Capítulo 12:

Dos semanas después Lali supo lo que la esperaba en el futuro... y no era ni Peter ni un hijo. Y eso le dolió más de lo que habría creído posible.

Sacudiendo el paraguas, entró en la casa y se preparó para la inmediata aparición de Peter. Curiosamente, no estaba esperándola en la puerta, como hacía todos los días... desde el episodio del ascensor. Pero oyó ruido en la cocina.

Después de colgar el impermeable en el armario del pasillo y dejar su bolso en el despacho, entró en la cocina y lo encontró haciendo café.

—Ah, qué bien, necesito una taza.

—¿Seguro que te conviene? —preguntó él, con gesto de reproche.

—Pues sí. Me ha venido el período esta mañana —suspiró Lali un poco cortada.

Peter se quedó en silencio. Durante todo un minuto. No era la reacción que ella había esperado. Un suspiro de alivio, quizá. Pero parecía... desilusionado.

—No sé qué decir —murmuró por fin—. Lo siento si no te parece apropiado, pero tampoco lo sería decir que me alegro.

—¿Pero te alegras o no?

El dio un paso adelante, con las manos en los bolsillos del pantalón.

—No lo sé, Lali. En parte me siento como si me hubiera librado de un problema. Pero por otro lado... no sé, no me entiendo 

Lali lo entendía muy bien porque a ella le pasaba exactamente lo mismo. Por un lado se había ahorrado un problema y por otro...

Entonces sus ojos se llenaron de lágrimas y parpadeó rápidamente para disimular mientras sacaba el zumo de naranja de la nevera.

¿Qué le pasaba? Durante las últimas semanas temió haber quedado embarazada después de un encuentro sorpresa con su jefe... un hombre por el que llevaba años sintiéndose atraída, pero que jamás había mostrado interés por ella. ¿Y ahora se ponía a llorar porque no estaba embarazada? Si era así, debería acudir a un psicólogo.

—Al menos, las cosas volverán a la normalidad —dijo, cuando pensó que no le temblaría la voz.

—Sí —murmuró él—. Bueno, me voy arriba. Lali lo vio salir de la cocina, preguntándose el porqué de su extraño comportamiento. ¿De verdad había considerado ser el padre de su hijo?

No tenía sentido. Peter nunca había mostrado el menor interés por ella y sabía que lo que pasó en el ascensor fue sólo a causa de su claustrofobia.

Si no hubiera necesitado algo para escapar de ese miedo y ella no hubiera estado a mano, nada de aquello habría pasado.

Pero la había pillado en mal momento, cuando su atracción por él se mezcló con su preocupación por el ataque de claustrofobia.., y se convenció de que Peter quería hacer el amor con ella tanto como ella con él.

Una persona podía cometer un error en la vida, ¿no? Un terrible, monumental error.

Lali se sirvió una taza de café con leche. Lo curioso era que, a pesar de todo, podrían haber seguido portándose de forma normal de no haber sido por el susto del posible embarazo.

Y eso era lo que la confundía. Peter debería sentirse aliviado. Debería ponerse de rodillas para darle gracias a Dios porque no iba a tener un hijo como resultado de su encuentro en el ascensor. Pero cuando le dijo que no estaba embarazada, él se mostró casi... desilusionado.

¿Sería verdad? ¿Habría querido tener aquel niño?

No. Era absurdo pensar que Peter quería un hijo. Especialmente con ella.

Si estaba empezando a pensar en sentar la cabeza, querría hacerlo con otra mujer. No esperaría que un revolcón con su ayudante, una chica que nunca le había interesado, diera como resultado una familia.

Debía estar equivocada. Seguramente, Peter estaba arriba bailando y enviando emails a sus amigos para decirles que se había librado de una buena.

Y eso era exactamente lo que ella debería estar haciendo. No quería ser madre soltera y tampoco quería ser la esposa de un hombre que sólo se casaría con ella porque no había usado preservativo.

