— No puedes
echarte para atrás. Tú lo prometiste.
Dioniso le dio una
mirada de disgusto. — Yo sé lo que prometí. Pero eso no
incluía esto. —
Hizo un gesto hacia la persona, que ahora estaba en la puerta y
estaba tocando el
timbre. — Ese, es un hombre.
Peter se encogió
de hombros. — ¿Y? Usa tu imaginación.
— ¿Y hago qué?
— Lo que mejor
sabes hacer.
Dioniso negó con
la cabeza. —De ninguna manera. No iré allí, ni siquiera
por ti.
Peter agarró del
brazo a su amigo y lo arrastró hacia la casa. —Sólo llévalo
a beber, ¿qué tan
difícil puede ser eso?
Una risa nerviosa
dejo escapar el pecho de su amigo. — ¿Beber? Claro, sí,
por supuesto,
tienes razón.
Peter le dio una
mirada inquisitiva. — ¿Qué estabas pensando?
— Nada. No
importa.
Un momento
después, llegaron a la puerta donde estaba el hombre, y
Dioniso le dio
unas palmaditas en el hombro. Cuando giró, Peter miró el rostro de
un hombre de unos
treinta años, atractivo, pero no excesivamente guapo. Su piel
era color
chocolate con leche y sus ojos eran una mezcla de gris y azul.
— Perdón, —
comenzó a decir Peter, — ¿Has venido a ver a Mariana Esposito?
El hombre asintió
con la cabeza. — Sí, la agencia me envió.
— Ah, sí, ha
habido un ligero cambio de planes, — Dioniso intervino en la
conversación.
Peter vio cómo su
amigo miraba los ojos del enfermero y usaba sus poderes
hipnóticos. Unos
segundos más tarde, puso su mano sobre su hombro, y se lo llevó.
Peter no tuvo
tiempo de ordenar sus pensamientos cuando la puerta se
abrió de repente.
El hombre de baja
estatura se limpiaba las manos de las manchas de pintura
en los pantalones
que estaban igual de sucios, mientras lo miraba.
— Supongo que no
eres el electricista, — afirmó con total naturalidad.
Peter se aclaró la
voz, contento de tener unos minutos más antes de que él
volviera a ver a Lali
otra vez. Necesitaba unos momentos más para poner bajo
control su corazón
que golpeaba con fuerza. El porqué latía como un martillo
neumático, no lo
sabía.
— Estoy aquí para
ver a la señorita Esposito, Mariana Esposito?
El trabajador
señaló con el pulgar hacia la escalera detrás de él. — La vi en
la cocina.
Peter pasó por el
lado del hombre.
— Sin embargo, yo
no iría allí en este momento, — el pintor arrastró las
palabras detrás de
él. —Ella no está de buen humor.
Peter levantó una
ceja, pero no dejó que esa información le impidiera su
propósito. Pero no
estaría de más tener la información completa. — ¿Qué pasa con
ella?
El hombre sonrió.
— Es una potra testaruda… no le gusta cuando un
hombre le dice qué
es lo mejor para ella.
— Como si eso
fuera una sorpresa, — murmuró Peter.
Él ya se había
formado su opinión de Lali esa noche en el club. La mujer
era testaruda y
obstinada, tanto como era hermosa y sexy. Y si no fuera por esta
última, ni
siquiera estaría ahí, ¿verdad?
Por lo menos, con
el tiempo obtendría su justa recompensa por aguantarla.
Y aunque él sabía
en su cabeza que su recompensa sería ir a casa, su cuerpo estaba
en la búsqueda de
una recompensa totalmente diferente… una que estaba listo para
tomar al instante
si escuchaba la rigidez de su pene.
— Creo que tal vez
tenga lo que ella necesita, — le dijo al trabajador.
Y si le dejaba
usarlo en ella, se llevarían espléndidamente.
Las voces que
escuchaba provenían de la cocina: de Lali y de un hombre.
Peter sintió cómo
ella se agitaba con cada palabra que le lanzaba al hombre.
— Todo lo que has
hecho es usarnos. — La acusación en su voz hizo que el
tono se pusiera
más alto.
Peter cruzó el
pasillo y se detuvo en la entrada de la amplia y moderna
cocina. Todo se
veía nuevo: electrodomésticos de acero inoxidable, brillantes
armarios,
encimeras lisas.
Los dos no lo
vieron de inmediato, por lo que tuvo la oportunidad de fijarse
en la escena. Lali
estaba apoyada contra el mostrador, vestida con una bata de
felpa y con las
manos buscando a tientas algo en frente de ella. El hombre al otro
lado de la isla de
la cocina era de su misma edad, de unos treinta años, con tez
oscura y pelo
castaño. Sus ojos miraban a todos lados mientras él la observaba, un
lado de su boca
inclinándose hacia arriba en una mueca.
