuando tengamos el nuestro. Estoy seguro de que los chicos se meterán en un montón de problemas de los cuales necesitarán ser rescatados.

Lali sintió que las lágrimas le brotaban. — ¿Quieres niños?

Hubo una sacudida en su cuerpo mientras se hacía un paso hacia atrás. — ¿Tú no?

—No, los quiero. Estoy ansiosa de tener hijos—, se apresuró a corregirle. —Nunca pensé que realmente quisieras alguno—. El tema nunca había aparecido durante sus dos semanas de haber salido, pero de alguna manera siempre había asumido que él no estaba interesado en niños.

—Me encantan los niños. Son como pequeñas maravillas. Quiero una familia grande—. Le sonrió a ella, luego le hizo un guiño de buen humor. —Ahora, ¿qué tal un besito para tu héroe?

No podía discutir eso, y miró en lo profundo de sus ojos azules como el océano. Este era el Peter del que se había enamorado, el que la hacía reír, el que ella deseaba. — ¿Qué tal un besote para mi héroe?


Cuando sus labios se encontraron con los suyos, se olvidó de todo a su alrededor. Ahora sólo tenía un deseo: que todo esto fuera real y no un engaño. Y que ella nunca le hubiera mentido.


Continuara....

Si firman subo otro!, Seguro me acuesto tarde asique aprovechen ;) 

Juli ♥

@amorxca

11 comentarios:

Gracias por leer. Espero tu comentario :)