Tomando un sorbo de café, Lali se sentó frente al ordenador, decidida a olvidar el asunto.

Pero no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.

Peter hubiera podido ser mejor padre de lo que lo había sido el suyo.

Y mejor marido. El era un hombre cabal y si Lali hubiera quedado embarazada habría hecho lo que debía hacer, casarse con ella. Y eso habría significado decirle adiós a su empresa.

Sí, era mejor así.

Si hubiera estado embarazada se habría casado con ella y habría intentado ser un buen padre... pero su propia infancia le había enseñado que no se puede tener una familia y dirigir una empresa al mismo tiempo, de modo que habría tenido que cerrar Reyware y buscar un trabajo de ocho horas. Probablemente, como programador informático.

Esa idea le produjo un escalofrío. Tendría que cambiar pañales, jugar a los caballitos y hacer todo lo posible para que ese niño lo quisiera, pero sería muy infeliz trabajando de nueve a cinco para otra persona.

Quizá algún día, cuando hubiera ganado varios millones de dólares, podría contratar gente que hiciera las cosas por él. Y entonces podría empezar a pensar seriamente en una familia. Si Lali seguía disponible para entonces, incluso podría considerar la posibilidad.

Pero por ahora... no, por ahora, había tenido suerte. Era fantástico. Y seguramente Lali y él no tardarían mucho en volver a encontrar la camaradería, la vieja costumbre de trabajar juntos como si fueran una máquina bien engrasada. Sería terrible que ella hubiera esperado una relación con él...

Tardaría algún tiempo en olvidar lo agradable que había sido aquel revolcón, pero eso era asunto suyo. Nadie tenía que saber cuánto le había gustado hacer el amor con Lali o que soñara con ella cada noche. O que sólo con verla su cuerpo se pusiera en alerta roja.

Esos pensamientos lo perseguían. Lali lo perseguía. Quizá para siempre.

Los días se convirtieron en semanas, pero Peter y Lali se portaban como si fueran extraños. Ella iba a trabajar a la misma hora todos los días, como siempre, y cualquiera que los viera pensaría que tenían una estupenda relación jefe—empleada.

Pero no era así. Ellos sabían que no era verdad. El ambiente era tan tenso que podía cortarse con un cuchillo.

Peter temía que ella entrase en su despacho y ver las lágrimas y que su corazón se encogiera al pensar en lo que podría haber sido.

Peter estaba frente a la pantalla del ordenador, intentando comprender sus sentimientos.

Lali no estaba embarazada. No había niño. Y eso debería hacerlo feliz.

Pero no podía dejar de pensar en Lali embarazada. Se imaginaba a sí mismo de rodillas, pidiéndole que se casara con él, la imaginaba engordando como una calabaza, con su niño dentro de ella...

La imaginaba en su casa, haciendo el amor con él todas las noches, abrazándolo, despertando a su lado.

Pero un hombre que había jurado no casarse nunca no debería imaginar esas cosas. Y las imágenes le resultaban muy agradables.

Era completamente absurdo.

Aunque le gustaría tener a Lali en su cama de vez en cuando, debería estar contento de que no hubiera habido consecuencias.

Tener un hijo en aquel momento no era posible. Quizá no lo sería nunca. Estaba demasiado ocupado con su empresa y él que ha hecho cada mañana con la consabida taza de café y no recordaba la última vez que durmió ocho horas sin interrupción.

Lali le parecía una modelo recién salida de la pasarela, más guapa cada día... pero empezaba a estar agotado. El cansancio y la tensión empezaban a dejar huella.

Incluso su trabajo estaba sufriendo, pensó, frustrado. Lali, afortunadamente, era un ángel, inventando excusas para sus clientes.

Pero William Dawson, un cliente de Nueva York, era otra cosa. Llevaba semanas incordiándolo, insistiendo en que fuera a Nueva York para estudiar su sistema informático y aportar ideas.

