Capítulo 6:

Lali habría tenido que esperar en el auto, pero tenía miedo de que Peter se negara a entrar a menos que ella lo hiciera, ya que estaba tan decidido a estar con ella en todo momento. Así que se fue con él al cuarto piso y luego a una habitación de la esquina muy agradable. Ella se ofreció a esperar en el pasillo, pero él puso los ojos en blanco como si estuviera siendo tonta y le puso una mano en la espalda para empujarla a la habitación.

Pete se quedó en el pasillo para atender la entrada.

Sorprendentemente, la madre de Peter era pequeña para tener un hijo tan grande. Era evidente que estaba fuera de sí, dando vueltas sin descanso en la cama, hablando incomprensiblemente a la mujer mayor que estaba sentada cerca y ni siquiera se percató de que habían entrado.

Sintiendo una oleada familiar de timidez al verse confrontada con gente que no conocía y agravada por el hecho de que sabía que Peter se sentía incómodo con su presencia, se retiró a un rincón de la habitación por la ventana y se sentó en una silla recta con respaldo.

Los ojos de Peter la escudriñaron durante un momento, probablemente evaluando si se encontraba bien. Entonces se acercó a la cama.

Lali observaba mientras él hablaba un momento con la otra mujer, quien asumió que era Ruth y era la persona con la que había hablado por teléfono.

Luego se fue a hacer una taza de té con una tetera eléctrica y ayudó a su madre a beber.

Su madre mantuvo un flujo constante de conversaciones sin sentido, muchas giraban en torno a una bicicleta, estaba muy molesta por alguna razón y Peter le respondía con paciencia. Abiertamente no era cariñoso y ni siquiera particularmente tierno. Estaba calmado y, de hecho, de la forma en que normalmente trataba a Lali. No obstante, era obvio lo mucho que amaba a su madre y el corazón de Lali se suavizó mientras lo observaba.

Ella había conocido a Peter durante seis años. Sólo había mostrado su faceta de profesional ultracompetente. No podía creerse que no hubiera conocido este lado de su existencia hasta esta noche.

Después de unos veinte minutos, su madre se había calmado un poco. Y diez minutos después, Peter le hizo un gesto a Lali, el cual supo que era una señal de que debían irse.

Lali se levantó y se acercó a él. Miró hacia su rostro fuerte y familiar.

— ¿Estás seguro de que está bien dejarla?

—Estará bien y tengo que llevarte a la cabaña. No debería haber venido aquí.

Ella frunció el ceño.

—Sí, deberíamos haber venido.

— ¿Quién es ella? —preguntó su madre desde la cama, sonando sorprendentemente lúcida.

—Ella es Lali Esposito. —Peter no agregó ninguna información adicional y Lali pudo entender por qué podría ser difícil explicar su identidad sin tener que preocupar a su madre acerca de la naturaleza de su trabajo. Su madre miró a Lali por un minuto. Luego cerró los ojos, visiblemente agotada. Murmuró:

—Siento mucho que no pudieras conseguir la bicicleta, Peter.

Peter se inclinó para besar la mejilla de su madre.

—Estoy perfectamente feliz sin la bicicleta, mamá. Por favor, no te preocupes por eso. Descansa un poco, mañana te veo.

Entonces él asintió hacia la puerta con un movimiento de cabeza y Lali salió de la habitación con Peter a un paso por detrás de ella.

Cuando llegaron de nuevo al coche, Lali estudió el rostro de Peter y supo que él era consciente de su encuentro con su madre.

— ¿Cuál era la bicicleta de la que estaba hablando? —preguntó Lali, ya que alguien tenía que decir algo. Él medio encogió los hombros.

—Sólo algo de cuando era pequeño. Ella se queda estancada en las cosas y piensa que acaba de suceder.

—Obviamente, te quiere mucho.

Él inclinó la cabeza en lo que se suponía era un asentimiento.

—La residencia parece muy bonita. ¿Cuánto tiempo ha estado aquí?

—Hace casi dos años.

— ¿Y tu padre?

—Murió hace unos seis.

— ¿No tienes hermanos o hermanas?

—No. Sólo estoy yo.

Pensó en eso durante un minuto.

— ¿Fue ella la razón por la que abandonaste los Rangers? ¿Después de que tu padre muriera?

Miró por la ventana.

—Sí. No era gran cosa.

Abrumada por una oleada de afecto, se inclinó y le dio un beso en la mejilla antes de que incluso lo hubiera pensado. A pesar de haberse afeitado dos veces hoy, su piel ya estaba rasposa de nuevo bajo sus labios.

Él se quedó mirándola y ella vio de nuevo esa mirada en sus ojos, la que hacía que su aliento se atorara.

— ¿A qué ha venido eso?

—A que eres un hijo muy bueno.

Su voz era más ronca que de costumbre y sintió un estremecimiento de emoción en el pecho y en el vientre. Nunca había conocido a nadie a quien admirara tanto como a Peter. Nunca había conocido a nadie que deseara tanto.

Sus labios parecían suavizarse mientras ella lo miraba y se inclinaba instintivamente, segura de que iba a besarla, deseando desesperadamente que sucediera. Sin pensarlo, levantó una de sus manos a su pecho.

Entonces algo cambió. Peter se puso rígido y su expresión se aclaró a su típica actitud estoica.

Muy suavemente, levantó la mano y la puso de nuevo en su regazo.

—Es posible que desees descansar un poco —dijo—. Tenemos un par de horas hasta que lleguemos a la cabaña y sé que ha sido un día largo para ti.

Justo esa mañana, la había puesto en sujetador y bragas en la despensa porque alguien se había colado en su edificio. Parecía que hiciera años.

Justo esa mañana, ella no se había dado cuenta de lo cerca que se sentía de Peter, lo mucho más cerca que quería estar.

Pero eso, obviamente, no iba a suceder. Dejó escapar el aliento reprimido y se dijo que no estaría decepcionada ni avergonzada.

Este era Peter. La había conocido por primera vez cuando tenía diecinueve años. Un año más tarde, él la había atrapado detrás de la casa de la piscina con la mano de Brandon bajo los pantalones. Esta misma tarde, la había encontrado teniendo un ataque de pánico por asistir a una fiesta.

Él había visto lo peor de ella y él no iba a pensar que ella era un buen partido.

Además, ya podría tener una novia. Si era así, debía de ser la mujer más comprensiva de la historia, ya que parecía estar ocupado de día y de noche, dejándole apenas el tiempo suficiente para dormir.

—Sí —murmuró, inclinándose para quitarse los tacones y encorvarse en el asiento para estar más cómoda—. Estoy un poco cansada.

Continuará...

Si firman mucho subo más.