lunes, 26 de noviembre de 2012

Capítulo 16:




—Peter, tengo que irme —protestó ella débilmente.
—Ni hablar. Todavía es muy pronto —dijo Peter, para besarla con fuerza a continuación.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Capítulo 15:





Quiero sentir tu boca sobre mis labios, tus manos sobre mi piel... y sobre todo, por encima de todo, quiero sentirte dentro de mí.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Capítulo 14:





Roger Gerckee, Lali miró al matón de su infancia. Estaba apoyado contra una columna del mirador, con un whisky en una mano y un cigarro en la otra, tratando de darse un ridículo aire de bohemio.
—Hola, Roger —lo saludó resignada. Luego avanzó hacia la salida, pero Gerckee le bloqueó el paso.
—Así que eres tú de verdad —dijo él con voz algo ebria—. Cuando le pregunté a George Moody quién era esa mujer tan guapa y me dijo que era Mariana Esposito, no podía creérmelo.
—Pues ya ves —Lali se mordió la lengua.
—Así que pensé que debía venir a echar un vistazo de cerca — prosiguió Roger—. Y aquí estamos, los dos juntos.
—¿No venías con una mujer? —preguntó Lali, rezando porque la cita de Roger apareciese.
—Pero eso no significa que no pueda saludar a una vieja amiga, ¿verdad? Podríamos sentarnos un rato y... charlar —añadió mientras deslizaba la mirada hacia los pechos de Lali.
Esta sintió ganas de darle una lección, por insolente. Dado que ella era cinturón negro, no le costaría nada dejar a Roger tumbado; pero luego recordó que, durante su formación como karateka, le habían enseñado a perdonar. Y, a fin de cuentas, por muy pesado que Roger fuese, también era inofensivo.
—Tengo que irme —se limitó a decir Lali—. Le prometí un baile a Ralph Winters.
Intentó sortearlo, pero Roger la agarró por un brazo.
—Ralph puede esperar. Baila conmigo.
—No —se negó Lali. Roger siguió sujetándola. Con-un simple giro lo tiraría al suelo, pensó ella; aunque, en el último momento, decidió darle una última oportunidad—. Suéltame, ahora.
—Ya has oído a la dama, Gerckee —irrumpió de pronto Peter, lanzando una mirada basilisca a Roger—. Suéltala. Ya.
—Hola, Peter —dijo Gerckee mientras liberaba a Lali—. ¿Qué pasa? Sólo estábamos hablando.
—Tu chica te estaba buscando —Peter se acercó sin quitar la vista de Roger—. Creo que quería despedirse de ti. Se estaba poniendo el abrigo, aunque igual la alcances antes de que se vaya.
—Sí... será mejor que me apure —aceptó Roger—. Adiós, Peter. Ya nos veremos, Lali..
—No, si yo te veo primero —murmuró ésta mientras él se marchaba. Todavía no sabía si sentirse aliviada o decepcionada por la irrupción de Peter. La idea de zurrar a Roger personalmente le producía cierto placer; pero, por otra parte, que Peter acudiera a su rescate también le producía placer... aunque de otro tipo muy distinto.
—Creo que éste es el momento en que yo tengo que llorar y gritar ¡mi héroe!
—Habría tirado a ese idiota por la barandilla del mirador —aseguró Peter, aún disgustado con Roger.
—Como si fuera una bolsa de basura, ¿no?—Lali esbozó una sonrisa—. Recuerdo un incidente con Roger y un contenedor de basura cuando tenía trece años —añadió.
—Uno de mis mejores recuerdos.
—Y de los míos... ¿Recuerdas por qué lo tiraste a la basura?
—Tratándose de Roger, pudo ser por mil razones.
—Lo hiciste por mí.
—Ah, sí?
—Sí, estábamos en el recreo. Roger se había estado burlando de mí y al final me quitó mi sándwich y lo tiró a la basura. Entonces llegaste tú y lo lanzaste al contenedor.
—Me entraron ganas de ponerle un ojo morado —comentó Peter mientras le acariciaba una mejilla a Lali—. Así que lo hice por ti, ¿eh?
—Recuerdo cada detalle, hasta la ropa que llevabas —reconoció ella—. Nadie había defendido nunca a la tímida y pequeña Lali Esposito y cuando los otros chicos se pusieron a aplaudir, me sentí como la princesa que ha sido rescatada por su caballero de brillante armadura...
Los ojos de Peter se oscurecieron y la miraron con una intensidad que la hizo temblar.
—Eso es lo que nos une, Lali? —Preguntó con calma—. ¿Por eso siento que hay algo entre nosotros; algo que debería recordar, pero parece haberse borrado de mi memoria?
—Entre nosotros no hay nada, Peter —aseguró ella, paralizada por el miedo—. Sólo crecimos en la misma ciudad y fuimos al mismo colegio. Yo me enamoré de ti de pequeña, como casi todas las chicas de la clase. Nada más. Esa Lali ya no existe. Ha crecido y vive en el mundo real, donde la gente asienta sus relaciones en compromisos laborales y afectivos, en vez de en fantasías infantiles y aventuras de una noche.
Peter se puso serio, apretó la mandíbula y, después de varios segundos, habló:
—Te llevo a casa, vamos —dijo con voz neutra.
Por supuesto que quería llevarla a casa, pensó Lali. Ahora que por fin se había convencido de que no podría acostarse con ella, quería verla desaparecer cuanto antes. Lo que no era de extrañar, con tantas mujeres como había dispuestas a complacerlo. La noche era joven y todavía podía encontrar algún bombón con la que celebrar una fiesta privada.
—No te preocupes por mí, Peter —contestó ella finalmente—. Volveré a casa en taxi.
—Yo te he traído y yo te llevaré a casa —insistió Peter, agarrándola por un codo.
—Pero...
—No discutas conmigo, Lali—sentenció
Luego, tras salir del mirador, se chocaron con varios invitados, que paseaban por la parte trasera de la casa.
—Ni siquiera me he despedido de Nico y Rochi—protestó Lali, haciendo esfuerzos por seguir el paso de Peter.