Peter había trabajado con Dawson en otras ocasiones y sabía que pagaba bien, pero no encontraba fuerzas para hacer el viaje.

Seguramente, alejarse de Lali sería lo mejor, pero algo le decía que no debía hacerlo. Tenía la impresión de que si se iba de la ciudad en aquel momento, cuando volviera no la encontraría allí.

Actuaba de forma muy rara desde aquella noche en el Four Seasons; callada, evitando su mirada a toda costa...

Aunque era lógico.

Lali era una mujer inteligente y capacidad que podría conseguir trabajo en cualquier sitio y Peter temía que eso fuera justamente lo que pensaba hacer porque el ambiente entre ellos era cada día más tenso.

Y no quería que lo abandonase. De modo que no podía irse a Manhattan sin saber lo que Lali pensaba hacer.

A menos que...

Peter sacudió la cabeza. Podía ir a Nueva York con su ayudante. Claro que sí. ¿Por qué no? Irían a Nueva York, se alojarían en un buen hotel, se reunirían con Dawson y luego volverían a casa. Así podría vigilarla.

Sólo tenía que encontrar la forma de convencerla. Después del incidente del ascensor, seguramente no querría ni oír hablar de un viaje.

Peter se ponía enfermo cada vez que la miraba, pero Lali no parecía sentir lo mismo. Todo lo contrario, no parecía sentirse atraída por él ni, por supuesto, querer repetir el numerito del ascensor.

No sabía si eso era un insulto a su habilidad como amante o, simplemente, una forma de distanciarse de algo que consideraba un error.

Pero darle vueltas al asunto no le llevaba a ningún sitio, pensó, levantándose. Cuando llegó a su despacho, ella tenía la mirada clavada en la pantalla del ordenador. No se volvió siquiera.

—No piensas mirarme nunca más?

—Si puedo evitarlo, no —contestó ella—. ¿Qué quieres, Peter? Estoy ocupada...

—Quiero hablarte de un tema de trabajo.

—Muy bien, dime.

—William Dawson me ha pedido que vaya a Nueva York para aconsejarle sobre su programa informático.

—Lo sé, le he dicho que estabas muy ocupado y...

—He decidido ir.

Lali se volvió entonces, sorprendida.

—Muy bien, reservaré un billete de avión y...

—Pero quiero que vengas conmigo. Lali lo miró, asustada. Oh, no, no podía ir con él.

—Gracias, pero prefiero quedarme aquí. Tengo mucho trabajo y tú sueles viajar solo... Estoy segura de que no me necesitas.

—Claro que te necesito. Dawson es un buen cliente y quiero que me ayudes, que tomes notas, que aportes ideas. Ya sabes que yo me distraigo mucho en las reuniones.

Y estaba más distraído que nunca últimamente. Lali se pasaba el día recordándole lo que tenía que hacer.

—No harás esto para que estemos a solas, ¿verdad? Porque los dos sabemos que lo que pasó el día de la cena benéfica fue un error...

—Eso ocurrió hace siglos —la interrumpió Peter—. Es un viaje de negocios, Lali. Te necesito a mi lado. Además, siempre estarnos solos aquí, ¿no? Y, que yo sepa, nunca he intentado hacer nada.

—No, pero...

—¿Qué me dices? ¿Quieres ir conmigo a Nueva York? Reservaremos habitación en un hotel estupendo.

continuara.....

D: No hay bebé :( ¿eso sera bueno o malo? ¿Lali aceptara ir? y si van  los dos solos se repetirá lo del ascensor?  :O

Perdon por subir tan tarde pasa que ni bien me levante me fui y recien ahora puedo subir... igual se que hay viciosas como yo que estan a esta hora, a demas no es tan  tarde, al meno en argentina....

Ojala hayan tenido un lindo domingo! a empezar la semana con todas las pilas!

un beso genias!

Juli ♥