Capítulo 15:

—Quería verte.

—Bueno, no puedes estar aquí. Tienes que irte.

—No voy a dejarte. Necesito hablar contigo.

Evidentemente dándose cuenta de que no iba a deshacerse de ella, la tomó del brazo y la llevó hacia el pasillo. Cuando alguien pasó y miró con curiosidad, Peter miró a su alrededor, obviamente en busca de un lugar más privado para hablar. Terminó tirando de ella a un gran cuarto de baño con olor a canela.

Cuando cerró la puerta, dijo:

—Aquí, habla.

Para cualquier otra persona, su rostro podía parecer distante e impasible, pero ella podía ver el agotamiento, la tensión en signos tan diferentes. Levantó la mano para acariciar su mejilla con ternura.

— ¿Estás bien, Peter?

Él tragó con tanta fuerza que podía verse en su garganta, y por un momento se inclinó en su mano. Luego dijo:

—Estoy bien. Pensé que habrías entendido cuando me fui esta mañana.

—No entendía lo que estabas tratando de decir, pero era lo peor que decir.

Sus cejas se juntaron mientras estudiaba su rostro.

—Has estado llorando.

Ella tomó una respiración indignada, brevemente distraída de lo que tenía que decirle.

—Por supuesto, he estado llorando, gran idiota. Me dejaste esta mañana sin decir palabra.

Su expresión se suavizó y se limpió el rastro persistente de una lágrima con el pulgar.

—Lo siento, Lali. Nunca quise hacerte daño.

—Bueno, me hiciste daño, y tengo derecho a saber por qué. —Su corazón le latía de nuevo, pero no importa cuán duro era para ella enfrentarlo, ahora estaba segura de que esto era lo correcto.

Él giró la cabeza hacia un lado y tomó unas cuantas respiraciones, obviamente pensando o preparándose para lo que pensaba decirle.

Ella no se lo permitió. No quería oír lo que él pensaba que era mejor para oír.

—Me juraste que nunca me habías mentido —murmuró ella, con la voz quebrada mientras recordaba lo que decía—, ayer por la mañana.

Dirigió sus ojos hacia ella.

—Nunca te he mentido.

—Sí, lo has hecho. —Pasó de un pie a otro, obligándose a mantener la mirada, aunque estuvo tentada a cerrar los ojos durante unos segundos—. Me dijiste que, si dejaba que alguien viera mi verdadero yo, ellos... me adorarían. Me prometiste que era verdad.

Él sólo la miró, algo se enroscó tensamente en su interior por la forma en que ella lo había visto antes.

—Y dejé que me vieras. De verdad. —Fue muy duro para ella decir las palabras, a pesar de todo. Su voz se quebró y se quedó sin aliento.

Él hizo un sonido áspero en la garganta y se frotó la cara con su mano grande, apartando la mirada de ella.

—Maldita sea, Lali

Sabía que él no quiso decirle eso, pero lo hizo de todos modos.

—Y aun así me dejaste.

—Vas a derramarlo todo, ¿no es así? —Él tomó una respiración más gruesa y se giró para mirarla a los ojos—. Está bien. Te lo daré todo. No te mentí, Lali Te adoro. Te adoro más allá de todo sentido y razón. Te he adorado durante años, a pesar de que sabía que no debía hacerlo. Siempre te he adorado, aunque sabía que no estaba permitido. No puedo evitarlo. Me encanta todo sobre ti. Sólo te adoro, Lali

Ella no estaba segura de lo que había esperado, tal vez algún tipo de expresión inicial de interés. Desde luego no se esperaba esto, y la ola de sentimiento la ahogó. Era demasiado. Escondió el rostro en su pecho y se aferró a su camisa.

Sus brazos la rodearon automáticamente, apretando con fortaleza y consuelo como necesitaba.

—Sólo necesito un minuto —se las arregló para jadear, incapaz de levantar la cabeza, pero con miedo de que pensara que estaba retirándose de él.

—Lo sé.

Fue menos de un minuto cuando fue capaz de enderezarse, capaz de mirarlo a los ojos y hablar de nuevo.

—Si te sientes así, entonces ¿por qué me dejaste esta mañana?

Él dejó caer los brazos de su cintura y su expresión cambió.

—Porque no es tan simple como eso. Estar contigo, incluso en las etapas iniciales de una relación cambiaría por completo mi vida. Tendría que dejar mi trabajo y encontrar uno nuevo. Tu padre paga por este lugar para mi madre, ¿lo sabías? Es uno de los beneficios del trabajo. Nunca me lo podría permitir. Tendría que encontrar un lugar nuevo para ella, y nunca sería tan bueno. ¿Lo entiendes? No sería una relación normal de citas para mí. Cambiaría todo.

Lo miró fijamente, con la esperanza de que lo que había estado sintiendo de repente se estrellara contra la angustia de nuevo.

—Yo... entiendo. No había pensado en todo eso, pero lo entiendo. Eso es pedir demasiado. No valdría la pena todo eso para ti.

Él se ahogó en un sonido áspero.

—Por supuesto que valdría la pena. Pero sólo estaría empezando. No soy tan tonto como para esperar que sientas lo mismo que yo. Sé que debíamos haber empezado de forma casual. Nunca hubiera puesto presión sobre ti para hacerlo serio tan pronto. Anoche fue increíble, pero nunca debería haber dejado que eso sucediera. No sé cómo puedo poner de cabeza toda mi vida y la de mi madre, y al mismo tiempo, arriesgar mi corazón de esa manera. —Levantó una mano para acariciarle la mejilla con los nudillos—. Nunca lo superaría. No puedo correr ese riesgo.

Ella lo miró fijamente a ciegas, tratando de procesar lo que acababa de oír.

—Lo entiendes, ¿verdad, cariño? —Preguntó Peter con voz ronca—. Nunca quise hacerte daño. Creí que podías pensar que sería una locura para nosotros no tener más noches como anoche. Pero sería mucho más para mí que sólo salir contigo. No creo que pueda hacerlo.

Ella estaba casi jadeando ahora, mientras tantas diferentes emociones fuertes compitieron por el control en su interior. Por último, la frustración se impuso. Agarró sus hombros y trató de sacudirlo, aunque era mucho más grande que ella, era un esfuerzo inútil.

— ¡Idiota! ¡Eres un completo idiota!

Continuará...