— Tú y Eleni
siempre conspiraron en mi contra. Yo nunca pude hacer nada
bien. Siempre
fuiste su favorita. Señorita Cenicienta, que siempre hacías lo que
quería. Ahora sé
por qué. Así ella te daría la casa a ti y no a mí. — El tono del
hombre era
despectivo, como si se tratara de un mero hecho que estaba reiterando
por enésima vez.
— Eso no es así.
Me preocupaba por ella, y a ti nunca te importó.
Peter reconoció el
temblor en su voz y supo que estaba a punto de llorar. El
hombre lo
reconoció también: una sonrisa satisfecha cruzaba su rostro.
Peter no la
dejaría llorar delante de él. La necesitaba de buen humor y no
destruida por
algún idiota que estaba peleando con ella acerca de sólo los dioses
saben qué. Él
carraspeó fuerte para llamar la atención.
Un segundo
después, la vista del hombre aterrizó en Peter. Lali giró
también en
dirección hacia Peter, pero sus ojos sólo se quedaron mirando al vacío.
— ¿Sí?, — preguntó
ella, la tensión nunca dejó su voz. Él sintió la necesidad
de cruzar la
distancia entre ellos, tomarla en sus brazos y decirle que todo iba a
estar bien. Pero,
por supuesto, no podía actuar de esa forma.
— La agencia me
envió, — comenzó diciendo Peter.
El hombre le dio
una mirada confusa. — ¿Qué agencia?
— ¿Enviaron a un
hombre?, — preguntó Lali, casi ahogando la pregunta
del hombre.
— ¿Esa es la ayuda que contrataste?, —
preguntó el hombre, aún más fuerte.
Peter no le hizo
caso. Él no tenía que responderle a él. Ni tenía que
responder ante
ella, pero con ella, sería agradable. Con ella, sería mucho más que
agradable.
Lali dio un paso
tentativo hacia su dirección, su mano nunca dejó la
encimera de la
cocina que utilizaba como guía. Peter la encontró a mitad del
camino y aceptó la
mano tendida.
— Me temo que con
tan poco tiempo, yo era todo lo que tenían
disponible,—
mintió Peter, su voz inusualmente seca. Él apretó suavemente la
mano en su palma,
sin querer dejarla ir. Su piel era suave y cálida. — Espero que
no sea un
problema.
Hubo un momento de
vacilación, antes de que ella respondiera. — No,
estoy segura que
estará bien. Gracias por…
— ¿Contrataste un
enfermero? — El hombre resopló de nuevo mientras se
acercaba.
Finalmente Lali se
volvió hacia él. — No es que sea de tu incumbencia,
Michael, pero sí,
he contratado a un profesional de cuidado de la salud, un
enfermero. Por lo
tanto, como puedes ver, no te necesito.
La cara de
Michael, se enrojeció con sus palabras. Le lanzó una mirada de
enojo a Peter. —
Ella ha cambiado de opinión. No te necesitará más.
Continuara....
Subo porque tenia un poco editado, deseenme suerte esta semana que estoy llena de pruebas :/
Subo cuando pueda si? las tengo presente asique no me olvido de ustedes ;)
Besos y buena semana!
Juli ♥
@amorxca
ntp sube cuano peudas y suerta con las pruebas qiero matar michael puedo¿?
ResponderEliminarMAS!!!
ResponderEliminarMe encanta!! Peter al rescate!! Más!!
ResponderEliminarAhhhhhhhhhh me encantooooooo!! Matemos a Michael matemoslo, que no tiene que estar en la novela(? Jajajajja me encanta la nove muchas gracias por publicarlas massss por fasss y suerte esta semana con tus pruebas juli seguro que te va re bien :) @LuciaVega14
ResponderEliminarUuuu esta buenísima ya quiero bar q pasa más más Ma más
ResponderEliminarMasss! Porfa
ResponderEliminarbuenisima la nove! y, no te preocupes ya vera que te hira bien y tendras tiempo de subir :)
ResponderEliminarMuchisima suerte en tus pruebas
ResponderEliminarmmmaaaassss
entra en rescate de su amada
ResponderEliminarnovela solo tu: http://morithalaliter.blogspot.mx/
Hola que haces? volviiiiiiiii! ah(? no entiendo nada de la nove.. me explica.. me da fiacuchis leer 16 caps :| jajajajaj
ResponderEliminarBueeeeenoo me fuii!
Comentario 11! estamos pobres.. :( ahajhaja algo entendi.. :| jajajajaja pero porfiii explicame.. :(
ResponderEliminarTranqui juli q todas andamos igual....sube cuando puedas y mucha suerte te vas a sacar (10 o 5 depende de como te califiquen) lo maximo sacas seguro besos
ResponderEliminarK caradura Michael
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