—Ya los llamaré yo mañana —contestó éste.
Entraron en la casa y fueron directos hacia un dormitorio que hacía las veces de ropero—. Te espero en la camioneta —añadió cuando le hubo abierto la puerta de la habitación.
Lali abrió la boca para protestar, pero Peter desapareció antes de que las palabras salieran de sus labios. ¿Sería posible?, ¿quién se creía que era?
Agarró su abrigo de la cama, se lo puso y se colgó el bolso de un hombro. ¿Cómo podía ser tan arrogante?
—Hola, de nuevo —la saludó Roger de pronto, al tiempo que cerraba la puerta del dormitorio—. He visto que Peter se ha marchado, así que tal vez podríamos seguir charlando.
—No tenemos nada de que hablar. Y ahora, si me disculpas, me gustaría pasar.
—Tenemos que recuperar el tiempo perdido, Lali —insistió Roger—. Hace años que no nos vemos.
—No los suficientes, Gerckee.
Si éste no la hubiera sujetado por un brazo y si ella no hubiera estado tan irritada, quizá no lo hubiese hecho; pero Roger la estaba reteniendo y sí estaba muy irritada, de modo que, con un ligero giro, dejó a Gerckee tumbado en el suelo.
—No vuelvas a tocarme, ¿está claro? —lo amenazó Lali—. Buenas noches —se despidió, después de que él asintiera con la cabeza.
Salió de la casa y, cuando llegó a la camioneta de Peter, lo encontró esperándola impaciente.
—Por qué has tardado tanto?
—He tenido que echarle una mano a una persona —repuso sin más detalles—. Te has pasado la calle —apuntó tras varios minutos de tenso silencio, al ver que Peter no giraba por Woodrow.
—No.
—Cómo que no? Sabes de sobra que tienes que girar por Woodrow para ir a casa de mis padres.
—Perfectamente.
—Dijiste que me ibas a llevar a casa —protestó Lali.
—Y te voy a llevar a casa —detuvo el coche, bajó y abrió la puerta de Lali—. A mi casa.
Esta trató de resistirse, pero Peter la levantó en brazos y la hizo olvidar lo que iba a decir. La llevó hasta la puerta de su taller, introdujo la llave en la cerradura y empujó con la cadera.
—Peter Lanzani, bájame de aquí ahora mismo! —exigió Lali cuando por fin recuperó el habla.
—No —denegó él. Luego la llevó al despacho, encendió la luz y la sentó en una silla—. Quédate sentada y escucha, Mariana Elizabeth Esposito. Y presta atención, porque lo que voy a decirte no se lo he dicho nunca a ninguna mujer y no pienso repetirlo.
Lali se acomodó en la silla, enojada e intrigada al mismo tiempo, y guardó silencio.
—Nunca he tenido la necesidad de dar explicaciones a nadie —arrancó Peter agitado—. Lo que hago, lo que haya hecho, sólo es asunto mío.
—Peter...
—Me gustan las mujeres —prosiguió éste sin permitir que Lali lo interrumpiera—. No pienso disculparme por eso.
—No te estoy pidiendo...
—Calla y escucha. Me gustan las mujeres y he salido con muchas; pero eso no significa que me haya acostado con todas ellas. A pesar de lo que pareces pensar de mí, en realidad me he acostado con muy pocas, y nunca fue un rollo de una sola noche. Todas las mujeres con las que he estado han significado algo para mí —aseguró Peter, mirándola a los ojos—. Y tú me importas, Lali. Desde que nos vimos en el supermercado, he sentido algo por ti. No niego que en parte te desee y no pienso pedir perdón porque quiera acostarme contigo. Al menos soy sincero, que es más de lo que tú estás siendo conmigo.
—Qué quieres decir?
—Sabes muy bien lo que quiero decir. Tú te sientes tan atraída hacia mí como yo hacia ti. Ni tú ni yo queremos ser simples amigos, pero tú no tienes el valor de reconocerlo —repuso Peter—. ¿Quién te ha hecho tanto daño que no te deja vivir ni sentir?, ¿fue tu marido?
—Fue antes de que me casara, Peter —contestó Lali con los ojos cerrados, para que no se le saltaran las lágrimas—. Yo era joven... me dejé llevar por la emoción del momento... pero sólo fue...
No podía decirlo. Se negaba a convertir la noche más maravillosa de su vida en algo chabacano.
—Por favor, Lali —Peter se arrodilló frente a ella y le agarró las manos con delicadeza—. ¿Intentas decirme que tuviste una aventura de una noche?, ¿es eso?
Lali asintió y él la levantó de la silla, se sentó y la colocó sobre su regazo.
—No puedes castigarte tanto por algo así—Prosiguió Peter—. Son cosas que pasan.
—No a mí, no a la pequeña Lali Esposito. Nunca había hecho algo parecido; ni lo he vuelto a hacer —dijo ella con la voz quebrada—. Pero eso no es todo; sucedió tan rápido... fue tan inesperado que...
_ ¿Que qué?
—Me quedé embarazada.
—Drew? —preguntó Peter, estupefacto.
—Sí.
—Y el padre de Drew? —quiso saber Peter, al tiempo que le daba un beso en la frente.
—El no... —Lali se quedó sin palabras.
— Cerdo asqueroso!
—No —se apresuró a decir ella—. Por favor, no me hagas más preguntas; sólo créeme: él no tuvo la culpa de nada.
A pesar de lo peligrosa que podía ser la conversación, Lali estaba segura de que Peter no sospecharía nada. Imaginaba que al día siguiente se arrepentiría, pero, en esos momentos, sobre el regazo de Peter, el día siguiente no existía; no había pasado ni futuro... sólo presente.
Se sentía segura al amparo de sus brazos, los cuales la rodeaban con ternura y delicadeza. El calor de su cuerpo la estaba derritiendo y el aroma de su loción de afeitar le penetraba los pulmones y despertaba un instinto primitivo imposible de postergar.
—Querías la verdad —arrancó Lali, después de girarse hacia él, al tiempo que le desabrochaba la camisa e introducía una mano bajo los pantalones de Peter—. Pues aquí la tienes. Quiero hacer el amor contigo.


Continuara.....

Le puse Elizabeth así quedaba mas dramático ;) Jajajajajaa

¿Quieren mas? ;) 


Capítulo 13:




—Apunten, ¡fuego! —exclamó el pequeño mientras jugaba con un robot. Un tubo con forma de misil salió despedido por los aires y golpeó la frente de Lali—. Lo siento, mamá —se disculpó, anticipando la reprimenda de Lali.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Capítulo 12:




—Me encanta cómo te sienta ese peinado—Alabó ésta, mientras tomaba asiento en una  silla—. Estás radiante. Se nota que te sienta  bien ser una periodista famosa en Nueva York.
En ese momento apareció un camarero, vestido de etiqueta, y colocó dos servilletas preciosas sobre la mesa.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Capítulo 11:

Explíquenme por que no salio este beso en el vídeo? ¬¬



Peter le ladeó la cabeza para poder saborearla mejor, con más profundidad y vio su orgullo satisfecho al notar el gemido de placer de Lali. No sabía por qué se resistía tanto, pero, por mucho que afirmara lo contrario, era evidente que sí se sentía atraída hacia él.

Capítulo 10:




—Gracias por acercarme, cariño —dijo Angela Esposito tras salir del coche de Lali—. Ruby Peterson me llevará a casa después de la partida de bridge y tu padre estará encerrado en la habitación viendo el partido de fútbol. Disfruta de una velada tranquila.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Capítulo 9:

Lanzani te vas al carajo! 


—Espero que no sea mal momento. Dijiste que me acercara.
Simplemente, no logró responderle. La luz del exterior iluminaba su rojo cabello, haciéndolo brillar como el fuego. Lo llevaba suelto y caía sobre su jersey verde, color que hacía juego con sus ojos.
—Lali?, ¿Lali Esposito? —preguntó Nicolas, boquiabierto.

Capítulo 8:




Por suerte, pensó a continuación mientras iba en busca de su coche, Peter nunca se enteraría de con quién se había acostado, ya que él la había tomado por otra y el hombre del champán, por una encargada del hotel.